Ayer por la mañana —según trascendió en redes y chismes—, el exsecretario de Turismo Enrique de la Madrid Cordero dijo algo tremendo en una entrevista radiofónica: veo en México, la tendencia a un gobierno fascista.
Sorprendido, me puse a considerar cuáles son las condiciones imprescindibles del pensamiento fascista o de un gobierno de esa condición.
Aunque conocí la vida recoleta, hipócrita y santurrona de la España franquista, nunca he vivido en un país sometido a la dureza del poder. Siempre he vivido en libertad; es decir, siempre he estado en México, un país donde no ha habido fascismo; cuando más ha existido el “laxismo”. Cada quien hace su gana.
No supe los horrores de la Dominicana de Trujillo (si El chivo hubiera sido fascista en verdad o nada más un tirano de coco y palmera), y sus hijos, aunque conocí personalmente a Somoza, Geisel y Fidel Castro, nunca he soportado un mundo de restricción feroz. Ni supe de la Stasi ni me persiguió la CIA. Tampoco viví en Chile tras el golpe militar. Ni bajo Videla ni bajo Galtieri. Enormes tiranos, dictadores y gorilas.
Pero ¿cómo se distingue a un gobierno fascista?
Umberto Eco, quien sí sabía de todo esto, pronunció en 1995 una conferencia en la Universidad de Columbia en la cual habló del “Ur-Fascismo” o “fascismo eterno”… “una ideología y voluntad de gobernar que, independientemente de las circunstancias históricas, parece siempre estar ahí, al acecho, esperando un mínimo descuido para saltar y apoderarse de un gobierno nacional, una sociedad, un país.
“Eco reconoce que no todos los regímenes totalitarios son iguales, pero al mismo tiempo encontró algunos rasgos comunes o, mejor dicho, recursos, que la mayoría ha empleado para seducir a la población y hacerse del poder político.
Éstas son —según él—, las 14 características (algunas) del fascismo.
1. Culto de la tradición, de los saberes arcaicos, de la revelación recibida en el alba de la historia humana encomendada a los jeroglíficos egipcios, a las runas de los celtas, a los textos sagrados, aún desconocidos, de algunas religiones asiáticas.
2. Rechazo del modernismo. La Ilustración, la edad de la Razón, se ven como el principio de la depravación moderna. En este sentido, el “Ur-Fascismo” puede definirse como irracionalismo.
3. Culto de la acción por la acción. Pensar es una forma de castración. Por eso la cultura es sospechosa en la medida en que se la identifica con actitudes críticas.
4. Rechazo del pensamiento crítico. El espíritu crítico opera distinciones, y distinguir es señal de modernidad. Para el Ur-Fascismo, el desacuerdo es traición.
5. Miedo a la diferencia. El primer llamamiento de un movimiento fascista, o prematuramente fascista, es contra los intrusos. El Ur-Fascismo es, pues, racista por definición.
6. Llamamiento a las clases medias frustradas. En nuestra época el fascismo encontrará su público en esta nueva mayoría.
7. Nacionalismo y xenofobia. Obsesión por el complot.
8. Envidia y miedo al “enemigo”.
9. Principio de guerra permanente, antipacifismo.
10. Elitismo, desprecio por los débiles.
11. Heroísmo, culto a la muerte.
12. Transferencia de la voluntad de poder a cuestiones sexuales. Machismo, odio al sexo no conformista. Transferencia del sexo al juego de las armas.
13. Populismo cualitativo, oposición a los podridos gobiernos parlamentarios. Cada vez que un político arroja dudas sobre la legitimidad del Parlamento porque no representa ya la voz del pueblo, podemos percibir olor de Ur-Fascismo.
14. Neolengua. Todos los textos escolares nazis o fascistas se basaban en un léxico pobre y en una sintaxis elemental, con la finalidad de limitar los instrumentos para el razonamiento complejo y crítico.
“Pero debemos estar preparados para identificar otras formas de neolengua, incluso cuando adoptan la forma inocente de un popular reality show”.
De esas 14 características yo no sé cuántas prevalezcan en el estilo del nuevo gobierno, pero usted, lector informado y persona perspicaz, hallará (o no), algunas coincidencias con tan aterrador conjunto de síntomas.
Concluyo con una cita de Alberto Sánchez y un párrafo de Eco:
“…Para terminar una reflexión de Umberto Eco: “sería muy cómodo, para nosotros, que alguien se asomara a la escena del mundo y dijese “¡Quiero volver a abrir Auschwitz, quiero que las camisas negras vuelvan a desfilar solemnemente por las plazas italianas!”. Por desgracia la vida no es tan fácil. El fascismo puede volver todavía con las apariencias más inocentes. Nuestro deber es desenmascararlo y apuntar con el índice a cada una de sus formas nuevas, todos los días y en todos los rincones del mundo”.