El asunto no es de escasa importancia especialmente si se considera el próximo viaje a China, donde el tema será materia de análisis y quizá hasta de discusión.
La reversa en el proceso del tren a Querétaro, cuya licitación ya adjudicada se desvaneció en el aire por decisión presidencial, deja muchas preguntas en el aire, pero de entre ellas una sobresale: ¿Cómo apenas unas horas antes era un proceso tan defendible? ¿Cuándo se produjo la divergencia entre las opiniones del secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza y las del Ejecutivo, Enrique Peña Nieto?
El asunto no es de escasa importancia especialmente si se considera el próximo viaje a China, donde el tema será materia de análisis y quizá hasta de discusión.
Los ganadores vieron desvanecerse su éxito –y su negocio, no importa si vuelven a participar— de la noche a la mañana y aunque han anunciado diplomáticamente su conformidad con la decisión mexicana, quizá en privado o ante sus autoridades no sean tan condescendientes. En muchos casos nadie es tan cortés como un verdugo. Ni siquiera la policía china.
El secretario, horas antes de la cancelación del proyecto soltaba de esta manera los globos de su gozosa explicación:
“..Ellos (los demás interesados) estuvieron trabajando esto desde prácticamente el año pasado; cuando fuimos a China, desde aquel momento en que se hizo una invitación, que fue el señor Presidente a la República de China y se les hizo una invitación, como se le hizo a Japón, a Corea, a Francia, a Holanda, a varios países a través de sus embajadores o bien de las empresas que representan para que participaran, desde este momento se empezó a trabajar ahí un consorcio y empezaron a platicar entre ellos...
“...Es una oferta válida (la ganadora) mientras que no se encuentre que tenga alguna falla que no se haya detectado hasta el momento por parte de quien la esté revisando, es una oferta válida desde el punto de vista económico abajo del valor de referencia que se publicó en junio del año pasado”.
Ya es famosa su frase de un gobierno apresurado. ¿Cómo lo dijo?
“...Es una prisa responsable, es una prisa que nos lleva simple y sencillamente a que estos proyectos se hagan con rapidez para que rindan sus frutos a la economía mexicana lo más rápido posible, una autopista no tiene sentido que dure (que tarde, ¿no?) 20 años como la Mazatlán – Durango, por eso nosotros nos apresuramos en terminarla, quizá si hubiéramos seguido al mismo plazo nos hubiéramos tardado seis años más... “
Sin embargo a las cosas del tren se las llevó el tren. La sospecha sobre la legitimidad del proceso de licitación fue suficiente y ahora la prisa deberá esperar un poco.
En ese sentido vale recordar las palabras de Emilio Gamboa el coordinador del PRI en el Senado, quien explica la conveniencia del viaje a China.
“...el país no se puede detener, México tiene que seguir el camino. El viaje que el presidente Peña Nieto decidió hacer a Asia fue muy reflexionado con su equipo más cercano, con el canciller y los embajadores en Asia”.
Si bien Gamboa recordó la naturaleza de la invitación a China (sólo se le hizo directamente a Peña Nieto y a Barack Obama), las condiciones son hoy muy diferentes de aquellas del “mexican moment”.