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Nueva Constitución, ¿cosmética o sustantiva?



DEL ANÁHUAC A LA CIUDAD DE MÉXICO
El Distrito Federal ya es parte de la  historia, es la capital de la República desde 1824, su territorio ha sufrido cambios en el transcurrir de la historia desde la región de los lagos de Anáhuac; la sede del gobierno de la nueva España, hasta convertirse en una de las ciudades más grandes y pobladas del mundo y hoy la nueva Ciudad  de México. Como característica especial tiene el ser la sede de los poderes de la Unión; es decir el Poder legislativo, Judicial y el Ejecutivo y ser el centro de las más importantes actividades financieras y de negocios de la República. Dejó de ser Distrito Federal para convertirse en Ciudad de México ¿Ha experimentado el lector capitalino algún cambio? Seguramente no. La ciudad  es la misma: áspera y vital; ruda pero entretenida; peligrosa y al mismo tiempo entrañable.

La creación de una Constitución local es la oportunidad  para que el cambio no sea cosmético, sino sustantivo, que no sólo sea parte de un espectáculo político, sino que se sienta en la vida diaria. Que los habitantes de la ciudad entiendan a plenitud los derechos y desde luego, los deberes que este nuevo instrumento normativo de carácter general y obligatorio establecerá.

ENTIDAD FEDERAL AUTÓNOMA
Ya se obtuvo el número necesario de aprobaciones de los congresos  locales para consolidar cambios  constitucionales, queda claro que  la Ciudad de México será una entidad federal autónoma, capital de la República y sede de los Poderes de la Unión.

La diferencia con la conformación política de los estados, es que al seguir siendo la capital de la República y sede de los Poderes de la Unión, deberá garantizar la preeminencia de los poderes federales sobre los locales, para evitar conflictos entre esos órdenes de gobierno.

Además, deberá garantizar también las condiciones necesarias para el ejercicio de las facultades constitucionales de los poderes federales, mantener su soberanía y, al mismo tiempo, dar a la entidad federal plena autonomía en su ejercicio de gobierno.

La entidad federal autónoma, la capital del país, contará con las mismas prerrogativas y prohibiciones que tienen reconocidos los estados de la República en la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.

Es tiempo de pasar a la siguiente etapa prevista en la reforma Política: la conformación de un Congreso Constituyente que cumpla la delicada tarea de dotar a la nueva entidad  federativa, la Ciudad de México, de una Constitución.

LA ELECCIÓN
Es muy probable que la población mayoritaria de lo que fue el Distrito  Federal lo ignore, pero deberá acudir a las urnas el primer domingo del próximo mes de junio para elegir a las personas que tendrán  la  responsabilidad histórica de confeccionar dicha Constitución. Habrá campaña de proselitismo y toda la cosa. Es de esperar que las campañas sean una oportunidad de informar a la gente sobre los alcances  de la reforma, lo que se puede esperar y lo que está fuera de su órbita. Es evidente que la información ha sido insuficiente, la gente no está conectada con el tema, pues  todavía no detecta para qué le puede servir.

El arranque ha sido desalentador. Como hay dinero de por medio, los jaloneos entre las fuerzas políticas y entre éstas y el Instituto Nacional Electoral ya comenzaron. Esta actitud refuerza una preocupación que ha sido plasmada en este espacio: que la reforma política sea un botín para políticos, para crear más posiciones con presupuesto a discreción y que el bienestar de los ciudadanos, su calidad de vida, quede en un lugar secundario.

LOS NOTABLES
Hace algunos días se presentó con bombo y platillo a un grupo de notables que se encargará de elaborar el texto de iniciativa constitucional sobre el que  después trabajarán los que resulten electos el 5 de junio.  Son dos etapas y dos grupos de trabajo diferentes. Habrá que priorizar los alcances que deberán estar fuera de las ocurrencias políticas o declaraciones demagógicas, dejando claro que la Constitución del Distrito Federal será parte del orden y sistema  jurídico de la Federación apegado a la normatividad que marca la ley de leyes la llamada Carta Magna, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

