LAICISMO Y CATOLICISMO
Con motivo de la visita a nuestro país del papa Francisco y la notable actividad para su recepción de la iglesia mexicana, que coincide con la celebración del aniversario de la Constitución mexicana, no podemos dejar de recordar la definición de Estado “laico”, El filósofo A. Comte-Sponville afirma: “El laicismo nos permite vivir juntos, a pesar de nuestras diferencias de opinión y de creencia. Por eso es bueno. Por eso es necesario. No es lo contrario de religión. Es, indisociablemente, lo contrario del clericalismo (que querría someter el Estado a la Iglesia) y del totalitarismo (que pretendería someter las Iglesias al Estado).
Sin embargo; habrá que reconocer, que en México el catolicismo está profundamente arraigado a nuestra cultura y conserva fuertes lazos emocionales con la iglesia, hasta los más mundanos creyentes son afectados “culturalmente” por las tradiciones católicas, como alguna vez lo dijo el famoso escritor mexicano Carlos Fuentes “Yo no soy creyente, pero soy católico en el sentido de que pertenezco a una cultura católica. No me puedo escapar de ello. Impregna todo: mi visión del mundo, mi visión de la política, mi visión de las mujeres, de la educación, de la literatura”. Recordemos algo del pasado que nos permita asegurar el porqué del sentido laico del Estado mexicano.
LA CRISTIADA
Los desencuentros entre la jerarquía católica y el Estado mexicano llegaron a un punto sin retorno durante el régimen de Plutarco Elías Calles, el general sonorense que había sucedido en la presidencia a Álvaro Obregón. Desde la redacción de la Constitución del 17, que por cierto está próxima a cumplir cien años, la Iglesia perdió legamente privilegios y espacios de operación, sobre todo en el terreno educativo. No hay que olvidar que quedó asentado que la educación impartida por el Estado sería laica e incluso con orientación socialista. Por eso, porque el origen de los problemas está en la Constitución que creó el grupo vencedor de la Revolución, analistas serios consideran a la “Guerra Cristera” como parte de la Revolución Mexicana, entre un grupo amplio contrario a la orientación ideológica del régimen que emanó del conflicto armado.
No puede pasarse por alto que la jerarquía católica estuvo por sistema en contra de los jefes revolucionarios y era aliada activa de los grupos más conservadores. En un intento de someter a las iglesias al control del Estado, se aprobaron en esa época leyes que obligaban a los sacerdotes a registrarse ante el gobierno, se prohibieron manifestaciones de culto callejeras y se pidió que los sacerdotes con derecho a ejercer, fueran mexicanos por nacimiento. Adicionalmente las propiedades de la Iglesia fueron intervenidas y en su caso confiscadas. La jerarquía desacató las normas y contó con el apoyo del Vaticano. La tensión aumentaba hasta que estalló la violencia en 1926. Hay que hacer la precisión de que se trató de un levantamiento armado, generado por el clero aprovechando el sentido religioso y en muchos casos el fanatismo popular en contra de un gobierno establecido.
Los alzados buscaban formalmente la libertad religiosa, aunque muchos sostienen que querían mantener privilegios de la jerarquía vigentes desde la era de la Nueva España. La Guerra Cristera fue una tragedia nacional, que ha estado en la penumbra durante demasiados años. No hay cifras oficiales, algunos historiadores afirman que hubo más de 200 mil muertos. El grito de ¡Viva Cristo Rey! distinguía a los alzados y hoy es una divisa de los grupos más conservadores del catolicismo nacional. Era un grito de guerra, no una plegaria.
Hoy tal vez sorprenda, pero ni la jerarquía ni el Vaticano se mostraron contrarios al uso de las armas, de hecho lo alentaron en ciertos discursos. Los estados con mayor número de bajas fueron Jalisco, Michoacán, Zacatecas, Guanajuato, San Luis Potosí, Aguascalientes y Colima. El 21 de junio de 1929 la Iglesia católica y el gobierno de la República, ya con Emilio Portes Gil en la Presidencia, llegaron a un acuerdo de paz, que suspendía las hostilidades. Entre esos cientos de miles de muertos se encontraban los mártires de la Cristiada, 24 de los cuales fueron canonizados en su momento por el papa Juan Pablo II.
La mayoría eran jóvenes azuzados por los sacerdotes, que tomaron las armas y murieron a manos de los federales, que en muchos casos incurrieron en actos de tortura. Entre ellos José Sánchez del Río, llamado “Niño Cristero”, quien a la edad de 14 años fue torturado y asesinado por fuerzas federales. Fue canonizado por el papa Francisco que llega al país el próximo viernes.
RELACIONES DIPLOMÁTICAS
Las relaciones diplomáticas entre el México moderno y la Santa Sede se establecieron en 1992, luego de que las reformas al
artículo 130 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la entrada en vigor de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público en ese mismo año, reconocieron la personalidad jurídica de las iglesias y asociaciones religiosas.
