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Educación superior, reto compartido



Los mexicanos fundamentan, en buena medida, sus expectativas de éxito personal y de desarrollo nacional en la educación superior. A las universidades se encomienda la formación de profesionistas, de especialistas en una rama del conocimiento, también llamadas “carreras”, que servirán, al menos en teoría, para que el universitario tenga un mejor nivel de vida, gracias a las habilidades que adquirió en la escuela para solucionar los problemas. Durante muchos años entrar a una universidad o una escuela de educación superior y concluir una carrera garantizaba amplias oportunidades de tener un empleo bien remunerado y un lugar destacado en la comunidad. Se consideraba a los profesionistas, hablo de ingenieros, arquitectos, abogados, médicos, que solían llamarse profesionales liberales, y que fueron pilares en la construcción del México moderno
En la actualidad la situación ha cambiado, egresados que antes cubrían sin mayor problemas plazas de trabajo atractivas hoy padecen para encontrar un empleo, aunque sea uno con bajos ingresos. Es necesario, por lo tanto, que la educación superior entre en un periodo de reformas profundas para que cumpla de la mejor manera su tareas fundamental: Formar los profesionales que requiere el desarrollo nacional y contribuir a la solución de los grandes problemas nacionales. La pregunta pertinente es si las universidades forman los profesionales que el país requiere.

El viejo modelo
En México la primera institución de Educación superior surge en 1551 con la Real Universidad de México, ahora Universidad Nacional Autónoma de México, durante la primera mitad del siglo XX aparecen otras instituciones con las que se dará inicio a la conformación del Sistema de Educación Superior en México: Michoacán (1917), Sinaloa (1918), Yucatán (1922), San Luis Potosí (1923), Guadalajara (1924), Nuevo León (1932), Puebla (1937), Sonora (1942). Merece destacarse la creación en 1936, del Instituto Politécnico Nacional que, inserto en el proyecto del cardenismo, buscaba ofrecer oportunidades a grupos sociales más desprotegidos mediante especialidades técnicas.
Las décadas de los cuarenta y los cincuenta representaron para la educación superior una etapa de modernización. Se fortalece la Universidad Nacional –en 1952 se inaugura la Ciudad Universitaria–se impulsa un esquema que permite el surgimiento de nuevas instituciones en todo el país. Entre estas algunas privadas que al paso de los años, lograrían su consolidación: el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey ITESM, el Instituto Tecnológico Autónomo de México ITAM, la Universidad Iberoamericana UIA, entre otras.

La multiplicación
Como en otros ámbitos de la vida nacional el Movimiento del 68 generó señales de cambio, de agotamiento de un modelo viejo y el surgimiento de uno nuevo. En el caso de las escuelas de educación superior comenzó entonces, ocasionado por la pirámide demográfica, un acelerado periodo de masificación. Los recintos universitarios pasaron de ser claustro de un puñado de afortunados a escuelas que atendían a cientos, a miles, a cientos de miles de jóvenes como ocurre en nuestros días en las escuelas públicas, las que financia el Estado.
En los 70 el número total de estudiantes se multiplica casi en ocho veces con relación a la década anterior (de 76,000 en 1960 a 565 mil en 1977). También inicia un proceso de diversificación que da lugar a modalidades innovadoras en la Universidad Nacional y a instituciones alternativas como la Universidad Autónoma Metropolitana.
Las décadas de los ochenta y los noventa las políticas de la educación superior también comenzaron a responder a los procesos de modernización y racionalización de la gestión pública en México. En tal sentido, desde su implantación en 1982, el llamado “sistema nacional de planeación democrática” incluyó entre sus programas al conjunto de políticas de la educación superior y criterios de calidad y eficiencia, que si bien generó resultados positivos también propició el predominio de la racionalidad administrativa sobre el trabajo académico.

El rezago
En la actualidad el sistema de educación superior está conformado por más de 1,600 instituciones públicas y privadas, atiende aproximadamente a 2.2 millones de estudiantes y se integra por casi 200,000 profesores Es importante resaltar sin embargo, que las instituciones privadas se han desarrollado de una manera diferenciada y aunque un reducido grupo ha despuntado en términos de calidad y exigencia académicas, el conjunto de estas instituciones funciona bajo modestos criterios de desempeño y rendimiento académico.
En un comparativo elaborado por la OCDE, sobre Educación Superior, señala que Italia, Noruega, Suiza, Inglaterra, Alemania y Austria, invierten el mismo porcentaje de su PIB que México en Instituciones de Educación Superior. No obstante, el porcentaje de la población entre 20 y 29 años, que se encuentra realizando sus estudios hasta 2010, en México era del 12 por ciento, mientras que en Alemania del 31 por ciento, en Suiza, del 24 por ciento, en Noruega del 29 por ciento; en Italia del 21 y en Austria del 25 por ciento, respectivamente.
Pero no sólo los niveles de escolaridad reflejan el rezago educativo de México en el mundo. Mientras en nuestro país, la tasa de graduación en el nivel licenciatura es de 20 por ciento, en países como Alemania, Austria, Italia y España este porcentaje es igual o superior al 30 por ciento. Destaca la tasa de graduación de Islandia, la mayor de la OCDE, que es del 60 por ciento.

