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Divergencias sobre migración, otro lío en puerta



Durante muchas semanas se dio por hecho admitir el papel de Tercera Nación Segura para México en materia migratoria, lo cual significa sencillamente convertir este país en un filtro, un amortiguador o un recolector de migrantes, antes de su llegada a los Estados Unidos, mediante la activación exprés del derecho de asilo.

Dicho de otra manera, los estadunidenses nos endosan el problema y nosotros, dóciles, les ayudamos a resolverlo.

En varias ocasiones el intransigente gobierno de Donald Trump ha censurado a México porque sus autoridades no hacen lo necesario (necesario para él), en cuanto al freno de las caravanas cuyos integrantes (mestizos indeseables, delincuentes y peligrosos), se van a estrellar en la frontera con cualquiera clase de muro: físico o militar.

Pero muro al fin.

La realidad es muy sencilla: los migrantes se van a quedar en México y quizá uno a uno puedan ir regresando a sus países, a Honduras, al Salvador o a Guatemala, según los casos.

Pero como el tema migratorio es uno de los grandes desafíos del siglo, la Organización de las Naciones Unidas, ni tarda ni perezosa, ha convocado a una reunión planetaria sobre el asunto y reunidos en Marruecos todos los sabios de temas como éste, han decidido resolver el problema; porque en el escritorio o en el podio, en los discursos o en los pomposos pronunciamientos y discursos, todo se arregla rápidamente.

“Hasta ahora (El País), Estados Unidos, Austria, Hungría, Polonia, Israel y Australia se han desmarcado, mientras que República Checa, Bulgaria y Eslovaquia han anunciado que piensan hacerlo.

“En Alemania, la polémica en torno al pacto se ha situado en el centro del debate por la sucesión de Angela Merkel, poniendo de manifiesto la capacidad de las fuerzas populistas para marcar la agenda”.

Pero ese pacto discordante en nuestro caso sólo tiene un interlocutor de peso: los Estados Unidos.

A fin de cuentas, las opiniones de El Salvador o de Honduras, no tienen ninguna importancia, excepto en el discurso de la infecunda fraternidad entre los pueblos mesoamericanos, lo cual, además de cursi, es falso.

Si en Europa las cosas se ven de manera muy complicada, en América, no menos. Allá hay una interrelación y una actitud distante entre quienes desean migraciones ordenadas y aquellos quienes dicen un simple ¡basta ya! a la llegada de personas de otros continentes en oleadas incontenibles.

Pero México ya encontró una solución: evitar la migración por la vía del desarrollo económico, lo cual es verdaderamente inteligente.

Lo único malo es el tiempo: la consolidación de inversiones para el desarrollo requiere capacitación y años, por eso a la manera napoleónica, es mejor comenzar desde ahora.

De lo primero no sabemos nada, pero de lo segundo sí: no resuelve las urgencias del día.

Y las caravanas no van a esperar el fruto del dinero comprometido para ese fin por nuestro señor canciller, Marcelo Ebrard, cuya información es muy interesante:

“El canciller Marcelo Ebrard anunció la inversión de 30 mil millones de dólares en el Plan de Desarrollo Integral para Centroamérica, que pretende mitigar la migración hacia Estados Unidos.

“En conferencia de prensa, Ebrard señaló que los gobiernos de Guatemala, Honduras y El Salvador también participarán en la implementación del Plan de Desarrollo Integral, en el que México realizará la inversión anunciada en los próximos cinco años, y cambiará su política migratoria para responder a las necesidades que requieren el sur de nuestro país y Centroamérica”.

¿Y mientras?, los brazos abiertos a los migrantes, para enojo y justificación de Trump, quien sólo tiene una muralla en la cabeza. En varios sentidos.

Pero esto lo va a interpretar como un golpe bajo el cinturón:

“...se asumió el compromiso de participar en un plan de desarrollo integral y de cooperación con Honduras, Guatemala y El Salvador.

“Tenemos que demostrar al mundo que esto es factible y eficaz; es decir, no basta con señalar las causas, hay que atenderlas.

Queremos demostrar que este plan es más eficaz que todas las medidas de contención que se pretendan implementar”.

Aquí hay una diferencia de fondo: el papel asignado a México en la geopolítica de los Estados Unidos es el de retén migratorio. Nuestro país ha decidido lo contrario: asimilación y cobijo; acompañamiento de las caravanas, en lugar de deportaciones y barreras.

Suena bien para todos, menos para los Estados Unidos. ¿Podremos ganar ese pleito? Ojalá.

Desde 1847 los hemos perdido todos.


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