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Tributar como en Londres; vivir como en Calcuta



La idea de este encabezado no es mía.

Lo dijo hace muchos años la notable periodista Margarita Michelena, quien a su agudo sentido crítico agregaba una erudición envidiable y un grandísimo talento poético.

“Tributamos como en Londres, pero vivimos como en Calcuta.”

Y los cielos grises de humo, producto —nos dicen—del incendio periférico de pastizales y yerbajos, nos tiene el cielo como en el Londres en la era del carbón (esmog proviene de “smoke” y “fog”; humo y neblina) o como Calcuta, de la interminable era del estiércol.

Y no es un insulto para los indios. Es la mera verdad.

Las tardes de Nueva Dehli, por ejemplo, son siempre grises, densas, turbias; el sol de la mañana se asoma detrás de un velo humeante, porque millones de indios preparan sus alimentos con el único combustible fácil de adquirir: el estiércol seco bajo el sol, de las vacas sagradas, cuyas plastas cubren calles y aceras.

Hoy, la contaminación de la Ciudad de México está peor de lo previsto por una autoridad poco previsora. Las explicaciones de la regenta de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, resultan tan turbias como la grisura del cielo.

Leamos esta nota de “La (nada fifí) Jornada”:

“…La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, dijo hoy que no hay un plan para reaccionar ante el grado real de contaminación en la zona metropolitana, porque no hay un índice que mida las partículas suspendidas más pequeñas”.

Ante esta pasmosa prueba de cómo se confunden las partículas medibles con la evidencia de una nube parduzca o negra sobre el desastroso cielo de la ciudad, sólo queda una evidencia: la autoridad nada más considera fuentes de contaminación a los autos. Por eso esta guerra contra la combustión interna ha descuidado todo lo demás.

Los autos —sometidos a la inútil e innecesaria verificación fiscal (no ambiental)—, son los mismos y cada vez más (con mejores sistemas de control de emisiones), y los cielos podridos, como los de estos días, no son siempre iguales.

Pero lo quieren resolver todo con bicicletas y patines del diablo.

Por lo pronto, “…La Secretaría de Educación Pública suspendió hoy las actividades al aire libre en las escuelas, debido a la mala calidad del aire en la capital.

“En una conferencia de prensa, Sheinbaum dijo que el índice de medición de la calidad del aire sólo mide las partículas PM10.

“Si ese índice no llega a los 150 puntos, como ha sido el caso de los últimos días, no se declara contingencia ambiental. Pero no hay forma de evaluar el impacto de las partículas más pequeñas”, señaló Sheinbaum.

“Sheinbaum señaló que en los últimos tres días la polución en la ciudad fue provocada por los incendios, que a su vez se han multiplicado por las altas temperaturas, intensa sequía y baja velocidad de los vientos en el Valle de México.

“Los incendios forestales y agrícolas han sido controlados a tiempo” y desde el sábado se encuentra reunida la Comisión Ambiental de la Megalópolis, informó”.

GOBERNACIÓN. Propuesto por la entonces representante de la Cámara Nacional de la Industria Editorial, Ángeles Aguilar Sínzer, cuando Héctor Gandini era director de Medios Impresos de la subsecretaria de Medios, y Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, acepté formar parte de la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas.

Un cargo de colaboración y como dicen los abogados “pro bono”. Es decir, sin remuneración.

Ayer le envié al doctor Clicerio Coello Garcés, titular de la Unidad de Normatividad de Medios (Segob), la siguiente carta de separación:

“Por medio de la presente le informo a usted —para los fines a que haya lugar—, mi decisión de separarme del cargo honorario con el cual fui distinguido por esa secretaría para participar en la Comisión  Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas, en el cual me desempeñé desde la pasada administración,

“Igualmente le pido que sea tan amable de informar lo anterior a la subsecretaría respectiva y a la señora secretaria OLGA SÁNCHEZ CORDERO, de todos mis respetos y consideración.

“Atentamente”.

Obviamente esta columna no está para informar de actividades personales, pero por tratarse de un cargo relacionado con el mundo editorial y la actividad periodística —y por tanto política—, he considerado necesario, en el nombre de la claridad, dejar constancia de esta separación, como lo hice, en su momento, al aceptar el nombramiento.


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