Lo anterior fue resultado de un largo proceso de acercamiento, que tuvo por antecedente diversos contactos que se establecieron entre la jerarquía católica y el gobierno mexicano; particularmente, el primer encuentro tuvo lugar en febrero de 1974, cuando el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez, visitó al papa Pablo VI con el propósito de agradecer su apoyo para la Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los Estados.
El papa Juan Pablo II fue el primer pontífice en viajar a México. Intentó recuperar el tiempo perdido, pues durante su pontificado estuvo en nuestro país en cinco ocasiones, desde la primera, en el año 1979, cuando al descender del avión de Aeroméxico que lo trasladó, se hincó y besó el suelo mexicano es un gesto que quedó para la posteridad. Para la segunda visita pasó más de una década, en 1990, disminuido en lo físico pero con un gran magnetismo. Tres años después, en 1993 estuvo en la Península de Yucatán. En 1999 llegó ya como Jefe de Estado, pues México y El Vaticano ya habían reanudado relaciones diplomáticas. Su última visita fue en el 2002, con Vicente Fox en Palacio Nacional. En ese último viaje canonizó a Juan Diego. Todos los viajes de Juan Pablo a nuestro país fueron un éxito por la empatía entre el pueblo mexicano y el viajero ilustre. Su sucesor, Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, no tuvo el mismo impacto, aunque su visita del 2012 a Guanajuato fue un éxito.
LA COMPAÑÍA DE JESÚS, AVE DE TEMPESTADES
Los jesuitas, desde su arribo a la Nueva España, se concentraron en el ámbito educativo para el cual tienen grandes destrezas. Llegaron hasta lugares remotos, como Chihuahua y Baja California. La congregación fue creada por San Ignacio de Loyola a mediados del siglo XV. San Ignacio era un militar mujeriego, hasta que tuvo un momento de iluminación y se transformó en líder religioso. El gobierno mexicano no fue el único con problemas serios con los integrantes de la Compañía de Jesús, como lo demuestran sus rompimientos con los gobiernos de Portugal y España. En México tuvieron problemas desde la etapa de la Colonia.
Desde la época virreinal tuvieron una presencia privilegiada en la educación. El colegio de San Ildefonso fue jesuita en sus orígenes. Su misión es formar personas útiles con espíritu de servicio. En la actualidad opera en México un Sistema de Colegios y un Sistema Universitario Jesuita. Tiene presencia a lo largo y ancho del país. Destaca la Universidad Iberoamericana, cuna del así llamado Movimiento #132. El papa Francisco es jesuita y siempre ha sido un líder notable de esta congregación. La influencia política de la iglesia a través de la educación, llega a una comunidad dirigente pequeña, pero influyente y en especial los jesuitas que educaron a muchos de los actuales y futuros políticos de México.
EL PAPA FRANCISCO
Nació el 17 de diciembre de 1936 en la capital argentina, en el seno de un matrimonio de italianos formado por Mario Bergoglio, un empleado ferroviario, y Regina.
Creció en la capital argentina y fue ahí donde comenzó a estudiar y se diplomó como técnico químico, poco después eligió el sacerdocio. Cursó estudios de teología entre 1967 y 1970 en la Facultad de Teología del colegio de San José, en San Miguel de Tucumán (norte de Argentina); impartió lecciones en multitud de colegios, seminarios y facultades. En 1986 fue trasladado a la ciudad de Córdoba para ejercer como director espiritual y confesor de la Compañía de Jesús.
Su nombramiento como obispo fue el 20 de mayo de 1992 y cinco años más tarde, en 1997, fue nombrado arzobispo coauditor de Buenos Aires. En 1998 se convirtió en el arzobispo de Buenos Aires.
Jorge Bergoglio fue electo Papa en el año 2012 y hoy está por llegar a México en un viaje que tiene la pinta de resultar histórico. Estará en varias ciudades: la Ciudad de México, San Cristóbal de las Casas, Tuxtla Gutiérrez, Ecatepec, Morelia, Ciudad Juárez y será el primer Papa en entrevistarse con un mandatario mexicano en Palacio Nacional. En la Ciudad de México visitará el templo Guadalupano. Antes de llegar a nuestro país hará una escala en Cuba.
EXHORTACION
Ante el gran entusiasmo por esta visita, la cátedra “Benito Juárez” de la UNAM exhortó a no dar “trato privilegiado” a ninguna Iglesia, y recordó que “las actividades en las que participen funcionarios del Estado mexicano deben encuadrarse en los límites y observar los imperativos que impone la laicidad”.
Hizo hincapié en que “los diferentes actores políticos y religiosos deben abstenerse de aprovechar la visita para intentar impulsar decisiones que menoscaben la autonomía de las personas, en particular la sexual y reproductiva. De ello depende la libertad de conciencia y de religión de todos los individuos en condiciones de igualdad”, llamó “a las autoridades públicas de los tres niveles de gobierno a respetar cabalmente la Constitución y las disposiciones legales en materia de asociaciones religiosas y culto público, y a actuar con imparcialidad”