Hace ya tiempo, el director del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, Ramón Aguirre, lo dijo en tono coloquial pero nadie le hizo caso: en 50 años esta ciudad se va al carajo si no se invierten 8 mil millones de pesos en las cuestiones hídricas.
Pero ese aviso no vale nada si no se atiende la otra parte del problema: la sobredemanda de agua como consecuencia de una política desaforada de construcción sin gobierno ni concierto, cuyos peores productos son las plazas comerciales, los grandes conjuntos habitacionales de elevada densidad, los clubes deportivos, las albercas y los “desarrollos”, cuya amplitud ya se extiende más allá de los cerros y montañas del cinturón de la cuenca, y amenaza con derramarse sobre La Marquesa, Lerma y demás conurbaciones.
Hace unos meses, el mismo Ramón Aguirre lo dijo con toda claridad en una ponencia llamada: Evaluación de los Sistemas de Agua en la CDMX, sustentada en la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción.
Las líneas generales de dicha ponencia fueron divulgadas así por los medios:
“El director del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex), Ramón Aguirre Díaz, pidió revisar el impacto que podrían tener 30 proyectos inmobiliarios que se pretende levantar en la carretera México-Toluca no sólo en materia de agua, sino en materia de movilidad y urbana.
“Los proyectos que se ubican en las delegaciones Cuajimalpa y Miguel Hidalgo aún no están autorizados; se requiere un estudio técnico para ver la viabilidad del abasto de agua y para ello las desarrolladoras tendrían que hacer una gran inversión.
“Abastecer de agua a estos nuevos conjuntos habitacionales requeriría perforar pozos profundos en la zona, reforzar esto con algún proyecto de la cuenca de Lerma y plantas de bombeo. Todo ello constituye un proyecto muy complejo que tendría que estudiarse.…
“Si bien es necesario”—dijo—, impulsar el desarrollo inmobiliario y pensar que obedece primero a que representa 14 por ciento del producto interno bruto de la Ciudad de México, lo que significa que alrededor de un millón y medio de personas dependen de esta actividad en la capital del país.
“El sector también va sentando las bases para una sociedad moderna, equipada, que pueda atraer inversiones; “sin embargo, en los tiempos recientes se ha desatado una ola de ataques al tema del cártel inmobiliario, y es que también no son nada tímidos, agarran y te empiezan a construir torres enormes en todos lados, en zonas donde a veces el tránsito no debiera permitir más construcciones; el gran problema que tiene el tema inmobiliario es que no considera el aspecto ambiental y de movilidad.
“Estos temas no se analizan, prácticamente se autorizan; yo nunca he visto que nadie diga ahí no se puede autorizar una vivienda más por movilidad y también hay muchas quejas por el tema ambiental”.
Éste podría ser el meollo de todo el asunto: autorizar es la consecuencia de un trámite administrativo, aceitado o no por las dádivas, moches y cachupos, o una solicitud cuya solución puede o no puede concederse con base en criterios técnicos.
La explicación simple es, esto está autorizado...
Pero nadie se pone a pensar si el caos deja de serlo sólo porque un burócrata lo autorizó.
¿Una vez autorizadas las cosas pierden su capacidad nociva?
Y sobre el tema hidráulico, en esa misma conferencia, Aguirre Díaz dijo:
“…se requiere una inversión en infraestructura hidráulica de alrededor de 5 mil millones de pesos al año, durante 30 años, para atender todas las necesidades que se tienen en materia hidráulica en la ciudad, como es la renovación de colectores, algunos de los cuales datan del Porfiriato, atender la sobrexplotación del acuífero, perforar pozos profundos como alternativa para el abastecimiento ante el problema social que implica traerla de entidades vecinas, cambio de tuberías en la red de agua potable, pues debido a su antigüedad se presentan fugas en alrededor de 40 por ciento de la red”.
Por lo pronto y mientras la Cuarta Transformación comienza en la Ciudad de México con los funcionarios públicos convertidos en promotores de la fe lopista e instructores de la juventud en cursos de “pacificación”, la capital se apresta al gran ensayo: vivir cuatro días sin agua.
A ver cómo le hacen en el siguiente estiaje.
DOÑA BEATRIZ
Rogelio Fernández Güell —cuyo nombre lleva una de las principales avenidas de San José, en Costa Rica—, fue un personaje singular con presencia en la Revolución Mexicana. Su historia ha sido investigada por Beatriz Gutiérrez M., quien será reconocida por la Academia Morista Costarricense el próximo día 24.
El instituto lleva ese nombre en memoria del libertador costarricense, Juan Rafael Mora. Su presidente es el periodista Armando Vargas Arayaa, quien alguna vez en una entrevista Carlos Fuentes le preguntó:
—¿Usted de donde es?
—De Costa Rica; dijo Armando.
—Ah, eso es como un lleno de la plaza México….
Quizá en su discurso lo recuerde.
Twitter: @CardonaRafael