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Los bobos y los engañabobos



Entre los muchos días dedicados a algo, hoy la fecha se orienta, en algunos lugares del mundo,  a los mensos cuya limitada capacidad los dejó fuera del camino, porque no se enteraron del cambio del calendario gregoriano y quisieron celebrar el inicio del año en abril como se hacía en tiempos muy remotos.

El “Día del Bobo”.

Pero en México ese día es todos los días.

Vivimos rodeados de engañabobos y en las instituciones oficiales se hacen grandes obras y se despliegan enormes esfuerzos para puras pendejadas, como por ejemplo, la constante atención a los eructos geológicos de Don Gregorio Chino, a quien le han puesto sismógrafos y angiómetros  minerales, dizque para prevenir posibles tragedias originadas por sus desahogos de ceniciento vapor y su arrogante penacho de kilómetros de humo gris, como plumaje en el lejano azul del firmamento.

Puro cuento: el Popocatépetl se comporta de la misma manera, desde hace muchos siglos.

Uno de los conquistadores (sí, uno de esos incapaces de pedir perdones de ultratumba), llamado Diego de Ordaz; fue —a su manera— el primer vulcanólogo en México. Su codicia (dice Bernal Díaz del Castillo), lo llevó a trepar la montaña humeante.

“...Y es que el volcán que está cabe (sic) Guejocingo, echaba en aquella sazón que estábamos en Tlaxcala, mucho fuego, más que otras veces solía echar, de lo cual nuestro capitán Cortés y todos nosotros, que no habíamos visto tal, nos admiramos de ello; y un capitán de los nuestros que se decía Diego de Ordaz, tomole codicia de ir a ver qué cosa era, y demandó  licencia de nuestro general para subir en él, la cual licencia le dio y aun se lo mandó. Y llevó consigo dos de nuestro  soldados, y ciertos indios principales de Guajocingo (sic).

“...Y los principales que consigo llevaba poníanle temor, con decirle que luego que estuviesen a medio camino de Popocatepeque (sic) no podrían sufrir el temblor de la ­tierra y llamas y piedras y cenizas, que de él salen y que ellos no se atreverían a subir más de donde tienen unos cúes de ídolos que llaman teules de Popocatépeque”.

Como se ve, el asombro indígena, conjurado y matizado por la idolatría de esos teules (hasta la fecha en las montañas sagradas de México se colocan ofrendas cíclicamente, en un diálogo profundo con la naturaleza), era compartido por los españoles quienes no habían visto jamás tal espectáculo.

Pero los tlacuilos siempre dibujaron al monte sagrado con sus llamas y sus nubes de negra humareda. Hasta ese nombre le impusieron. La montaña de mucho humo.

Hoy los informes del Cenapred, elaborados por los vividores  cuyo trabajo consiste en subir y bajar las inútiles alertas del jamás catastrófico volcán, podrían competir con la prosa casi naive de Bernal Díaz del Castillo. Con una distancia de cinco siglos.

“...El 28 de marzo pasado, con base en el análisis de la información disponible, el Comité Científico Asesor del volcán Popocatépetl (ahí nomás p’al gasto), recomendó cambiar la fase del Semáforo de Alerta Volcánica de Amarillo fase 2 a Amarillo fase 3, lo cual constituye una medida preventiva ante los cambios observados.

“...En las últimas 24 horas, por medio de los sistemas de monitoreo del volcán Popocatépetl, se identificaron 83 ­exhalaciones acompañadas de vapor de agua y gases volcánicos…

“...Durante la noche no se observó incandescencia sobre el cráter…

“...El Cenapred exhorta a NO ACERCARSE al volcán (con la cautela de principal de Tlaxcala), y sobre todo al cráter, por el peligro que implica la caída de fragmentos balísticos  (¡Uy!, cuánto miedo) y en caso de lluvias fuertes alejarse de los fondos de barrancas por el peligro de flujos de lodo y escombro”.

Total, puro cuento. Nada de nada. Y las “vías de escape”, como trincheras, llenas de hoyos. Nunca se han necesitado.

BESOTÓN

Como suele suceder en estos casos, el hilo se reventó por lo flaco. Alejandro Rojas Díaz Durán, creador de “El Besotón”, esa enorme aportación a la cultura urbana de esta vieja ciudad, fue echado a patadas de la coordinación de asesores de  Morena en el Senado (con esos consejeros…)

Se quiso poner, no con Sansón, sino con Dalila (Polenvsky), y salió rapado como “perro” en novatada preparatoriana.

Nadie fue en su auxilio y por lo visto ni siquiera el Santo Niño de Atocha le hizo el favor de su cuidado. Ya tocará las puertas de la cancillería.


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