El encarcelamiento (injusto, según han dicho ahora las sabias palabras de la justicia) de la profesora Elba Esther Gordillo, fue preparado por una campaña mediática furibunda, cuyos autores, algunos de los cuales, ya se sentían merecedores a un premio Oscar por sus documentales.
También elevaron sus gacetillas a la categoría de revelaciones únicas en la promoción del “periodismo de investigación”, cuando no hacían sino reproducir, con el adobo suficiente para convertir con un buen refrito, documentos filtrados por el gobierno, en un platillo gourmet.
Hoy todos se quedan con el mal sabor de haber servido a una causa finalmente derrotada.
A fin de cuentas las acusaciones políticas más feroces se dieron con el implacable señalamiento de la mala calidad educativa, de lo cual culparon a un sindicato siempre disponible para los caprichos y necesidades electorales del gobierno.
Hoy, cuando la reforma educativa —cuya finalidad era quitarle al grupo sindical la hegemonía educativa y recuperarla a favor del Estado— es un traste viejo en manos de un gobierno cuya clientela se aumentará con ese mismo sindicato, deberán buscar otro camino para su condena.
Quizá las incomprensibles explicaciones de Esteban Moctezuma en torno de los cambios a la evaluación de los maestros, algún día encuentran alguien para entenderlas, pero el caso ahora es resolver la doble alianza: los miles de maestros “sentistas” (representados por Rafael Ochoa, René Fujiwara y el yerno innombrable), cuyos votos fueron para Andrés Manuel López Obrador, y los “centistas”, quienes enarbolan pactos firmados con el futuro Presidente.
La libertad de la maestra Elba Esther, además de permitirle un tiempo de vida sin los sobresaltos carcelarios (así hayan sido en instituciones hospitalarias, pero el encierro es el encierro y la rabia no se cura con cambiar el color de las paredes y la jaula de oro también tiene rejas), le dará oportunidad de evaluar quiénes la acusaron y quiénes le deberán pagar por la inquina y la saña con la cual fue perseguida y herida.
Y no sólo en la política, también en los medios y las redes.
Hoy ya hay tiempo para recuperar al patrimonio sindical, los cuadros, los tableros de los grandes pintores mexicanos, los edificios, las instalaciones usurpadas. Para algo se otorgan los nombramientos vitalicios.
Hace muchos años, cuando el pleito contra Roberto Madrazo era un carbón al rojo, Elba bebía té en el Balmoral. La saludé y le pregunté cómo estaba.
—Aquí, aguantando los madrazos.
Y ahora, ésa me parece su invariable actitud.
REVERSA
Algunos lectores me han solicitado la reproducción de la forma como la prensa francesa (la parte más notable de ella, al menos), encabezó en sus titulares el regreso de Napoleón Bonaparte tras su fuga de la isla de Elba (otra Elba).
Con gusto lo ofrezco de nuevo, porque esto confirma la vieja sentencia latina de no buscar novedades bajo la luz del sol.
Nada nuevo.
¿Y cómo siguió Le Moniteur Universel el trayecto de Napoleón desde su huida de Elba hasta la entrada triunfal en París?
Veamos algunos titulares:
— 9 de marzo: “El monstruo escapó de su destierro”.
— 10 de marzo: “El ogro ha desembarcado en Cabo-Jean”.
— 11 de marzo: “El tigre ha llegado a Gab”.
— 13 de marzo: “El tirano esta en Lyon. Cunde el pánico en las calles”.
— 18 de marzo: “El usurpador esta a seis jornadas de París”.
— 19 de marzo: “Bonaparte avanza a gran velocidad, pero nunca entrará en París”.
— 20 de marzo: “Napoleón llegará a las murallas de París mañana”.
— 21 de marzo: “El emperador está en Fontainebleau”.
— 22 de marzo: “En la tarde de ayer Su Majestad El Emperador hizo su entrada pública y llegó a las Tullerías.
“Nada puede exceder la alegría universal ¡Viva el Imperio!”.
FISCALÍA ÚTIL
La diferencia entre una Procuraduría General de la República, hoy desgastada como nunca en su erosionada historia, y una Fiscalía autónoma, no debería pensarse únicamente en su desprendimiento del Ejecutivo sino en su absoluta capacidad propia de gestión, mediante una alta calidad jurídica en su trabajo.
El caso de la maestra prueba algo tan grave como su utilización política; su ineptitud hasta para cumplir con tan aviesos encargos.
La independencia de la investigación (no sólo la relacionada con los delitos cometidos en el gobierno y sus negocios sucios, lo cual parece preocupar únicamente a las buenas conciencias), debería garantizar la limpieza procesal y técnica en general de todas las investigaciones.
Eso no depende ni de la independencia ni de la dependencia, depende del talento de los responsables, quienes a veces se ven relegados por las mafias internas.
Si la nueva Fiscalía, cuya constitución tanto desvela a la Coparmex y a otros organismos de la sociedad civil ha de ser útil para México, no importa si proviene de postulaciones desde el poder o no. Depende a quién se postula, y por lo visto hasta ahora, la autonomía no será sino un accesorio de propaganda.