Con frecuencia escuchamos la propaganda de algún grupo radiodifusor cuya programación se divide en musical y hablada. La radio hablada a veces es la radio mal hablada, mal dicha, llena de lugares comunes, de frases mal hechas, de frases irreflexivas.
En medio de la molicie de la Semana Santa, cuando algunos trasnochados aún discuten si la laicidad del Estado nacional se diluye por festejar vacaciones del gobierno en estos días, uno escucha de nuevo algunas frases hechas, a veces mal hechas, pero cuyo catálogo nos nutre o al menos alimenta nuestra forma de hablar.
Por ejemplo, cuando hay un problema de tránsito y la congestión impide el avance, decimos lamentosos: íbamos a vuelta de rueda, cuando no deseamos expresar el movimiento, sino la velocidad de esa rotación. A los vehículos de Fórmula 1, a 300 o más kilómetros por hora, también les dan vueltas las ruedas. Si no giraran, simplemente habría inmovilidad.
Pero lo decimos con la misma contundente firmeza de quien en una emisión de radio anuncia la sección deportiva con toda la información de los deportes o aquel cuya elocuencia lo hace confundir la ubicación con el ser: estamos aquí en lo que es el Zócalo de la ciudad de México… Lo que es…
Pero hay otras cosas.
La frase “se fue la luz” cuando lo ocurrido es una interrupción de energía, no de luminosidad. Cuando se va la corriente se apagan los focos. Electricidad y luz no son sinónimos. También cuando apagamos un foco se va la luz, pero si desconectamos un aparato de radio, se va el sonido.
Nadie dice después de un transformador estallado: se fue la música. Pero festejamos con alborozo de aplauso primitivo cuando las cosas regresan a la normalidad y decimos aliviados: ya vino la luz… sí, y todo lo demás, hasta el ruidoso motor de la aspiradora.
Decimos también “la ropa sucia se lava en casa” cuando nos referimos a otra cosa. La ropa sucia se lava en las lavanderías y en algunos casos en las tintorerías. Se busca expresar la limpieza discreta de las prendas íntimas.
La ropa sucia se lava en casa y fuera de casa y la limpia no se lava en ninguna parte…
Pero solemos hablar mal.
Con frecuencia escuchamos la propaganda de algún grupo radiodifusor cuya programación se divide en musical y hablada. La radio hablada a veces es la radio mal hablada, mal dicha, llena de lugares comunes, de frases mal hechas, de frases irreflexivas.
Hace unos días escuché quién sabe dónde el autoelogio de una estación donde se ofrecía objetividad en el tratamiento de la información electoral: equilibrio hasta el extremo, decía sin reparar en lo obvio: si algo llega al extremo, ya no guarda ningún equilibrio… pierde el balance.
En ese mismo sentido, en el campo radiofónico se habla del espacio: gracias por el espacio, dicen los entrevistados cuando alguien los ha interrogado con docilidad publicitaria en una entrevista para tal o cual programa. Y no, en la radio no hay espacio (por el espacio se difunde todo, hasta el silencio), hay tiempo.
Gracias por el tiempo, deberían decir.
Pero en fin, estas divagaciones sólo prueban una cosa: hacer una columna para el Viernes Santo es tan difícil como hallar agujas en el pajar.