El más notable e inteligente de los proyectos del gobierno de Miguel Ángel Mancera en la ciudad de México, el conjunto llamado El sarape (por los colores de su edificio) en el cual se conjuntarán las plantas de Termovalorización y Biodigestión de basura, cuyo funcionamiento —entre otras cosas—dotará de energía eléctrica al Sistema de Transporte Colectivo (Metro), ha sido saboteado por los más primitivos y conservadores grupos de la capital, por todos los oportunistas y demagogos, quienes mantienen en la ilegalidad a la Asamblea Legislativa y amagan con echar abajo el plan a base de mentiras y medias verdades “científicas”.
En mayo de este año se publicó este anuncio:
“El basurero ubicado en Bordo Poniente será sustituido por plantas que serán edificadas en aproximadamente dos años”.
“El relleno sanitario será reemplazado primero por la planta de Termovalorización (y después por una de “biodigestión”, para procesar 4 mil 600 toneladas de residuos sólidos, con un costo máximo de 650 millones de dólares, precisó el titular de la Agencia de Gestión Urbana de la Ciudad de México, Jaime Slomianski Aguilar.
“Durante la instalación de la mesa de trabajo sobre el tema con las Comisiones Unidas de Gobierno y de Preservación del Medio Ambiente de la Asamblea Legislativa (ALDF), el city manager explicó que la licitación correspondiente culminará en los primeros días de abril, pues los tres consorcios pidieron una prórroga para presentar los proyectos”.
La inútil asamblea aprobó en principio los proyectos y el concepto mismo pero ahora; en plena efervescencia preelectoral, se ha olvidado de sus propias conclusiones iniciales y debido a un imaginario aumento en los costos, Morena (la parte reaccionaria) y el PRD se han trenzado en un pleito sin sentido por el cual hoy el albino paquidermo de Donceles tiene dos cabezas, lo cual significa su acefalia, posterior a su anencefalia. Primero descerebrada y ahora descabezada. Así está la Asamblea.
Como era lógico tras la presentación de este moderno proyecto, brincaron los grupos “ambientalistas” cuya parasitaria operación resulta imposible sin algo enfrente para oponerse. Saltaron desde Greenpeace hasta un rústico investigador del IPN.
La simultaneidad de las protestas no es evidencia de nada, sino del oportunismo. Son como aquellos de tiempos pasados cuando se quejaban y chillaban con estridencias de chachalaca, porque México iba a entrar a la era atómica con la planta de Laguna Verde cuya existencia era un peligro inminente. Laguna Verde ya es una abuela nuclear, cuya operación no ha producido cataclismo alguno. No es Fukushima, ni de lejos.
Pero la existencia de estos grupos solo se justifica (ante si mismos y quienes los patrocinan), si tienen materia de oposición. Son reaccionarios por definición.
Ante esta situación, especialmente frente a la falsa actitud de Morena en la asamblea, Mancera ha dicho esto:
“Es lamentable que se haga esto, pero lo importante es que la Ciudad de México tenga esta Ley, y además ustedes lo han documentado muy bien, hace un año en la Comisión de la Asamblea Legislativa, con las fuerzas políticas que hoy dicen no conocer a la planta de tratamiento, a la planta de termovalorización, se presentó el estudio financiero hace un año.
“Todo mundo lo conoció y todo mundo lo aprobó y yo nunca vi que hubiera nadie en desacuerdo y hoy lo desconocen y le agregan un datito de que es deuda. Hoy ya no; ahora dicen que es una “deuda moral”… No podemos permitir que a la ciudad se le condene a acumular basura todo el tiempo en tiraderos fuera de la ciudad. A que paguemos por tirar basura y a que dejemos de generar energía eléctrica con la basura como lo hacen las ciudades avanzadas”.
Pero a muchos no les interesa el avance de la ciudad. Les da horror el progreso, o eso dicen. Se trata de prolongar los esquemas de dominio clientelar, sostener las condiciones por las cuales han llegado a posiciones de poder (relativo, pero poder) y gracias a cuya vigencia pueden succionar como becerros voraces las enormes ubres de la enorme urbe.
Este proyecto ya tiene un sexenio de retraso, por lo menos. Lo iba a desarrollar Marcelo Ebrard, pero la construcción de la Línea 12 tuvo prioridad. Ahora se retoma, con tiempo suficiente para acabarlo en dos años y se bloquea cuando es electoralmente conveniente para algunos.
El Gobierno de la CDMX gasta mil millones de pesos en el traslado y disposición de basura a los (inútiles) rellenos sanitarios. Ese dinero sería aplicado al financiamiento de la obra junto con el presupuesto actual del Metro para pagar la energía de su consumo a la CFE. Con la planta de termovalorización, se podría proveer a las 12 líneas.
Slomiansky, cuya preocupación ecológica, por cierto, lo ha llevado a construir el jardín vertical más grande del mundo en las columnas del Anillo Periférico, ha explicado: “…la tecnología para la limpieza y lavado de estos contaminantes ya están muy probadas, por lo que no habría riesgo para la población”.