Se ha anunciado el cierre del penal de Topo Chico en Nuevo León. Por muchas razones históricas ese penal esta asociado a los movimientos sociales y la guerrilla de los años pasados. Éste es un breve testimonio incluido en la Memoria de la Guerra de los Justos:
Estás en el bote, ese. Ya has sobrevivido a los primeros sustos, a las pruebas de iniciación. Estás muy consciente, sin embargo, de la naturaleza de tu situación. Estás, como dicen aquí, “hasta el culo de piojos”, proverbio un tanto procaz, pero exacto si lo que se quiere es subrayar la magnitud y la gravedad de la bronca.
“A tu cuenta se abonan, legalmente, media docena de asaltos a bancos y a otros establecimientos comerciales, la muerte de un policía y una ristra de delitos, no por menores menos gravosos: asociación delictuosa, portación de arma prohibida, robo con violencia (sic).
“Esto, con ser pesado, no es lo principal. Lo principal es que la tira, el Poder, the fuckin power, ese, saben quién demonios eres, te tienen bien plaqueado, checado, ubicado, balconeado, ese, y no te la vas a acabar. Saben el papel que jugaste en la organización de la revuelta, y lo que no saben se lo imaginan, o lo inventan. Lo peor es lo que te inventan (como lo del “viejito”); así que no te la vas a acabar... Digámoslo así: desde ayer eres un blanco móvil.
“Es domingo en la mañana. Todo el mundo, tus compas, están con la visita, con la family; mientras tú deambulas solo por el patio, paseando un incipiente sentimiento de abandono, de soledad. Es noviembre, y ya empieza a hacer friíto. Traes puesta la camisa de lana verde, a cuadros, que te mandó el profesor Hiriales. Miras los altaneros cuanto pelones cerros que rodean la prisión.
“Por un momento te los imaginas poblados de banderas rojas, de estandartes revolucionarios, de masas eufóricas y armadas (en el estilo escenográfico de “Sendero Luminoso”) y cuya plástica, henchida presencia, será la señal de que ha triunfado la Revolución, y que vienen por ti, a liberarte, a proclamarte héroe, santo y mártir de la revolufia, ¡carnal!
“¡Cuando triunfe la Revolución! ¡Cuántos años, Hermano Pablo! (¿O serán lustros?). ¿Te pasarás todo este tiempo en la cárcel? En tu obnubilada imaginación no ves sino dos alternativas: o triunfa la Revolución y ella te libera, o te les pelas, y así contribuyes, desde fuera, a que la causa avance más rápido... Suena bien, pero no está nada fácil: imagínate, escaparse de Topochico, esta fortaleza de extrema seguridad, donde nadie se les ha pelado en más de veinte años (bueno, sí se han escapado, pero no de la cárcel en sentido estricto, sino del tránsito: cuando iban al médico, a los juzgados). Pero a ustedes, pura madre que los sacan del penal: ni la nariz compa...
“Piensas en tu morra, la negra Helena, aquella con cuya sola mención vacunaban a cualesquier otra “compañerita” que osara acercarse al compa Fermín (tu último nombre de batalla de la clande). Te habías encariñado con ella, aunque (sic) en rigor fuera una herencia de tu carnal el P.
“...Le tenías afecto, la necesitabas; era, en un sentido muy preciso, tu primera mujer, la primera con quien hacías vida marital, aunque fuera la azarosa, sobresaltada vida de la clandestinidad; te habías acostumbrado a los suaves humores y a la suavidad de la piel, a la delgada calidez de su cuerpo, pero no la amabas. ¿Por qué no la amabas? It’s hard to say. ¿Por qué se ama o no se ama a alguien? O, mejor dicho, ¿es el amor algo que sucede a menudo en la vida de alguien? ¿No es más bien algo tremendamente raro y difícil de conseguir, como los diamantes? Hasta ahora lo estabas meditando...
“Tenía la bronca de que no toleraba la píldora, mientras tú (qué casualidad) no tolerabas el condón. De modo que siempre había un elemento de sobresalto, de angustia, al hacer el amor. Porque además la consigna de la Orga en este punto es muy clara: no children, man, hijos no, porque “entorpecen el cumplimiento de las tareas revolucionarias”.
DAVID.
Merecido como los anteriores, el Premio de la FIL otorgado a David Huerta, quien cosecha reconocimientos conforme avanza su creatividad literarita, depurada, seria, sin estridencias ajenas a la dura disciplina de la poesía verdadera.
Y lo mejor: 125 mil dólares. El relámpago verde de los dólares habría dicho alguien cercano a su corazón.
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