Los retos de la educación superior
Para poder afrontar exitosamente la globalización económica, las empresas requieren, cada vez más, utilizar conocimientos científicos en el proceso productivo y de gestión, orientados a la reducción de los costos de producción y a aumentar la calidad y valor de sus productos. La reconversión y modernización del aparato productivo no puede lograrse sin una adecuada base científica y tecnológica.
Las Instituciones de Educación Superior y en especial las Universidades desempeñan un rol de suma importancia, constituye en un imperativo estratégico para el desarrollo nacional. El desafío para las instituciones de Educación Superior es el de enfrentar un mundo en el cual los sistemas productivos están en permanente transformación.
¿Hay en México una política de Estado con respecto a la educación superior? La sociedad ha cambiado, las formas de generar conocimiento también cambiaron. Las universidades tienen que hacerlo para vincularse de manera más efectiva con la sociedad y sobre todo con los sectores productivos. Hay la certeza de que la educación superior debe ser parte de la transformación educativa que se ha emprendido en el país. Esta transformación tiene que atender seis retos de ese nivel educativo, según lo expresó el propio secretario de Educación Aurelio Nuño: cobertura, calidad, equidad, investigación científica y desarrollo tecnológico, vinculación con el mercado laboral y financiamiento, que son las líneas del debate que se aproxima.
Protagonista central de la Reforma será la Subsecretaría de Educación Superior de la SEP, encabezada por Salvador Jara, que fue gobernador interino de Michoacán en una etapa particularmente compleja y peligrosa para el estado. que es, en sus propias palabras, el área encargada de impulsar una educación de calidad que permita la formación de profesionistas competitivos y comprometidos con el desarrollo regional y nacional y contribuir a la edificación de una sociedad más justa. Se trabaja para brindar una educación equitativa, pertinente, flexible, innovadora, diversificada y de amplia cobertura. Con ello, se busca avanzar hacia el fortalecimiento de un Sistema de Educación Superior integrado y articulado, promotor de la equidad en la educación, de la permanencia de los estudiantes y actualización de los egresados.
El rector de la UNAM en Crónica
Para contribuir a la reflexión, aportando la visión de los protagonistas centrales del sistema educativo, el Comité Editorial de Crónica se reunió hace unos días en una comida de trabajo con el rector de la UNAM, el doctor Enrique Graue, médico oftalmólogo, quien asumió el cargo en noviembre del año pasado, por lo que puede afirmarse que su administración está en su etapa inicial diseñando el plan de trabajo que desplegará en los próximos años. Hay cosas que deben cambiar, algunas de manera acelerada, pero también hay principios que es necesario conservar , hay que decirlo de manera enfática, para mantener la viabilidad de la institución: la Universidad Nacional debe mantener su autonomía, ser laica, gratuita y crítica.
Al rector Graue le toca consolidar avances conseguidos por sus antecesores y emprender un vasto esfuerzo de mejora en la calidad educativa. Hizo una aportación relevante al debate: Es cierto que se requiere vincular mejor a la universidad con los problemas específicos del país, pero también es indispensable que haya mejor comunicación al interior de la UNAM entre sus diferentes carreras; por ejemplo entre las ciencias sociales , las humanidades y la investigación científica. Se trata de una institución muy compleja que maneja un presupuesto anual de casi 40 mil millones de pesos y que sigue atendiendo todavía de manera preferente a estudiantes que pertenecen a familias de escasos recursos, por lo que sigue siendo una poderosa herramienta de movilidad social.
El rector está comprometido con dotar a las instalaciones universitarias de la mejor conectividad posible al Internet, recursos básico de nuestros días en materia de circulación del conocimiento.. La red debe ser accesible desde cualquier lugar de los diferentes campus. Otra de las preocupaciones del rector Graue es la situación en el bachillerato, cuya crisis ha sido tema de debate desde por lo menos una década al interior de los órganos de gobierno de esa casa de estudios. Se comprometió a aplicar evaluaciones de manera que los egresados tengan un nivel uniforme y bueno.
Reconoce también que la universidad se acerca mal a las empresas y en eso hay una enorme área de oportunidad. Sin embrago; cada año, la universidad recibe 4 mil 800 millones de peos por la venta de productos a los sectores privado y público, pero esa cifra podría subir mucho en el corto plazo. Para acercarnos al tema de la reforma de la educación superior en el país hay que tener en cuenta aspectos centrales como la estructura demográfica y el llamado “bono”, también y los marcados contrastes sociales entre los jóvenes del país y terminar con la estéril competencia entre universidades públicas y privadas, toda vez que tienen la misión compartida de ayudar al desarrollo nacional

El futuro
México cuenta con una población de alrededor de 105 millones de habitantes y hacia mediados de siglo se estabilizará, según las proyecciones demográficas, entre 130 y 150 millones de habitantes. Los patrones demográficos presentan un estrechamiento en la base de la pirámide poblacional que hace prever la reducción en pocos años de la demanda de educación básica. En la próxima década, el incremento de la franja de la población comprendida entre 15 y 24 años, supone el inminente crecimiento en la demanda de educación superior. Por ello, los desafíos que hoy enfrenta la educación superior en México son complejos. Las instituciones públicas y privadas comparten hoy la enorme responsabilidad de atender los retos críticos que vive la Nación, el desarrollo futuro de la educación superior mexicana estará en ambos sectores.

 

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