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Disculpas y pobreza franciscana



Precisamente, cuando el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, nos advertía de la inminente “pobreza franciscana” en el control de las finanzas públicas, desde las cuales se les quitará el ropaje a los de arriba para remendar el sayo de los de abajo, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, arremetió contra los abusos de una conquista feroz llevada a cabo con la cruz y la espada.

Los franciscanos, no lo olvidemos, también bajaron del barco con el cruel señor don Hernando Cortés y al Papa de la actualidad le exigimos disculpas (ya presentadas en otras tierras a los mismos indios americanos, a quienes ahora se quiere gratificar con la humilde e inútil actitud de quien pide perdón), mientras emulamos el ejemplo de “mínimo y dulce, Francisco de Asís”, como dijo Rubén Darío.

Pero si las violaciones a los “derechos humanos” cometidas por los invasores (concepto acuñado en la segunda mitad del siglo XX, por cierto) son abominables y condenables, no lo son menos los constantes atropellos de una sociedad teocrática cuyo soporte político era la cotidiana piedra de los sacrificios.

Los indios mexicanos de hoy, especialmente los del altiplano, ¿a quién le deben pedir perdón en el nombre de las atrocidades del teocalli y el tzompantli?

El punto culminante de la arqueología mexicana fue el hallazgo de los restos del Templo Mayor y ante ellos y su piedra sacrificial nos hincamos nostálgicos y reverentes, como si eso no fuera el símbolo de la barbarie de aquella cultura primitiva.

La “Xochiyáoyotl” (Guerra para florecer al corazón o Guerra Florida), fue el pretexto teológico militar para la resurrección incesante del sol, pero en verdad no era sino una estructura militar de esclavitud y despojo de los pueblos cercanos y dominados por el imperio mexica. Por eso todos se aliaron a los conquistadores, para sacudirse de los opresores. Y terminaron más oprimidos.

Hoy, cuando el mujerío se queja de todo y por todo, sería conveniente saber a quién se le deben presentar disculpas por la trata de blancas y la servidumbre sexual de los “pueblos originarios”, de cuyo ejercicio constante el caso de Malintzin es prueba suficiente. Esclavizada y regalada al conquistador como si fuera una simple cacatúa. Y como ella, miles de mujeres al servicio de sacerdotes y tlatoanis.

No se necesita ser Jacques Soustelle para entender la vida mexica como un infierno de explotación, esclavitud y nulidad de derechos. El alabado “Rey Puerta”, Nezahualcóyotl, ejecutó a Maxtla y convirtió Azcapotzalco en mercado de esclavos. ¿Quién pedirá perdón por eso?

“…Maxtla, que se había escondido en un baño de sus jardines, fue sacado con gran vituperio, y Nezahualcoyotzin lo llevó a la plaza principal de la ciudad y allí le sacó el corazón como víctima y sacrificio a sus dioses, diciendo lo hacía en recompensa de la muerte de su padre el emperador Ixtlilxóchitl, y que aquella ciudad por ignominia fuese desde aquel tiempo un lugar donde se hiciese feria de esclavos. Este fin tuvo aquella ciudad insigne, que fue una de las mayores que hubo en la Nueva España, y que por su grandeza se le puso el nombre que tiene de Azcapotzalco, que quiere decir hormigueros...”

A lo mejor por eso Azcapotzalco es una de las partes más feas de la Ciudad de México. En fin…

Esta convocatoria a redimir sin posibilidades los actos contra la humanidad durante la guerra de conquista y su brazo espiritual, la catequización, es una forma simple de reducir el pasado a un “indigenismo histórico”, parcialmente expresado y tuerto.

Supongamos al rey Borbón, Felipe VI, diciendo algo como esto: les ofrezco a los indígenas americanos las disculpas necesarias por los abusos cometidos hace 500 años.

Y después de eso, ¿qué?

¿Vamos también a reducir las comisiones a la banca BBVA, le vamos a cancelar sus concesiones a Iberdrola o al Banco Santander; nos bajaremos del SEAT y no volaremos por Iberia?

Apenas el 19 de marzo, con una foto de ambos, la Presidencia divulgó esta información:

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, explicó este martes que se reunió recientemente con la presidenta del Banco Santander, Ana Botín, y ésta le expresó “confianza” en su Gobierno y el interés de seguir invirtiendo en el país.

“Me entrevisté con la presidenta del Banco Santander, Ana Botín, y se habló de estos temas. Ellos van a seguir invirtiendo en México y tienen confianza en el Gobierno”, dijo AMLO desde el Palacio Nacional.

¡Jolines…!


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