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UNAM: El reto de la desmesura



Prestigio y nivel internacional
La Junta de Gobierno de la UNAM se tomó su tiempo. Valoró con cuidado las opciones y eligió, entre diez finalistas, al doctor Enrique Graue Wiechers como rector en sustitución de José Narro.


El cambio de estafeta es oportunidad de reflexionar sobre la máxima casa de estudios del país. Su papel como pieza clave en la construcción del México moderno, los desafíos que encara en nuestros días y lo que se proyecta para los días por venir. La UNAM tiene enormes dimensiones, más de 342 mil alumnos, 38 mil 700 académicos y maneja un presupuesto de 37 mil 755 millones de pesos. Es, claro está, la más grande de América Latina. El servicio que presta al país en materia de educación, investigación y difusión de la cultura es determinante.
A lo largo de sus más de 100 años de vida, ha sido cuna de académicos reconocidos a nivel nacional e internacional, como muestra se encuentran los tres únicos mexicanos que han obtenido un Premio Nobel: Mario Molina, de Química en 1995;Octavio Paz, de Literatura en 1990 y Alfonso García Robles, de la Paz en 1982.También personajes que han determinado el rumbo político reciente del país, entre otros los ex presidentes de la República, Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), egresado de la Facultad de Economía; Miguel de la Madrid (1982-1988), José López Portillo (1976-1982) y Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) de la Facultad de Derecho.

Aportaciones
La institución ha estado involucrada en exitosos proyectos de investigación científica y humanística, más de 3 mil de sus académicos pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores, entre algunos resultados, se han diseñado vacunas, se ha aportado información para la cura de enfermedades y se han desarrollado fármacos. Un caso reciente fue el de la colaboración de investigadores de la UNAM, encabezados por el doctor Rafael Navarro, por cierto Premio Crónica 2013, con miembros de la NASA, en el proyecto Curiosity, que ayudó a descubrir la existencia de compuestos orgánicos en Marte y posibles pruebas de vida microorgánica en el planeta.


Por otra parte, La UNAM se encarga de administrar el Servicio Sismológico Nacional, el Observatorio Astronómico Nacional, el Jardín Botánico Nacional, la Biblioteca Nacional, la Hemeroteca Nacional, la Red Mareográfica Nacional, el Herbario Nacional, tres reservas ecológicas y el Monitoreo del volcán Popocatépetl.


En cuanto a su nivel académico la UNAM ha sido reconocida como una de las mejores universidades de Iberoamérica de acuerdo con diversas mediciones internacionales. Por ejemplo, el Ranking Web de Universidades del Mundo, que califica la calidad de los portales de las instituciones, situó a la UNAM en 2009 como la número 44, la única en Iberoamérica que se ubicó entre las primeras cincuenta a nivel mundial.

Bachillerato en crisis
Ya para estas fechas, después de lo publicado en la prensa nacional, tenemos noticia del rector Graue. Presidente de la Academia de Medicina y director de la Facultad de Medicina, justo como sus dos antecesores en Rectoría, los doctores De la Fuente y Narro. Es un distinguido profesional cuya formación se desarrolló en la UNAM. Durante los días previos a su elección, Graue puso el dedo en una llaga de varios problemas universitarios: la crisis del bachillerato que ha perdido prestigio y nivel académico. Para Graue el llamado “pase automático” debe continuar, pero se impone evaluar de manera homogénea por materia y por año escolar, para, llegado el momento, tener la seguridad de que los egresados tienen la preparación mínima para ser parte del nivel licenciatura. La crisis del bachillerato no es nueva. Desde los años 60 es tema recurrente en las reuniones de consejeros que están al tanto del deterioro. Hasta el momento no han ideado por dónde entrarle al problema.


Aquí, permítame amable lector una anécdota, recuerdo mi ingreso a la Facultad de Derecho de la UNAM en el lejano 1962, proveniente de una preparatoria relativamente nueva en la época, la número cinco ubicada en una ex hacienda, la de Coapa; además de los sentimientos naturales provocados por lo majestuoso del campus universitario, su ambiente jovial en el que alumnos de diferentes regiones del país convivíamos y coincidíamos en los pasillos universitarios, se repetía la satisfacción y orgullo de conocer a mis maestros, en su mayoría hombres de fama pública y académica: Mario de la Cueva, Jesús Reyes Heroles, Arsenio Farell Cubillas, Ignacio Burgoa, Recasens Siches, Castellanos Tena, sólo por nombrar a los más afamados.


