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Leyes, reformas y joyas de la corona



Indudablemente la tarea de este gobierno se ha dividido hasta ahora, cuando ya se acerca el primer tercio del mandato, en dos grandes campos. 

El propiamente Ejecutivo; esto es, la aplicación de los poderes presidenciales para planear inversiones públicas, obras de infraestructura, administrar y gobernar en un sentido amplio, y la otra de carácter legislativo a través de la facultad de construir y proponer iniciativas.

Eso ha dado lugar a una relativa tolerancia política hacia los opositores, primero a través de la audaz propuesta del Pacto por México, un experimento único en verdad en los tiempos recientes y de cuya importancia ahora ya resulta ocioso hablar pues los resultados están a la vista y una contención ante la crítica y aun la pérdida de popularidad surgida, básicamente, por la Reforma Fiscal a la cual ahora todo mundo le achaca los lerdos resultados de la atascada economía nacional.

Ahora no tiene sentido enumerar las reformas planteadas, si bien no culminadas, pues son del conocimiento popular; pero dada la velocidad con la cual se llevaron de la idea a la práctica (al menos en lo legislativo), es digno de notar el éxito al menos de sacar adelante proyectos cuya solución debió darse hace muchos años.

Por eso Peña Nieto le dijo a la prensa española:

“No pienso a corto plazo, mi compromiso es con el futuro de México”, aseveró el presidente Enrique Peña Nieto, que visita este lunes España, al tiempo que afirmó  que no va a claudicar en su impulso reformador.En una larga entrevista con Javier Moreno, publicada en el periódico El País, Peña Nieto precisó: “Mi propósito: ni rebajar ni ceder ni claudicar en el esfuerzo de las reformas. No pienso en una visión cortoplacista”.

Esta definición se puede analizar desde muchos puntos de vista; pero podemos ir de brinco en sobresalto o de gozo y toque de trompetas triunfales. Vea usted este arrebato de optimismo del señor secretario del Trabajo (en un país donde hay poco de esto, por cierto), Don Alfonso Navarrete Prida:

“El secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida (Crónica) , aseguró que México está pasando por la verdadera revolución del siglo XXI, particularmente en los órganos legislativos del país, en la Constitución Política, en las instituciones y en las leyes... México se encuentra en la enorme encrucijada de saber que en estas transiciones, el país, de aquí a los próximos 20 años, va a pasar por el mejor momento de su historia, que no se va a volver a repetir; el famoso bono demográfico”.

Pero si para Navarrete, México se aproxima (debió decir a pasos agigantados, lo cual siempre surte efecto en públicos cautivos) a la mejor etapa de su historia, el único gran faltante en el ánimo reformista nacional es la Reforma Energética, o la Reforma del Sector de la Energía, como le deberíamos llamar. Bueno, como sea.

A ese conjunto de cambios de todas las leyes relacionadas con la explotación del petróleo y otras fuentes energéticas, se le ha llamado “La joya de la corona”, si bien eso de coronar testas ejecutivas es cosa de monarquías ahora inexistentes, pero dejemos nada más las cosas en el uso de una frase.

Así lo ha expresado el diputado Manlio Fabio Beltrones, cuya palabra suele ser no sólo acertada sino definitiva:

“El paradigma moderno debe ser que el petróleo y la energía sirvan para mejorar la competitividad; a través de la competitividad obtener inversiones, a través de las inversiones tener empleo bien pagado, y, con esto, un crecimiento económico que nos beneficia a todos”, agregó.

Manifestó que estos son los objetivos que se buscan con el nuevo modelo de explotación de hidrocarburos que establece la reforma energética, el cual podría ser la “joya de la corona del progreso en México”.

Es decir, ya que se han aprobado las reformas en materia de telecomunicaciones, educación, trabajo, competitividad y financiera, así como sus leyes secundarias.

Pero las reformas suelen venir acompañadas de felicitaciones y parabienes. Sólo vea usted esta linda expresión de gusto de parte de los industriales de la Radio y la TV:

“Tristán Canales, Presidente del Consejo Directivo de la CIRT, expresó su beneplácito por la eventual aprobación de la ley reglamentaria en telecomunicaciones y radiodifusión que se discute en la Cámara de Diputados porque, aseguró, “traerá beneficios para todos los mexicanos... por primera vez en nuestra historia tenemos una ley convergente de telecomunicaciones y radiodifusión, que regula a dos sectores que la tecnología acerca cada día más. Hoy, la frontera entre ellos está desapareciendo. De ahí la trascendencia de modernizar la ley”.

Pura felicidad.

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