Desde mi punto de vista el matrimonio está muy lejos de ser un sacramento o un contrato civil. No. Es en el mejor de los casos, un incentivo para la industria del vestido, con su inevitable derivación al estímulo de la gastronomía y el trabajo de los DJ o las orquestas.
Es un jolgorio público para acompañar a quienes ya hicieron hace tiempo práctica reiterada de su holgorio privado. Muchas veces por eso se casan. Nada más.
Toda boda comienza o termina en el guardarropas o en su defecto en las tiendas de alquiler de trajes de etiqueta, en el caso de los señores o de “vestidos con experiencia” (eufemismo para ropa usada).
Las preguntas para coronar la invitación recibida para una boda son varias: la primera, dónde es y cuándo es. La segunda, dónde pusieron la mesa de regalos y la ubicación del festejo y cuántos boletos nos dieron.
Pero junto a esas preguntas siempre sobreviene una rotunda y casi siempre calamitosa afirmación: no tengo qué ponerme.
Todo eso me parece parte de una tradición muy arraigada. Cuando Jesús de Nazaret quiso darle al mundo evidencia de sus poderes divinos, escogió una boda para hacerlo. Fue, en cierto sentido, el primer “chincholero” de la historia, pero en sentido inverso: en vez de adulterar el vino —para hacerlo rendir—, en la boda de Caná, hizo el milagro de un mosto celestial y logró para los invitados a la fiesta la más sublime y divina borrachera posible.
Jamás, en ninguna parte, ha habido otra cosecha similar.
Pero de vuelta a los vestidos.
Yo jamás había supuesto una “caminata” espacial, abortada porque la señora astronauta no daba (o sobraba) la talla del traje espacial, tal y como se ha dado a conocer recientemente.
Y claro, cuando las señoras no pudieron salir a la primera marcha sideral feminista de la historia, pues siempre hay un caballero para remplazar, así los astros clamen por una cósmica “equidad de género”.
—¿Cuánto se habrá perdido porque a la astronauta Anne McClaine, no le ajustaba el traje? Quien sabe, pero su frustrada compañera si pudo conocer la intangible brisa del espacio exterior y marchó por la inmensidad acompañada de un señor de nombre desconocido con quien intervino desde fuera, los sistemas eléctricos de la Estación Espacial Internacional.
La falta de un traje adecuado para celebrar nupcias con el firmamento, motivó quejas de connotadas feministas, como la señora Hillary Clinton, quien dijo en su cuenta de tuiter: “Dios mío, hagan otro traje”. Pero ya no daba tiempo.
Por eso, la NASA dijo:
—“Hemos visto sus tuits sobre la disponibilidad del traje espacial para el viernes.
“Para clarificar, tenemos más de un traje de torso talla mediana a bordo, pero para estar según los tiempos acordados de actualización de la Estación Espacial, es más seguro y más rápido cambiar las asignaciones de las caminatas espaciales que reconfigurar los trajes…
“…Anne se entrenó en M y L y pensó que podría usar una talla grande pero, después de la caminata espacial del viernes, la talla mediana se adaptaba mejor’, escribió Stephanie Schierholz, portavoz de la Agencia, en Twitter. En este caso, es más fácil (y más rápido) cambiar de caminantes espaciales que reconfigurar el traje espacial”.
AVIÓN
Pues ya el TP-01 de la discordia, por cuyo inútil confinamiento en los hangares de California el gobierno mexicano sigue pagando un dineral cada mes, ha sido puesto en oferta a través de una página de subastas administrada por la ONU.
Si la ONU sirve también (ese adverbio es una gentileza porque la nulidad de las Naciones Unidas excepto en la fabricación internacional de burócratas es cosa sabida), México debió haber enviado a López Morton a la embajada y no al distinguido psiquiatra Juan Ramón de la Fuente.
REFRITO
El refrito en las propuestas para la discordante Comisión Reguladora de Energía ha puesto en pie de guerra a los más radicales senadores del bloque opositor.
Muy complejo resulta para los opositores el juego. Si consecuentes con sus votos anteriores rechazan las tramposas (no ilegales) ternas, el Ejecutivo (legalmente), podrá designar a los inicialmente rechazados (algunos hasta con diploma de Harvard), y si los admiten ahora, como gatos revolcados, entonces demostrarían su falta de coherencia. Y también serían designados.
En esas condiciones, el futuro de los opositores, quizá con Dante Delgado al frente, sólo es uno: la sistemática oposición en bloque a todo por venir.
No a todo. Eso tampoco es ilegal.
Twitter: @CardonaRafael
[email protected]
[email protected]