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Licenciado Job, su vuelo está demorado



De sobra conocemos las penas y agobios a los cuales el gran Dios sometió a Job. Los límites de su paciencia fueron infinitos y ejemplares, prueba del inmenso amor obediente a su creador, pero si el licenciado Job hubiera nacido en nuestros días, las pruebas divinas de su atemperada conducta habrían incluido, seguramente, la firma menos placentera de perder el tiempo: esperar en un aeropuerto porque el vuelo se ha demorado horas y horas.

No importa si la pérdida de tiempo se debe a un cierre fugaz del aeropuerto de destino, como ocurrió hace poco en la Ciudad de México, azotada por un tormentón de aquellos. Una hora de clausura se traduce en cinco de espera porque no se aguarda solo: los usuarios de otras terminales aéreas van formando un número considerable de vuelos demorados, por lo cual la saturación se convierte en un atasco mayúsculo.

Uno puede, en ese caso, sacar el libro de la buena conducta y ponerse a leer las páginas del hastío; pero cuatro o cinco horas desperdiciadas en calentar el asiento de una rústica cafetería en Huatulco, no son ganancia para nadie.

Todos sabemos el percance sufrido por el presidente electo, don Andrés Manuel, quien ha hecho de su aversión a los vuelos oficiales en aviones operados por el agónico Estado Mayor Presidencial, una de las banderas de su austera dignidad republicana.

Si no es muy práctico, sí es muy llamativo en el discurso con el cual cosechó millones de seguidores y de votos (devotos).

Durante la campaña alguien, recuerdo, le preguntó por esta costumbre (algunos la llamarán manía) de usar nada más aviones comerciales en clase turista; o sea, clase incómoda y cómo combinaría eso con los compromisos, por ejemplo, en las Naciones Unidas.

—¿Y si el vuelo se cancela o llega tarde?

—Pues les digo que no llegué… —fue su sencilla respuesta.

Esa actitud de extrema serenidad es de seguro lo mejor para evitarse percances cardiacos. Un poco de resignación y una dosis correcta de “Amlodipino” y no hay percance de puntualidad suficiente para perturbar la tranquilidad del futuro jefe del Estado nacional.

Éste es un texto apócrifo de seguro, pero vale la pena añadirlo a las calamidades de Job, de cuyo relato me he privado en las líneas anteriores:

“Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito;(19) y un gran viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para darte la noticia.

“(20) Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, (21) y dijo:

“Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. ¿Pero estás seguro que el vuelo sale a tiempo?”

SENADO

Nadie lo dice abiertamente pero cada día se nota más el pleito de Martí Batres, presidente de la Mesa Directiva del Senado contra el líder de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política, Ricardo Monreal, coordinador además de la aplanadora morenista en el Senado, muy por encima de Batres.

Y ésa es la razón del pleito: Martí pugnó hasta el fin por esa posición y no por su actual cargo administrativo en la Mesa Directiva, el cual es de corto plazo.

Primero fue el caso de la votación equivocada en cuanto a la licencia del gobernador de Chiapas, el senador Manuel Velasco, el hombre bifronte de la grilla mexicana para cuya satisfacción fue necesario colocar en posición ridícula (decúbito prono supino) al Senado.

Martí ya sabía cómo eran las cosas y se quiso pasar de listo. Jugó a las contras, dijo un viejo habitante del Senado.

Después, vino aquel célebre tuit en el cual el Senado se convierte en un escenario de propaganda para Morena, a lo cual Martí Batres, diligente y formal, como si de veras creyera sus palabras emocionadas y republicanas, respondió con toda entereza: se ha faltado a la institucionalidad.

El mensaje marras decía:

“A 208 años de la Independencia de México, el @senadomexicano adquiere plena legitimidad rumbo a la #CuartaTransformación de la República. Vamos a lograr el resurgimiento de la grandeza de nuestra patria.”

Batres ofreció una explicación y en seguimiento de las viejas costumbres, le echó la culpa a un área fuera de su control: Comunicación Social.

Todo mundo sabe quién ocupa esa jefatura y por qué.

Abelardo Martín es una pieza de Ricardo Monreal en todo ese ajedrez.

Por eso suena extraño el mensaje de Batres:

“Este tuit ha causado molestia. Y con justa razón. No es institucional. No fue ordenado por la Mesa Directiva del Senado. Hoy instruiremos al área de Comunicación Social a realizar una labor institucional en la comunicación oficial del Senado.https://twitter.com/senadomexicano/status/1041445091716390912

Si no fue ordenado por la Mesa Directiva, ¿entonces por quién? Sólo queda la Jucopo.

Y ya se sabe, en Madrid, no son iguales Martín y Martí.

 

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Twitter: @CardonaRafael

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