Con insistencia casi insoportable los discursos de todas las tendencias y corrientes políticas, por no decir la voz de las buenas conciencias, nos hablan de la necesidad de convertir a México en un país de leyes donde impere el “Estado de Derecho”, pero la verdad es otra: la política consiste no en la aplicación de la ley sino en la administración de sus violaciones.
Pongamos dos ejemplos. Podría habar más, muchos más, pero con estos es suficiente.
Hace unos días, de manera fortuita o planificada, lo mismo da para fines prácticos, fue capturado un delincuente llamado El Yorch, cuyo expediente judicial es de notable amplitud. Ingresos a reclusorios, detenciones múltiples. Tan grande es su hoja negra como la protección de la cual dispone.
Tardó en caer con un cargamento de cocaína, anfetaminas y mariguana. Pero menos tardanza tuvo el juez en soltarlo con cualquier pretexto y sin posibilidades de intervención de ese elefante blanco llamado Consejo de la Judicatura cuya capacidad revisora es mínima, excepto si se recibe una indicación del Poder Ejecutivo o se trata de una venganza entre los grupos de jueces en conflicto.
Al conocer la liberación so pretexto de una reclasificación de las faltas, “la PGR (APRO) señaló que ambas conductas delictivas (posesión y comercio) se encuentran clasificadas como delitos graves, conforme a lo establecido en el artículo 194, fracción I, inciso 12, del Código Federal de Procedimientos Penales.
“También sostuvo que acreditó con los elementos necesarios de prueba que la posesión del narcótico era con fines de venta, a lo que se sumó la agravante de haber sido detenido en la cercanía a un centro escolar, como es a una distancia de 40 metros de CU, y de contar con antecedentes penales.
“Sin embargo, la juez Rosa María Cervantes resolvió la situación jurídica del inculpado dictándole la formal prisión con la reclasificación del delito a ‘contra la salud en su modalidad de narcomenudeo’, en su variante de posesión simple.
“La PGR explicó que, con la reclasificación del delito en la forma en que fue hecho por la titular del Juzgado Décimo Primero de Distrito de Procesos Penales Federales en el Distrito Federal, el inculpado podría obtener su libertad bajo caución una vez que lo solicite, ya que con esta modalidad deja de ser un delito grave”.
Pero el asunto de la calificación de los delitos es un tecnicismo. La verdad es otra: El Yorch está protegido por otros delincuentes quienes a su vez se amparan en un delito mayor. Sólo en este país el delito se convierte en la garantía de la inmunidad. Y luego de la impunidad.
Tanto él como quienes ocupan el auditorio Justo Sierra de la UNAM han colocado una espada de Damocles en la cabeza de la frágil, tranquilidad de la “Casa de estudios” cuyo carácter autonómico se ha usado siempre como pretexto para el vandalismo extraterritorial. Entender así la autonomía es tan estúpido como si se dijera, aquí no hay contaminación ambiental porque CU es autónoma o aquí no circulan los pesos por la misma condición administrativa, ni llueve cuando cae el agua en el valle completo.
Pero en el nombre de esa tranquilidad se permite todo, hasta la invasión y el despojo de un auditorio durante más de tres lustros sin nadie para ponerle remedio. Ni dentro, ni fuera. Otro caso es el Eje 1 Norte, zona franca para los vendedores de cualquier cosa, cuyo comercio ya ha invadido las aceras de cuadras y cuadras de la colonia Morelos. Nadie lo impide, nadie lo puede controlar. Y cuando hay un tímido intento, el motín se presenta para echar a patadas a policías e inspectores fiscales. Es la administración del delito, el incumplimiento de los reglamentos y las leyes, la conveniencia y la tolerancia extremas. Es la simple, sencilla y cómoda política de “laissez faire; laissez passer”. Dejar hacer; dejar pasar.
KRAUZE
—Tenga, don Rafael. Lea esto y hágale una entrevista al autor. Es uno de los “niños genio” de don Daniel (Cosío Villegas) en el Colegio de México. Y me dio Julio Scherer los caudillos culturales de Enrique Krauze.
Y ahí fui a verlo a un pequeño departamento en las calles de Porfirio Díaz esquina con Providencia. Y ahí le hice su primera entrevista.
Ahora EK (Reforma) dice: “…la primera entrevista que concedí nada menos que a Elena Poniatowska…”.
Ese detalle me recordó a un amigo cuya obra editorial él mismo financió. Puso un colofón en el cual advertía: se imprimieron cien ejemplares de este opúsculo, firmados y numerados por el autor. Todos decían, 001 y ahí escribía una dedicatoria.
—Todos mis amigos son el número uno, explicaba.
PROPINAR
En el texto de ayer, si hablamos de Elena, se decía en referencia al golpe Vargas Llosa-Gabo: “…al momento de levantarse para ir a recibir el putazo más famoso en los riesgos, etc…”.
Obviamente Mario no se levantó a recibir, se alzó a propinar, lo cual es muy diferente. Errores, errores…