En esa época se iniciaba un movimiento estudiantil a favor del ingreso automático de los alumnos de las preparatorias universitarias a las carreras de licenciatura, sin evaluación previa, como entender que si el preparatoriano egresaba de una escuela de la Universidad no tuviera libre acceso a otra escuela de la Universidad, a diferencia de otros estudiantes de bachillerato venidos de escuelas particulares que sí lo lograban, sólo por el pequeño detalle de contar con mejores calificaciones. En este afán conocí a los dirigentes del movimiento y ¡oh! sorpresa los tres principales habían repetido hasta por tercera vez el ciclo escolar preparatoriano, sus deficiencias escolares eran cubiertas por su capacidad de liderazgo y alboroto. Con más confianza me enteré que el entonces secretario particular del presidente López Mateos era el patrocinador del famoso movimiento del “pase automático”, ¿cuál era su interés? nos cuestionábamos, complicarle la vida al Rector en turno, el afamado cardiólogo michoacano Ignacio Chávez, pero debería de haber más, ¿el interés político?, ¿otro rector?, en fin nunca lo llegué a saber con certeza, pero entonces comprendí lo sencillo que era crear un movimiento estudiantil y lo peligroso que era usar a la Universidad para fines políticos.


Este recuerdo me lleva a reflexionar que la UNAM también se convierte en un espacio cuya estabilidad es cuestión de seguridad para todo el país. Hay que tratarla con extremo cuidado y el margen de error de sus autoridades es microscópico, por eso se requiere al frente un universitario con prestigio académico, pero también con destreza política de nivel de posgrado y con el respaldo de toda la comunidad.

Retos
Desde la perspectiva del rector Graue, existen grandes retos, como reforzar la formación docente con nuevos modelos de evaluación. Uno de los problemas a los que ya se enfrenta la UNAM es una planta docente cercana a la jubilación. Es necesario darles acceso a maestros jóvenes, con ideas frescas. Y sobre todo cercanos a las nuevas tecnologías y formas actuales de enseñar. Sobre el espinoso tema del auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía, llamado “Che” Guevara, tomado desde hace años por grupos de activistas radicales que lo usan como un sitio sustraído al estado de derecho, donde todo se vale, donde se comercia literalmente de todo, el nuevo rector se limitó a decir que van a intentar convencer a los grupos involucrados.


Otro reto es la cuestión del sindicato, particularmente delicado. Para no hacer olas, los rectores han preferido aliarse con una dirigencia anquilosada, conectada con sectores del PRD, que pastorea una planta laboral plagada de los viejos vicios de cualquier burocracia. Cada vez que se acerca un periodo electoral para renovar la dirigencia sindical salen a relucir denuncias de manejos turbios, enriquecimientos inexplicables, incluso complicidades peligrosas, pero nada prospera ante la decisión política de que no se prenda un foco de tensión. El líder actual, Agustín Rodríguez, está empeñado en emular las glorias de Fidel Velázquez y reelegirse hasta que el cuerpo aguante. Cuando un mismo grupo conserva posiciones de mando durante un periodo demasiado largo se generan, de manera inevitable, vicios que afectan a los trabajadores, como el clientelismo y el manejo mafioso de los recursos. Se crea una casta de líderes desconectados de las necesidades reales de los trabajadores.

Primeros pronunciamientos
Las primeros pronunciamientos del rector Enrique Graue estuvieron dedicados a subrayar cuestiones básicas, de principio, que la UNAM seguirá siendo una institución autónoma, gratuita, laica. Explicó, eso sí, que autonomía e impunidad no son sinónimos. Se trata de una universidad popular. Graue reveló un dato que lo confirma sin espacio para duda: más del 60 por ciento de los jóvenes estudiantes provienen de familias cuyo ingreso total es menor a cuatro salarios mínimos. Un país sin educación no tiene futuro.


En su discurso inaugural, el rector Graue recordó que la Universidad es bastión de los derechos humanos y la búsqueda constante de la libertad y de aspiración de ser un México mejor. La misión principal es educar. Educar sin distingo de ideologías o condiciones socioeconómicas “ recibo la responsabilidad de conducir a la mejor institución de educación superior en México: la más reconocida; la principal forjadora de recursos humanos; la generadora de la mayor parte de investigación del país; aquella que resguarda áreas específicas de interés nacional que requieren de nuestra inteligencia, y la depositaria, gracias a su diversidad y calidad académicas, de la conciencia crítica y propositiva de los problemas que aquejan a nuestra nación”.


La gran virtud de las rectorías de Ramón de la Fuente y José Narro fue que la Universidad acumuló años trabajando de manera ininterrumpida, lo que ha sido vital para la continuidad de sus trabajos de educación, investigación y difusión de la cultura.
La UNAM debe conservar la diversidad ideológica, cultural, y académica que pretende representar, la misma pluralidad con la surge y se desarrolla el país, buscando en torno a ella, la excelencia académica… GOYA UNIVERSIDAD.

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