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Las cartas sobre la mesa



Dejemos por ahora las edulcoradas palabras del Señor Presidente, quien habló hace ni siquiera una semana, en medio de la crisis derivada de la inminente aplicación de aranceles a las exportaciones mexicanas a EU, sobre la “bonita amistad con el pueblo americano”.

No tomemos tampoco en cuenta la sigilosa conveniencia de hablarle al Imperio  “quedito”, como estrategia de sordina o de sardina frente al tiburón.

“…si vamos a tomar una decisión, decirlo quedito, sin alzar la voz, con todo respeto, pero con firmeza.”

No, no paremos en esos nimios detalles. Mejor atengámonos a algunas ideas de las cartas enviadas, cada una en diferente circunstancia, por nuestro Ejecutivo, al presidente de Estados Unidos y dejemos  a cada lector su conclusión.

“…debemos seguir trabajando de la mano para ayudarnos mutuamente…

“…En cuanto a lo político, me anima el hecho de que ambos sabemos cumplir lo que decimos y hemos enfrentado la adversidad con éxito.

“Conseguimos poner a nuestros votantes y ciudadanos al centro y desplazar al establishment o régimen predominante. Todo está dispuesto para iniciar una nueva etapa en la relación de nuestras sociedades, sobre la base de la cooperación y la prosperidad. Hagámoslo….

“…Habrá muchos cambios, señor presidente Trump. Y en este nuevo ambiente de progreso con bienestar, estoy seguro que podremos llegar a acuerdos para enfrentar juntos tanto el fenómeno migratorio como el problema de la inseguridad fronteriza, sobre la base de la cooperación para el desarrollo y bajo la premisa de que la paz y la tranquilidad son frutos de la justicia.

“Todo ello con absoluto respeto a los derechos humanos.

También, como se lo manifesté en nuestra conversación telefónica, considero que debe atenderse de manera integral y de fondo el problema migratorio, mediante un plan de desarrollo que incluya a los países centroamericanos, donde millones de habitantes no tienen oportunidades de trabajo y se ven obligados a salir de sus pueblos para buscarse la vida y mitigar su hambre y su pobreza.

“…Le comparto que mi gobierno está dispuesto a presentar a nuestro Congreso de la Unión la iniciativa y propuesta presupuestal para contribuir con recursos económicos y experiencia propias en este esfuerzo conjunto.

“Si en este plan participamos Estados Unidos y México e incluimos a los países centroamericanos, aportando cada uno de acuerdo a la dimensión de su economía, podríamos reunir una considerable cantidad de recursos para el desarrollo de la región, los cuales se destinarían en un 75 por ciento a financiar proyectos para crear empleos y combatir la pobreza, y el restante 25 por ciento, al control fronterizo y a la seguridad.

“…De esta manera, reitero, estaríamos atendiendo las causas que originan el fenómeno migratorio. Al mismo tiempo, cada gobierno, desde Panamá hasta el Río Bravo, trabajaría para hacer económicamente innecesaria la migración de sus ciudadanos y cuidar sus fronteras para evitar el tránsito ilegal de mercancías, armas y tráfico de drogas, lo cual, consideramos, sería la forma más humana y eficaz de garantizar la paz, la tranquilidad y la seguridad de nuestros pueblos y naciones”.

Esa carta fue enviada en julio de 2018. Hace casi un año. El Señor Presidente no había asumido aún el cargo.

Pero estos fragmentos ya fueron  escritos en los tiempos de la verdad, de la realidad actuante:

“…Estoy enterado de su última postura con México. De antemano, le expreso que no quiero la confrontación.

“Los pueblos y las naciones que representamos merecen que, ante cualquier conflicto en nuestras relaciones, por graves que sean, se recurra al diálogo y actuemos con prudencia y responsabilidad…

“…Con todo respeto, aunque tiene el derecho soberano de expresarlo, el lema “Estados Unidos primero” es una falacia porque hasta el fin de los tiempos, incluso, por encima de las fronteras nacionales, prevalecerán la justicia y la fraternidad universales…

“…De manera específica, ciudadano Presidente: le propongo profundizar en el diálogo, buscar alternativas de fondo al problema migratorio y, por favor, recuerde que no me falta valor, que no soy cobarde ni timorato sino que actúo por principios: creo en la política que, entre otras cosas, se inventó para evitar la confrontación y la guerra…”

Como se ve, algo ha cambiado en el tono de las relaciones México-Estados Unidos y –a mi juicio—, no han sido ellos.

Las ofertas y propuestas del idealismo humanista, se han estrellado contra los muros (de todo tipo), del pragmatismo realista.

Por eso anteayer, la policía frenó otra caravana en Chiapas. Ya se construye el muro del Suchiate, en el Tercer País Seguro.


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