Con la misma brillantez de ocasiones anteriores el secretario de Comunicaciones y Transportes, don Javier Jiménez Espriú, ha dado una primera explicación trascendente sobre la caída del helicóptero en el cual murieron Érika Alonso, la gobernadora de Puebla, y el senador, Javier Moreno Valle, su esposo y los tripulantes.
El helicóptero se cayó para abajo.… Este definitivo acatamiento de la ley de gravedad, superior en importancia a cualquier ordenamiento aeronáutico o causa mecánica imaginable o por descubrir, tiene sin embargo un punto de extrañeza para los sesudos investigadores, quienes con la recolección de piezas dispersas y tornillos descabezados, tienen suficiente para indagar no sólo la caída, sino las causas del desplome.
En las actuales condiciones igual hubiera sido decir, se cayó como un piano. Y no de cola, de frente.
Hasta ahora no tenemos duda de lo segundo, pero nos faltan las explicaciones de las causas de lo evidente.
Sin embargo, éste es un hallazgo fundamental.
Con él se podría comprender el destino de Amelia Erhardt, Antoine de Saint Exupery y hasta el misterio del Cuatro Vientos; la aeronave de Emiliano Sala o el choque de la avioneta de Pedro Infante: se fue de nariz.
Dicen los peritos, expertos y duchos en la materia:
“Encontramos el helicóptero en una posición especial (bueno, el suelo es casi siempre una posición especial, excepto en los aterrizajes, ¿no?), cayó casi verticalmente, con el rotor principal hacia el suelo, dio una vuelta, no sabemos cuál fue la causa, si fue una falla de alguno de los componentes del helicóptero, un problema de maniobra, no sabemos qué pasó”, dijo Javier Jiménez Espriú, titular de la SCT”.
Ese despliegue de modestia es realmente notable en el señor ingeniero Jiménez Espriú: no sabemos cuál fue la causa.
Y alguien podría decir, si no sabe, ¿cuál es el motivo de comunicar la ignorancia?
Sería más lógico convocar a los medios desde la conferencia presidencial matutina para escuchar un informe certero, definitivo y completo, y no estos retazos confusos y obvios, pliegos de las cosas sin resolver, porque cuando se nos habla de una caída en posición inusual, se nos quiere ofrecer un patrón de caída usual en aparatos voladores, cuyo uso (uso usual, dice Pero Grullo) no es caerse sino mantenerse en el aire.
Pero quizá esa lógica no opera en los tiempos actuales, en los cuales es posible decir esto:
“Sí; es inusual, no es lo normal. Es una de las cosas que llaman la atención, que haya una caída casi vertical, a 60 grados (si al menos fuera de 61) y además invertida, no es normal”, señaló Carlos Alfonso Morán Moguel, subsecretario de Transportes.
O sea, lo normal son las caídas en ángulos de otra incidencia.
Si usted, en otra época de la comunicación oficial, había considerado insuperable la teoría de la succión de un jet por la turbulencia atmosférica dejada kilómetros adelante por otro avión de mayores dimensiones, como se dijo en el caso del accidente en el cual murió Juan Camilo Mouriño (una mosca en un ventilador, dijo el antecesor de Jiménez, Luis Téllez), ahora se debe enfrentar a este inconcluso rollo gravitacional.
Pero hay otras caídas cuya reconstrucción no resultaría tan compleja y quizá imposible como la del helicóptero poblano: a dos meses del accidente aeronáutico, la presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial, se viene abajo en posición quizá no tan vertical como el “Agusta”, pero sí de bruces, empujada por uno de los magistrados con quien se trenzó en versión tragicómica de la Batalla de Puebla.
La maestra Janine Otálora, cuyo voto en el fallo sobre la legalidad de las elecciones decidió el gobierno de Érika Alonso, fue echada de la presidencia del tribunal. Y en su lugar quedó quien se sumaba a su linchamiento, el magistrado Felipe Fuentes.
Otro magistrado, José Luis Vargas, el ponente del caso Puebla, chocó frontalmente contra la expresidenta Otálora, cuya caída también fue inusual.
Pero doña Janine puede perder la presidencia del Tribunal, en medio de la rechifla de Morena y la sonrisa socarrona del candidato perdedor, Miguel Barbosa, quizá próximo gobernador poblano, pero no deja de lado el estilo y oronda y compuesta, mientras se pliega la falda y se acomoda la “echarpe”, dice:
“Por ello, asumiendo mi responsabilidad de juez constitucional, en aras de facilitar la transición del Tribunal, he tomado la decisión personal, ética y política de presentar mi renuncia al cargo de presidenta del Tribunal Electoral”.
“Bajan… chofer”.
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