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El país de los temas infinitos



El nombramiento de Manuel (Bartlett) como Director General de la Comisión Nacional de Electricidad, por Andrés Manuel (Bartlett), lleva a algunos a discutir una vez más algo cuya intrascendencia actual ya debería estar superada: la caída del sistema en el siglo pasado.

No fue el sistema electoral fue el sistema de recolección de datos. Y eso debería cambiar todo el asunto central de tantos años de polémica. Como se le quiera ver, el alegato sobre ese tema es tan inútil como alegar una vez más si Robben se tiró de cabeza para provocar un error arbitral y darle a Holanda la victoria cuando el equipo mexicano de futbol hacía un gran partido en el mundial de Brasil.

Insistir en la “caída del sistema” como prueba del fraude electoral, cuya comisión le impidió a Cuauhtémoc Cárdenas llegar a Los Pinos (y la consiguiente falta de calidad moral de Bartlett para formar parte de un equipo de honestos y valientes), es no entender ni siquiera la conducta posterior de Cuauhtémoc, quien alguna vez marchó por las calles, bajo la lluvia, para protestar —con Manuel Bartlett del brazo—, por la “privatización de las energías eléctrica y de hidrocarburos”.

Así lo relata el propio CCS:

“…el 7 de noviembre coincidimos en una conferencia de prensa en defensa de una política energética soberana Manuel Bartlett, José Murat, Leonel Godoy, presidente del PRD; Pablo Gómez, Demetrio Sodi y varios senadores más, tanto del PRI como del PRD. Llamó mucho la atención y surgieron críticas porque hubiéramos coincidido Manuel Bartlett y yo, pues ha estado presente en la opinión pública que fue él uno de los responsables de la caída del sistema, el gran fraude electoral de 1988, y yo el candidato sobre cuya elección se cometió el fraude.

“… el que hayamos estado juntos en actos públicos, se ha debido a que coincidimos en una acusación que está más allá de las cuestiones personales y partidarias. Pero lo he dicho y repetido: el pasado ni se borra ni se olvida y ahí está…”

Y el ingeniero tiene razón: el pasado no se olvida, ahí está, pero en verdad no está porque no se puede cambiar, ni corregir, ni modificar. Y tampoco es un planeta habitable o una dimensión en la cual florezca algo.

Y menos cuando impera el pragmatismo de la política: Andrés Manuel necesita a Manuel (como si no hubiera alguien más) para rescatar la Comisión Federal de Electricidad de su moribunda condición. Moribunda, así ha llamado públicamente Bartlett a esta empresa de “clase mundial” llena de adeudos, entre otros los de los tabasqueños alguna vez acaudillados por Andrés Manuel), quienes no pagan porque no se les da la gana hace ya casi treinta años.

Si quieren rescatar a la CFE financieramente, deberían cobrarles a todos los morosos. Pero no lo van a hacer con ­algunos porque es una bandera de redención.

Por otra parte, cuando Bartlett fue senador por el PRI durante el gobierno de Vicente Fox, encargó a un grupo de especialistas un voluminoso estudio sobre la energía eléctrica, el cual —seguramente—, será utilizado ahora como guía para rehacer lo ya hecho y frenar (como en el estudio se propone), la autogeneración, la generación privada. Se llama (2003), El debate de la reforma eléctrica, México, Senado de la República.

En aquellos años Bartlett, solo, contuvo a los senadores panistas quienes encabezados por Juan José Rodríguez Prats (viejo conocido de Andrés Manuel, por cierto), empujaban privatizaciones y reformas, hechas finalmente con los cambios estructurales derivados del Pacto por México en el gobierno de Enrique Peña.

Bartlett defendía la majestad constitucional y Rodríguez Prats, tabasqueñamente encendido en un debate, gritó a pleno pulmón: “cada vez que hablamos de esto salen con la monserga de la Constitución”.

Bartlett vio la oportunidad y contestó, cuando ustedes tengan la mayoría, cambien la Constitución. Mientras ésta sea, no una monserga, sino una ley para todos, la debemos respetar, senador. Aprenda un poco de Derecho. O algo así.

Manuel no llega a donde lo ha puesto Andrés Manuel (contra viento y marea y mientras más lo critiquen, más respaldo tendrá), por sus habilidades políticas, ni por su conocimiento sobre la electricidad. Es —además de su condición de político y experto constitucional—, un hombre de conocimientos mercantiles.

Lo mandan a rescatar una empresa, de la misma forma como Mikel Arriola, por ejemplo resolvió  el Seguro Social sin ser médico o administrador de pensiones.

POPO

Una vez más, como suele hacer esta columna ante la escandalera de los medios por las vaharadas cenicientas del Popocatépetl, se les debe recordar a los estrepitosos de la inútil Protección Civil la raíz náhuatl del vocablo: significa,  “montaña con mucho humo”.

Y en cualquier glifo, de cualquier códice, se verán las manchas de grana en la boca del cráter. Así se ha comportado siempre nuestro enorme compañero Don Goyo.

No pasa nada, ni pasará. No daremos ni en Pompeya ni Herculano (sin albur).

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