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La buganvilia y El Ecoloco



En los días pasados, quizá influido por una temperatura no ajena a su lugar de origen, el Presidente se ha puesto a considerar asuntos de enorme trascendencia nacional, como por ejemplo, el esplendor florido de la buganvilia, ese arbusto trepador de tallos leñosos y de dura fibra, cuyas flores aturden la mirada y le dan cobija de color a bardas, balcones y suspiros de señoritas enamoradas.

Todos sabemos la historia de Monsieur Louis Antoine de Bouganville, ese explorador francés, quien a fines del siglo XVIII no sólo fue protegido por Madame Pompadour, sino gran navegante quien al recorrer los océanos conoció en Brasil la planta de la ahora llamada Buganvilia (bueno, no fue él, sino Philibert Commerson, un botánico a su servicio, quien así la nombró, como el embajador estadunidense, Joel Roberts Poinsett clasificó con su apellido a la flor mexicana de Nochebuena. En fin.

Commerson y Bouganville se sorprendieron con la belleza florida de esa planta “de hojas alternas, pecioladas, ovaladas a elípticas, lanceoladas… cuyas espinas están presentes en las axilas de muchas hojas, y éstas sirven para que la planta trepe sobre otras plantas.

“Flores blanco-cremosas nacen comúnmente en grupos de tres y son pequeñas e inconspicuas”, dice la clasificación herbolaria.

Bueno, más allá de la botánica, el Presidente ha dicho:

“…Tengo, por ejemplo, pensado que vamos a premiar a los pueblos más limpios de México, los mejores pueblos limpios y adornados, donde están los mejores jardines, las avenidas con buganvilias, que es una flor que se da en todo el país…

“… en el campo de las flores yo he visto, observado, que una de las flores que se da en todos lados es la buganvilia y adornar los pueblos con buganvilia, las entradas de los pueblos, ya hay pueblos así que, en las casas, en los balcones, ponen flores, pueblos bellísimos.

“Entonces, vamos a hacer una convocatoria para que podamos entre todos —desde luego hay que crear un jurado— y tienen que ir a los pueblos, y nos tienen que mandar de los pueblos información para ver cuáles son los pueblos más limpios, más bellos, con los mejores jardines y les vamos a dar un reconocimiento, no sabemos de qué tipo, estamos viendo eso, pero sí van a ser mencionados (¡Ah!, bueno) desde Palacio Nacional.

“Y a lo mejor una obra pública que se requiera en ese municipio sea autorizada como reconocimiento, porque eso es lo otro, tenemos que atender la limpieza de los pueblos.

“No al Ecoloco, no a la basura, no a la suciedad. Podemos hacer muchas cosas…”

Si bien la estrategia de seguridad nacional ya determinó olvidarse de la guerra contra el narco y sus jefes, ahora el Presidente le dice NO al Ecoloco (capo mayor del Cártel de la Mugre), con lo cual coloca la Cuarta Transformación en la vanguardia contra un horrible y terrible enemigo, inventado por Silvia Roche y Alejandro Quintero en aquella célebre serie de televisión, Odisea Burbujas.

Por lo pronto, para cuidar el paraíso bajacaliforniano, el Presidente, le ha dicho también NO a la mina de oro (otra) de Ricardo Salinas Pliego en BCS.

—Hace unos meses estuve en La Paz —recordó—, y estaban planteando que me definiera sobre lo de la mina.

“Ya llegó también la hora de la definición, y le digo al pueblo de Baja California Sur: No a la mina.

—¿Por qué no?

—Porque tenemos que cuidar el paraíso, no destruir el paraíso, cuidar la naturaleza. Y si estoy hablando de que la gente vive del turismo, tenemos que cuidar el medio ambiente. Y si estoy hablando de que vamos a abastecer de agua, pues tenemos que cuidar el agua que hay en el subsuelo…

Y no habrá consulta porque esta sería una obra durante este gobierno, no como las otras canceladas, cuyo origen se pierde en los años anteriores. Para sí o para no.

“Cuidar el paraíso, no destruir el paraíso”.

Por cierto, Bouganville ubicó el paraíso en Tahití (Vargas Llosa en una esquina), e influido por sus descripciones, hasta allá fue a dar Paul Gauguin.

Pero ésa es harina de otro costal. Por ahora, vivan las buganvilias (también las “bugas”) y mueran El Ecoloco y la mina de Ricardo Salinas.

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