Sendas reuniones tuvieron los partidos de oposición (PAN, PRD) para definir lo indefinible o al menos la materia hasta hoy fuera del alcance de sus titubeos entre el pragmatismo, la doctrina fundadora, los principios, la ideología o cualquiera de esas características alguna vez indispensables para la presentación de plataformas políticas o programas de gobierno.
Su convocatoria me recuerda los años idos en las manifestaciones de mi juventud: “júntense, júntense; únete pueblo, únete pueblo”. Tan lindo aquello.
Hoy los opositores no tienen plataforma y sus ideologías llevan la manga tan ancha como la amplitud de un frente anhelado cuya única definición es la amplitud. Como en anuncio inmobiliario: “rento amplio departamento de una recámara en inmejorable zona…”
Pero si no tienen ideología sí tienen mitología: son cruzados cuya única misión, casi una encomienda redentora, es arrebatar los Santos Lugares de las infieles manos de los dinosaurios del PRI, partido objeto de todas las censuras por esto y por aquello, por lo de allá y lo de más allá.
La expresión “Frente Amplio” me recuerda mucho una etapa de la historia del Uruguay. Allá se conformó un bloque político al cual se le dio este nombre. Otro tanto ocurre en Chile.
El Frente Amplio uruguayo se originó al principio de los años 70 y su labor fue interrumpida por un asunto menor: un golpe de Estado. Sus dirigentes fueron aprehendidos y su labor política no se reinició sino hasta muchos años después convertido ya en un partido firme, no en una alianza de coyuntura.
En Chile la amplitud de los agrupados ha derivado en otro emblema en la boleta y por estos días (el 2 de julio), tendrá sus primarias, en las cuales buscará quién abandera sus esfuerzos. Ésta es su convocatoria:
“Este domingo 2 de julio tenemos una oportunidad histórica: elegir democráticamente a la persona que representará al Frente Amplio en las próximas elecciones presidenciales. Te invitamos a conocer a nuestros candidatos: Beatriz Sánchez y Alberto Mayol.”
Bueno, pero eso es en el Cono Sur.
Pero eso queda muy lejos y nos importa muy poco, especialmente cuando Alejandra Barrales y Ricardo Anaya juegan en el espectacular pero riesgoso alambre del funambulismo político, mientras algunos metros debajo de la carpa de este circo, Andrés Manuel los pone nerviosos con su desdén y les lanza trompetillas —especialmente a los rogones y rogonas del PRD—, mientras ellos se juegan la vida en las alturas.
“PRRRRRR (esta es la onomatopeya de un redoble de tambor circense, conste). Sigamos.
Pero si la concreción no es uno de los mayores méritos de este intento de agrupación, sí lo es su desfachatada insistencia.
Como nadie sabe cómo es el mentado frente amplio, nadie se le opone abiertamente. Una muestra hermosa de esta confusión la ha dado la siempre desorientada señora Margarita Calderón (Zavala), quien al término de la reunión del consejo panista, ha declarado: bienvenida la alianza pero el PAN no debe perder su identidad.
—¿Cuál es su identidad? ¿Los “moches”, las “concertacesiones”, los gobiernos por pacto, la olvidada democracia cristiana, la guerra contra el crimen; la herencia violenta, la cartilla del Instituto Asunción? ¿Cuál?
Pero mientras ellos la encuentran o la definen, el PRD obtiene un hermoso recuerdo para el álbum familiar: una placa inmortal (si los pixeles de hoy formaran placas): Silvano y Miguel Ángel (como Graco, quien se presenta a través de un video), quieren lo mismo y se retratan juntos.
Guapos, sonrientes (cada quien su Belinda). Y satisfecha y oronda se ve también la sonriente Alejandra Barrales, a quien se le descompone la cara cuando uno de sus opositores, Margarita Guillaumín, le espeta un rotundo, “queremos dirigentes sin departamento en Miami”. ¡Seco!
Pero eso del piso de lujo quizá sea envidia de la buena o de la mala, pues la primera no se conoce cabalmente, como tampoco se sabe el significado real de estas palabras pronunciadas por Alejandro Sánchez Camacho, quien advierte en todo esto una “provocación” contra Andrés Manuel a quien le pide paciencia y prudencia, sin precipitación, pues ya ellos (los de Izquierda Democrática Nacional), impugnarán todos los acuerdos, pues fueron tomados al margen del canon, fuera del estatuto, lejos de la legalidad. ¿Cómo la “beis bol”, mi buen?
Como se aprecia, las definiciones de este intento de coalición electoral (no de gobierno), hasta ahora apenas insinúan una invitación a la cena de los afrodescendientes, porque decirles negros sería tan discriminante como gritarle puto al portero de Alemania ahora cuando jueguen los teutones contra los mexicanos en Rusia.