Los ecos de Ayotzinapa le llegan al santo padre Francisco, pues ha sido el Papa quien ha dicho con la voz murmurante y sibilina propia de la santa madre Iglesia cómo le aflige el caso de México.
Algún día alguien podrá escribir con detenimiento y detalle la historia de cómo un incidente, al parecer meramente municipal, con robo de autobuses y protestas rurales de medianía estudiantil, creció y se convirtió en un conflicto cuyas evidencias cuartearon todo el edificio del Estado mexicano, mostró contradicciones y corrupción generalizada y exhibió todos los órdenes políticos en un mar desordenado, confuso y nocivo.
El problema se convirtió en la más evidente demostración de las violaciones sistemáticas de los derechos humanos, del irrespeto a la vida, de la pudrición de los cuerpos policiacos, de la mascarada de los gobiernos “izquierdistas” y exhibió en toda su crudeza la distorsión de la política, de los partidos y los negocios negros; del cuerpo entero de la inviable procuración de justicia y en la desaparición de 43 personas a quienes se buscaba afanosamente vivas o muertas, se cifró el juicio internacional sobre un país donde en menos de un mes todo cayó en grave crisis y se mostró descarnadamente cruel y ruin.
Pero mientras ese anónimo y desconocido historiador llega para cumplir con su trabajo y ya le envían todos la palabra central de sus lucubraciones y hallazgos (parteaguas), los ecos de Ayotzinapa le llegan al santo padre Francisco, pues ha sido el Papa quien ha dicho con la voz murmurante y sibilina propia de la santa madre Iglesia cómo le aflige el caso de México y “sus” estudiantes (nunca dijo “los” estudiantes) desaparecidos y la vigencia de tantos problemas similares; o sea, tantas desapariciones de personas.
“CIUDAD DEL VATICANO.—El papa Francisco aludió hoy en la audiencia general (miércoles 29) al ‘pueblo mexicano, que sufre la desaparición de sus estudiantes’, en referencia a los 43 jóvenes de entre 18 y 23 años que permanecen desaparecidos desde la noche del 26 de septiembre.
“El pontífice argentino les ha dedicado este miércoles unas palabras que fueron escuchadas por los miles de fieles católicos que se congregaban en la plaza de San Pedro.
“Envío un saludo especial al pueblo mexicano que sufre la desaparición de sus estudiantes y por tantos problemas parecidos, que nuestro corazón de hermanos esté cerca de ellos, orando en este momento, dijo Jorge Bergoglio durante los saludos dirigidos a los peregrinos en lengua española, momentos después de pronunciar su discurso en la habitual audiencia”.
Casi simultáneamente el caso llegaba a la última instancia: el Presidente de la República, quien se tira una reunión de casi seis horas con los padres de los jóvenes desaparecidos, quienes lo instan a varios compromisos a pesar de cuya oferta de cumplimiento no los deja satisfechos. Al salir, bajo las frondas del bosque, algunos dicen cosas como éstas:
‘‘Todo el esfuerzo del Estado, pero para nosotros nada; no encuentran a nuestros hijos, mucho menos nos dicen nada que nos venga a alentar que están cerca del objetivo, lamentó Felipe de la Cruz, uno de los padres de familia”.
Sobre el escritorio de Harry Truman, presidente de Estados Unidos había un cartelito:
“The buck stops here”.
Aquí se para la bola (el dólar, el tema, el asunto, la responsabilidad). ¿Y luego?