Inician las negociaciones
Se inició en Washington la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Del resultado de la negociación depende mucho el futuro de las economías de los países que lo firmaron, México, Estados Unidos y Canadá. También está en juego la competitividad de la región en materia de comercio internacional. Ésta es una de las relaciones comerciales más sólidas del mundo en una de las regiones más competitivas, con amplias cadenas de valor transfronterizas, múltiples interconexiones entre las tres economías, 450 millones de consumidores agrupados bajo un mismo paraguas e intercambios valorados en 1.2 billones de dólares, equivalente al PIB de España. Éstas son las principales claves de una negociación que marcará un antes y un después en la relación económica trilateral.
Nadie puede oponerse a que se revise. Es un instrumento diseñado para otros tiempos, se firmó en 1992, y desde entonces las cosas han cambiado mucho en todos los ámbitos, incluido desde luego la forma en la que se comercia y se hacen negocios en el mundo. Hoy, por dar el ejemplo, más notable, existe el internet y nuevas formas de comunicarse y el comercio electrónico son una realidad abrumadora.
El Tratado tuvo sus dificultades y otros detractores, se dice poco pero el demócrata Bill Clinton usó una posición contraria al Tratado como tema de campaña, para nuestra fortuna, una vez en el poder, mudó de parecer y lo dejó en paz.
En la actualidad lo que ha generado tensión no es la renegociación en sí, es lo que puede hacer al respecto Donald Trump, presidente de Estados Unidos. El magnate, durante su campaña para llegar a la Casa Blanca, se dio a la tarea de buscar culpables a todos los males que padece su país, que son muchos y muy graves. Entre ellos mencionó una y otra vez a los mexicanos y al Tratado de Libre Comercio, que, según sus propias palabras, era el peor tratado alguna vez firmado, asegurando que los mexicanos han robado más de 700 mil empleos a los norteamericanos.
LA VERDAD DE LOS EMPLEOS
La verdad es que estudios serios elaborados en los Estados Unidos concluyen que desde que China se hizo miembro de la Organización Mundial del Comercio en el 2001, su participación en el comercio internacional ha propiciado la sustitución de 3.4 millones de empleos en los Estados Unidos, debido al déficit comercial con el gigante asiático, principalmente en electrónica, textiles, alta tecnología y una gama de bienes duraderos. Sumando por otra parte, la creciente automatización industrial, que es un factor que incide también en la pérdida de empleos norteamericanos de manera importante.
Por lo tanto, China parece ser más importante en la sustitución de empleos norteamericanos que México y la óptica del señor Trump es nuevamente equivocada.
La estrategia política de Trump es de corto plazo. Si quiere dar un golpe de imagen puede lanzarse sobre el Tratado, para estar en línea con sus propios dichos y su retórica ultra proteccionista, pero si elige otros adversarios el Tratado podría modernizarse y ser un mejor instrumento para fortalecer la región. Hay señales de que el nuevo villano de la historia será China y para enfrentar ese desafío Estados Unidos requiere tener una relación estrecha con sus aliados naturales. Los negociadores de Canadá y México están escamados, pero tienen claros sus límites y si el equipo norteamericano se los quiere saltar, la negociación termina y a buscarle por otro lado.
CAMBIO DE PARADIGMAS
Hay diferentes enfoques sobre si el TLC ha correspondido a las expectativas de su creación en la década de los años 90, cuando era presidente de México Carlos Salinas de Gortari, con Jaime Serra al frente del equipo negociador y Herminio Blanco como operador de lujo, quienes se dieron a la tarea de establecer una estrategia para crear este Tratado. La idea del presidente Salinas era buscar algo que hiciera a México mucho más atractivo para los inversionistas internacionales, ya que era la única forma de despegar económicamente y tener tasas de crecimiento que respondieran a las necesidades de una población creciente y demandante, sobre todo en materia de empleo.
Suponía un cambio de paradigma, que comenzó a moverse desde el sexenio de Miguel de la Madrid, cuando el país dejó atrás el llamado nacionalismo revolucionario y se adentró en el neoliberalismo, con suerte desigual. La delegación mexicana se inspiró en el tratado comercial que Estados Unidos había firmado con Canadá y se apuntó como el tercero en discordia.
Según especialistas, el tratado ha sido muy positivo en algunos sectores de la economía mexicana, a pesar de los cuestionamientos de la época, como ejemplo más visible el sector automotriz, que según datos del (INEGI) mantiene un crecimiento promedio de 12.6 por ciento anual en la exportación de automóviles. Hasta 1993 existían 13 plantas automotrices y ahora son más de 30. El impacto de la producción ha beneficiado a otros sectores, como los fabricantes de cristales, llantas, pintura y refacciones en general.
México se convirtió con el TLC en el tercer socio comercial más importante de los Estado Unidos y también de Canadá.
EQUIPO EXPERIMENTADO
Al inicio de las negociaciones para la revisión del Tratado el representante norteamericano llegó con la espada desenvainada. Emitió un discurso muy parecido a los de Trump, plagado de medias verdades, por ejemplo, recordó que Estados Unidos perdió cerca de 700 mil empleos por culpa del TLC, pero omitió recordar que si el TLC se rompe, más de cuatro millones de trabajos en Estados Unidos estarán en peligro. Aquí es donde los organismos empresariales de ambos países tienen que levantar la voz para que la gente de Trump los escuche. Claro que el TLC es perfectible, pero no tenerlo sería catastrófico para la región, así, quedaría en desventaja ante potencias como Europa o China. Es curioso que el dragón sea ahora el máximo defensor del comercio internacional, cuando no hace mucho tenían un impulso proteccionista, aislacionista, parecido al que campea en nuestros días en la Casa Blanca.
El equipo mexicano que negoció el TLC en los noventa está de regreso, dando consultorías o en la negociación directa. Hay talento y experiencia. Ya veremos si hay también voluntad política y determinación. También en el equipo gringo hay gente que negoció el Tratado original. Son rudos y experimentados pero hay algo notable a nuestro favor: quieren al Tratado. La primera ronda del periodo de renegación se llevó a cabo en Estados Unidos y la segunda será dentro de pocos días en México, donde al parecer ya se entrará en temas concretos y comenzarán a aparecer también los asuntos es los que no hay coincidencia.
Entre los aspectos que vale la pena destacar de las negociaciones, se encuentra el hecho de que ha supuesto un reencuentro entre el gobierno mexicano y el sector empresarial del País, que ha tenido bajas y altas este sexenio. Sin duda el Tratado ha logrado parte su propósito inicial: ampliar el mercado regional a partir de una reducción generalizada de aranceles que hará al país más competitivo. Hay ramas industriales y estados, tanto aquí como en la Unión Americana, que le han sacado mayor provecho y que no podrían volver atrás. Los beneficios están ahí y tratar de revertirlos le puede costar demasiado caro al Presidente de Estados Unidos, que de por sí anda de capa caída.