En esa lista hay  varios políticos que contribuyeron a la  transición política en la ciudad  desde la década de los años 90, comenzando por  Cuauhtémoc  Cárdenas  y Porfirio Muñoz Ledo que encabezaron la llamada Corriente Democrática dentro del PRI, y después fueron el núcleo fundador del Partido de la Revolución Democrática, partido del que ambos están hoy alejados. Cárdenas y Muñoz Ledo son personajes  claves en la creación  de la Asamblea Legislativa del  Distrito  Federal, germen de los cambios que hoy nos toca presenciar. La Asamblea,  a pesar de ser un logro relevante, carece de las mismas  facultades que los Congresos  estatales de tal manera que la Asamblea no participa en la consulta que se hace para elevar a rango constitucional un cambio en la ley.  Se ha quedado al margen por ejemplo de la reforma educativa o la energética, lo que sí es verdad que los asambleístas representan la opinión de los defeños, chilangos o como los quiera usted llamar, es francamente inaceptable, pues los coloca en calidad de ciudadanos de  segunda clase.

LA TAREA
No está de más recordar en este espacio que el último regente designado de manera directa  por el Ejecutivo Federal fue
Óscar Espinosa Villarreal, actual colaborador de este diario, y quien instrumentó las bases para la transformación jurídica del Distrito Federal, quizá se le ha reconocido poco, pero en su gestión y gracias a su visión de Estado, promovió e instrumentó las primeras reformas que ahora dan paso a la nueva Ciudad de México.

Por su parte, Cárdenas  Solórzano, quien había sido gobernador de Michoacán, fue el primer gobernante electo de la ciudad en medio siglo, pues antes de él el gobierno lo encabezaba un jefe del Departamento. En la lista de notables también están dos Premios  Crónica, el narrador Juan  Villoro y el académico Enrique Fernández Fassnacht. Desde luego menudean políticos vinculados a la izquierda como Alejandro Encinas, Migue Barbosa e Ifigenia Navarrete. Se han publicado comentarios críticos en el sentido de que el grupo debería ser más plural para contener todas las expresiones políticas vigentes en la ciudad que es muy plural. Hay gente valiosa, desde luego, pero podría abrirse el  abanico.

Su tarea, para que no haya confusiones, no es  crear la Constitución, sino la de redactar un documento de iniciativa y trabajo que  facilite las sesiones de los integrantes del Constituyente. La  nueva constitución capitalina no puede, como se ha dicho, ser modelo para una nueva Constitución General. Al contrario, la Constitución federal tiene que ser el modelo a seguir de manera escrupulosa por la Constitución capitalina. 

LOS CONSTITUYENTES
La Constitución es nuestro proyecto de  nación. La local tiene  que estar  sintonizada con la general. Eso no está a discusión. Pero  sí puede ser un ejemplo a seguir en su capacidad de síntesis,  en la claridad de la  redacción y en su vocación de equidad social. Claro que  estamos ante  una coyuntura que  abre posibilidades múltiples,  desde nuevas formas de  conseguir recursos hasta la reestructuración de las delegaciones políticas, casi todas  caras, ineficientes, opacas. Algunas son demasiado grandes, lo que genera ingobernabilidad, otras pequeñas, lo que produce aislamiento. Hay desorden que  genera ineficacia y malos servicios y desde luego corrupción. En el más reciente cambio de administración los funcionarios que se fueron saquearon todo, hasta las grapas y folders, como si fuera de ellos. Cien personas integrarán el Congreso Constituyente. No sería mejor que entre  las fuerzas representadas en el Congreso de la  Unión se hubieran seleccionado los cien, y no  forzar a nuevas elecciones que nos costarán un millón de pesos por diputado, o sea cien millones de pesos, en fin todo sea por la democracia.

De  esos cien  que se mencionan en el párrafo anterior, sesenta los elegirán  directamente los ciudadanos en las urnas y el resto, o sea cuarenta,  se elegirán de manera inédita: El Senado  y los Diputados tendrán catorce cada uno y La Presidencia de la República y la Jefatura de Gobierno tendrá seis lugares cada uno. Parece un proceso caprichoso. Tal vez lo sea, pero sus promotores aseguran que se busca el equilibrio. El INE estará a cargo de la elección, y tiene varios retos, pues  todavía no se aclara bien a bien cómo contarán los votos, ya que no es una elección tradicional por distritos electorales, sino una general. El Congreso Constituyente durará el tiempo que le tome  redactar la Constitución. Una vez hecho lo anterior rompen filas y en la elección del 2018, ya con los cambios aprobados, se elegirá la primera Cámara de  Diputados de la Ciudad de México…

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