La presencia de las autodefensas en los estados más violentos del país es como una espina de pescado en la garganta del gobierno: no termina de pasar y se encaja más y más.
Se les ha atragantado y desde hace mucho años, en esta administración y las anteriores, de La Huacana al Filo Mayor, todo es darle vueltas y vueltas sin llegar a una solución final.
Hoy, quien quiere observar la radiografía de las organizaciones armadas, conocer su número exacto, revisar su composición e identificar sus reales fuerzas y propósito, se va a encontrar perdido en un laberinto oscuro.
La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, ha puesto nuevamente en la mesa el tema. Lo hizo con una declaración imprecisa, cuya vaguedad o mal planteamiento hizo necesaria una aclaración, cuando pudo haber estado clara desde un principio.
Distinguir entre grupos dispuesto a deponer las armas y autodefensas dispuestas a deponer las armas. Esto dijo señora secretaria:
“Hemos estado en zonas de Guerrero, en Tamaulipas; en la Huacana, Michoacán, tratando y conviviendo para avanzar en la pacificación del país… al final del día, estos grupos que se han estado combatiendo unos a otros, cometido homicidios de un grupo contra otro, quieren avanzar hacia la paz, ya no quieren más muerte y no quieren estar en la situación en la que están”.
“—Sobre el tema de los grupos del crimen organizado que hablaba usted en Guerrero, ¿se está buscando una tregua? —fue la pregunta a la secretaria de Gobernación.
—No, estamos dialogando con muchos grupos —aclaró Sánchez Cordero— y estamos dialogando ahorita con muchos grupos y, de verdad, nos han manifestado ya que no quieren seguir en esta violencia, que ellos quieren deponer las armas y quieren caminar hacia la paz.
—¿Qué grupos? –se le preguntó…
—Varios grupos, no puedo especificar los nombres en estos momentos, pero son varios grupos de diversos estados de la República. Ellos quieren caminar hacia la pacificación del país, porque ya no quieren más violencia.
“La referencia se tradujo ayer, en varios medios de comunicación electrónica, en la ratificación de que el gobierno de la República estaba negociando con grupos delincuenciales o al menos con brazos armados del narco”.
Ayer por la mañana, el subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta, reiteró en el programa de TV Estrictamente personal de RRP, la indeclinable convicción del Gobierno: No vamos a negociar con delincuentes.
Pero el problema de fondo está en definir la delgada línea entre quienes delinquen cuando dicen defenderse y de los delincuentes de quienes se defienden, los cuales “no atacan”, sino se defienden de aquellos enemigos con disfraz civil, en un carrusel mortal del cual no se conoce el principio ni el final. Es un círculo vicioso cuya solución se ha intentado por todos los medios, menos uno: obligar al cumplimiento del estado de derecho y aplicar (no administrar) la ley.
Pero como lo dijo ayer Crónica:
“…Como se recordará, uno de los puntos más controvertidos de la campaña de Obrador fue la posibilidad de amnistiar a quien depusiera las armas luego de una década de guerra contra las drogas…”
Uno de los enredos mayores se da en la fragmentación de los grupos michoacanos, los cuales ya no se sabe a quién pertenecen.
“(Infobae).- Las células delictivas conocidas como La Nueva Familia Michoacana, El Grupo del Cenizo, El Grupo del Gallito, El Grupo de El Metro, El Grupo de El Brazo de Oro, Los Viagra y el Cártel Jalisco Nueva Generación, eran quienes tenían el control de la compra- venta de la droga en Michoacán.
“El Cártel Jalisco Nueva Generación, quien tiene como aliadas a las células criminales de El Migueladas, Los Blancos de Troya y Los Locos de la Sierra (excaballeros templarios).
Los Viagra, que se asociaron para enfrentar al CJNG con los remanentes de Los Caballeros Templarios, La Nueva Familia Michoacana y El Grupo del Gallito.
Los Justicieros son exmiembros de la Policía Federal y exmarinos que trabajan en Zamora y Lázaro Cárdenas; La Vieja Guardia, La Tercera Hermandad o H3 con presencia en zonas de Morelia; Los Vengadores, Los Caballeros Élite en Morelia y Pátzcuaro; Grupo Iris en Huetamo; el Cártel de Sinaloa, El Brazo de Oro, El Grupo del Cenizo y El Grupo del Metro.
Y uno más se sumó recientemente , el de El Abuelo, que antes trabajaba para El Mencho, pero le declaró la guerra por supuestamente haberlo traicionado.
Este nudo no se desata ni siquiera como hizo Alejandro El Magno, con las cuerdas del rey de Gordio.