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La solución migratoria y aeronaútica



La llegada de miles de desesperados a la frontera de Guatemala con México, donde cientos de padres y madres ven estrellarse sus sueños contra el muro migratorio impuesto por el gobierno de Estados Unidos, en el desplazamiento de su autoridad hacia las tierras sureñas, donde pueden mandar como a su interés convenga, tiene una solución: en lugar de caminar hasta el lejano norte, se podrían ir en avión.
 
Y como el gobierno de México no sabe cómo resolver el problema creado por un discurso austero y morigerado, en lugar de rifar el avión se lo podría regalar a los hondureños para hacer un puente aéreo, Tegucigalpa (o San Pedro Sula)-Nueva York.
 
México ha apostado por la inversión productiva en los pobres países centroamericanos (tan pobres como para recibir ayuda del hermano mayor), y con ese motivo se les han entregado capitales de cooperación a los guatemaltecos y los salvadoreños, a quienes además se les quiere respaldar en el fomento de una industria silvícola, para la cual les obsequiamos matas de especies frutales y maderables, para ir “sembrando vida” en sus lomas y colinas.
 
Mientras tanto, el avión presidencial, ya entregado en el aeropuerto de Toncontín (así se llama) en Tegucigalpa, podría ir trasladando de cien en cien a los desheredados cuya ambición es abandonar ese país lo antes posible. No necesitarían esperar los frutos del árbol ni el trabajo de carpinteros y ebanistas y verían cómo la vida se puede sembrar en Brooklyn, Queens o, de perdida, Amarillo, Texas.
 
El único problema consiste en el volumen, porque el avión cuya compra no seduce a nadie y cuya venta tiene indiferentes a clientes potenciales, posee, a pesar de su apariencia, un fuselaje de medianas dimensiones.
 
No le caben los pasajeros de un Airbus de última generación; pero si los polleros meten a los migrantes arracimados en camiones de redilas, con pisos falsos y peligros de sofocamiento, pues así como apretaditos en el gran aeroplano del dispendio prianista, se podrían enchutar por lo menos quinientos pasajeros.
 
Asardinados, sí; como plátanos en penca, sí, pero peor es agarrarse a pedradas con la Guardia Nacional en los playones del río Suchiate.
 
De esa manera se matarían varios pájaros de un tiro: se probaría nuestro compromiso con el desarrollo de Centroamérica, en este caso de Honduras. Nunca país alguno les habría dado tan notable impulso para el crecimiento de su aviación comercial, desde aquel lejano año de 1945, cuando inició sus operaciones la compañía SAHSA, la cual cerró por quiebra irredimible en 1994.
 
Si México coloca el José María Morelos en el paquete de auxilio a Centroamérica, les habrá dado una lección a los economistas de la CEPAL, quienes han propuesto el plan de fomento y jamás consideraron el capítulo de la aviación.
 
Otra de las ventajas de esta luminosa idea (tristemente ajena porque no se me ha ocurrido a mí sino a un lector “honduñero” cuyo nombre me reservo), consiste en el alejamiento del problema. Ya no sería cosa nuestra ni distraeríamos a la Guardia Nacional en labores de contención de miserables y podríamos dedicarla a buscar a Ovidio, por ejemplo, o perseguir a los criminales cuya labor cotidiana nos regala cien muertos en la lista fúnebre de cada mañana.
 
Y lo mejor, le evitaría al gobierno de la IV-T, los rapapolvos constantes de Porfirio Muñoz Ledo, quien a estas alturas, viene a resultar un respaldo crítico al gobierno; notable por lo segundo e innecesario para lo primero.
 
—¿No conoce usted las declaraciones de Muñoz Ledo? Eso es imperdonable, son una pieza única en el campo de la congruencia política. Y no es la primera ocasión, ya en Tijuana, cuando aquella magna concentración entre la República y el Evangelio, soltó de su ronco pecho para denunciar “el oscuro favor” al gobierno de Trump. Quién lo diría, ¿verdad?
 
Pues ahora ha dicho esto:
 
“(Crónica),- El diputado morenista Porfirio Muñoz Ledo calificó como salvaje agresión la actuación de los elementos de la Guardia Nacional desplegados para contener la migración de decenas de hondureños que ayer ingresaron a territorio mexicano por la frontera sur, donde equipos antidisturbios de la GN lanzaron gas pimienta contra migrantes y se reportó la detención de decenas de éstos.
 
“La salvaje agresión cometida por la Guardia Nacional contra refugiados hondureños y la aprehensión de más de 400 es una violación al Artículo 11 de la Constitución y de los tratados internacionales que hemos suscrito. Ese vandalismo configura varios delitos que deben ser perseguidos…”.
 
Twitter: @CardonaRafael
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