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Terrorismo, delincuencia y simple terror



El reciente respaldo de la Organización de los Estados Americanos a la propuesta méxicoestadunidense para  considerar como un acto terrorista el asesinato masivo de personas en El Paso, Texas, reivindicado por su autor como una acción etnocida, es además de un triunfo parcial del canciller Marcelo Ebrard, en su camino de actuar en favor de los intereses nacionales, sin lastimar la sensibilidad del gobierno americano, un avance en su carrera interna.

La oportuna condena a los discursos xenófobos del presidente Donald Trump, por parte de quienes se sienten tan ofendidos por la muerte de mexicanos, cuyo número ni siquiera se acerca las barbaridades de Coatzacoalcos, Minatitlán o Michoacán, por ejemplo, se ha quedado a la espera.

En Estados Unidos le adjudicamos los crímenes, en eco feliz de las palabras de Trump, al “terrorismo interno”, definición vaga, si las hubiera, la muerte de los mexicanos, pero de la hornaza veracruzana no se haya mérito siquiera para ir a Coatzacoalcos y confortar a los deudos de las víctimas.

“…Respecto a la tragedia en contra de connacionales por el atentado en El Paso, Texas, el secretario Ebrard informó que colabora en todo lo necesario con la Fiscalía General de la República (FGR) para la integración de la carpeta de investigación correspondiente”, dice el comunicado de la Presidencia del pasado 14 de agosto. Y agrega;

“…Reiteró (el canciller), que  para México el ataque “es un acto de terrorismo dirigido contra mexicanos por dos razones: una razón es por justicia respecto a lo que ocurrió; y la otra razón es para prevenir, disuadir que se vuelva a cometer uno de estos eventos”.

La única alusión (en medio un comedido lenguaje  diplomático),  contra el discurso de odio la manifestó el Señor Presidente cuando recibió al guadalupano embajador Landau, quien se aprendió  de memoria el provecho político del Tepeyac; inaugurado de manera genial —cuando era todavía creíble—, por el Presidente Kennedy y su bella esposa, Jackie.

Ahora sólo esto trascendió del simbólico acto de entrega de credenciales, sin banda presidencial.

“…El embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, presenta sus cartas credenciales al presidente Andrés Manuel López Obrador, a 10 días de haber llegado al país.

“Luego de concluir el encuentro, el canciller Marcelo Ebrard informó que en el acuerdo se trató la migración de Centroamérica hacia Estados Unidos, y la preocupación por los hechos de xenofobia como el asesinato de mexicanos en El Paso, Texas.

“En cuanto al tratado, reitero que la disposición de Estados Unidos es a respaldar el desarrollo del sur del país, incluso mencionó que, si el gobierno de México da autorización, su primera visita fuera de la Ciudad de México será al sur, probablemente Tabasco”, señaló.

“El mandatario recibió al diplomático en el Palacio Nacional, en un encuentro privado, en el que dialogaron sobre xenofobia, el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), el flujo migratorio y apoyo para Centroamérica”.

En esas condiciones, Marcelo ya estaba casi por concluir sus movimientos hacia Washington. A los pocos días, con un alborozo mayor del producido por las reparadas cañerías de los gasoductos en conflicto, apareció esta información alentada por el gobierno, como si fuera digno marco de las ya inminentes fiestas de la Independencia:

“(EFE).- La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México informó este miércoles que la Organización de los Estados Americanos (OEA) respaldó de forma unánime su declaración de condena al ataque terrorista del 3 de agosto en El Paso, Estados Unidos, en el que murieron 22 personas, entre ellas ocho mexicanos.

“En un comunicado, la institución informó que los Estados miembros de la OEA expresaron “su más fuerte condena a dicho atentado, así como su rechazo absoluto a la discriminación racial y crímenes motivados por el discurso de odio”.

Así pues, nos estamos convirtiendo en expertos para señalar lo nocivo de los discursos odiosos, pero no podemos mencionar a quien los pronuncia.

Se dice el pecado y se oculta al pecador, conducta bastante hábil en el sigiloso mundo diplomático, pero bastante injusto en el tratamiento de los hechos nacionales, en los cuales mueren más personas de cuantas podamos contar en los Estados Unidos como consecuencia del “discurso de odio”:

Acá nada más tenemos hechos de odio ante los cuales no apuntamos con dedo divino a la esquina donde oculto mora el terrorismo. Aquí no hay terroristas, aquí nada más hay aterrorizados.

 

CADENAS

Por decisión presidencial se acabaron las cadenas nacionales de radio y TV con motivo del Informe Presidencial.

Pues sí, como se acabó el Informe Presidencial. Ahora es un envío. Lo demás, un mensaje en el Palacio Nacional.

 

 

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