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Mancera, los cambios y el 2018



Bien recibidos


En nuestra colaboración del domingo pasado nos planteamos una pregunta en relación a la evaluación anunciada por Miguel Ángel Mancera de los integrantes de su gabinete, la pregunta fue: “Qué elementos se tomarán en cuenta y cuales tendrán más peso para la evaluación: la percepción ciudadana, la evaluación particular del Jefe de Gobierno, la opinión de los grupos políticos. ¿Se podrán equilibrar todos para la decisión? Se cubrirán las expectativas de mejoras en los servicios del Gobierno de la ciudad de México”. Ahora lo sabemos, la decisión fue pensada y equilibrada.


La diosa fortuna suele ponerse del lado de los intrépidos. Lo ratifica la positiva cobertura periodística recibida. No se adelanta, que quede claro, que los cambios tendrán éxito. Eso está por verse. Se afirma que la decisión de realizarlos fue bien recibida. Fue una respuesta apropiada, en tiempo y forma, a los resultados de la elección del pasado 7 de junio. El mensaje emitido entonces por los ciudadanos fue contundente: queremos cambios, Mancera tiene que rectificar. Tiene que hacerse sentir. Tiene que demostrar que está a cargo de los controles. Realizar nueve cambios en su gabinete lo consigue.

 

Nuevo mapa político chilango


Como sabemos, las elecciones diseñaron un nuevo mapa político en el Distrito Federal, con un dato duro de alto voltaje: terminó la larga hegemonía del PRD en la ciudad capital, que duró más de tres lustros. Hubo un tiempo, no hace mucho, en que el partido del sol azteca tenía una presencia abrumadora, agobiante incluso, tanto en las delegaciones como en la Asamblea Legislativa. Eso propició un bajón notable en el nivel del servicio público, como ya lo hemos dicho, cualquier amiga, amigo, compadre, familiar o vecino de un jefe perredista podía ocupar puestos de relevancia en la administración capitalina, sin tener, ni de lejos, el perfil para hacerse cargo. Lo más grave, lo que más enojó a los ciudadanos, fue la expansión casi salvaje de la corrupción. Como las tribus negociaban y se cuidaban las espaldas, la regla fue: “sírvete con la cuchara grande, yo te tapo, y cuando llegue yo haré lo mismo”.


El otro dato relevante, adjunto al final de la hegemonía del PRD, es la irrupción en el Distrito Federal del Movimiento de Regeneración Nacional, el partido escriturado a favor de Andrés Manuel López Obrador que tiene un objetivo central para el corto plazo: tomar por asalto el Palacio de Ayuntamiento en la elección del 2018. Para conseguirlo su estrategia incluye pasar encima del actual jefe de Gobierno, desgastarlo hasta el punto de sacarlo de la jugada, de que el PRD siga en caída vertical. Una vez teniendo bajo control la ciudad, Morena y el “Peje”, tendrían una plataforma ideal para buscar “la grande”, la Presidencia de la República, que en el año 2006 estuvo a punto, casi a nada, de conseguir, cuando todos los vientos soplaban a favor. Si por cuestiones de salud, por su corazón herido, el tabasqueño no va, comenzará la era de Ricardo Monreal buscando la nominación presidencial.

 

División electoral


El triunfo de Morena en las pasadas elecciones tiene muchas lecturas, una de ellas fue las lealtades frágiles en el perredismo y su división en el cálculo de dueños de tribus, como el matrimonio Bejarano-Padierna, que le jugó las contras al sol azteca, con la mira puesta en lo que puede venir en el 2018. La profunda crisis por la que atraviesa la tribu de los Chuchos, Jesús Ortega y Jesús Zambrano, expresada desde un proceso de selección del nuevo dirigente nacional, muy cuestionado, y después por el escándalo de Iguala, es seguramente otra de las razones de la derrota.
En este contexto, con los índices de popularidad en la parte más baja de la escala, Miguel Ángel Mancera tenía dos opciones claras: tumbarse en la hamaca y esperar a que su administración terminara, pasando los siguientes años como rehén de los apetitos de Morena, o intentar un relanzamiento que reforzara su autoridad y control. Optó por lo segundo, no sólo para mantener en activo a su administración, sino sobre todo para mantener abiertas sus aspiraciones para ser candidato presidencial del PRD en el 2018. Una manera de hacerlo era colarse a las primeras planas de la prensa y a los espacios de opinión con un importante reacomodo en su equipo de gobierno. Lo hizo.

 

Perspectiva de Género


Los cambios dejaron en claro la intención de Mancera de conformar un frente amplio de fuerzas políticas y de buscar conectar mejor con la ciudadanía gracias a la aparición de reconocidas mujeres en varias carteras de la más alta importancia, comenzando por Patricia Mercado, en la Secretaría General de Gobierno, pero también con Alejandra Barrales, Amalia García y Laura Ballesteros. Puede decirse que Mancera actuó con perspectiva de género. Ya veremos qué tal responden las elegidas a la oportunidad recibida.


Patricia Mercado, un rostro amable, fresco, detrás del cual hay cientos de kilómetros de experiencia política. Egresada de la facultad de Economía de la UNAM, organizadora de grupos a favor de la mujer, militante de la socialdemocracia y candidata presidencial en el 2006, que por cierto ha sido la mujer con más votos en la historia electoral de México, de manera que no es gratuito que sepa mover bien el abanico. Las nuevas condiciones políticas de la ciudad exigen de un ejercicio cotidiano de negociación, con las fuerzas locales, con los delegados de diferentes partidos políticos, pero también con grupos que vienen a la ciudad de México a protestar, como los activistas de la CNTE. Mercado, que ya era parte del equipo de trabajo de Mancera, como secretaria del Trabajo, será la interlocutora.

 

Los zacatecanos


A la Secretaría del Trabajo llega una conocida militante de la izquierda: Amalia García, oriunda de Zacatecas, Estado que gobernó, fundadora del PRD y ex dirigente nacional de ese partido, ex asambleísta del D.F. y promotora de la ley de Derechos Humanos en la Ciudad de México. Para nadie es un secreto que Amalia García y Ricardo Monreal no se quieren. Tienen cuentas pendientes y su diferendo, que va para largo, tendrá a partir de ahora un frente chilango. Si alguien conoce los secretos de la familia Monreal es Amalia. La información que maneja será de gran utilidad para Mancera y Mercado. Amalia cuenta también con la simpatía de la mayoría de las corrientes perredistas, experiencia en el arte de gobernar y una presencia nacional aceptable.

 

La sucesión se bosqueja


Otra de las mujeres en el equipo será Alejandra Barrales. Luchadora social, abogada, ex asambleísta y senadora. Secretaria de Turismo del D.F y ex presidenta del PRD en la ciudad de México. La ex secretaria general del Sindicato de Sobrecargos fue una de las finalistas en el proceso de sucesión por el gobierno del D.F. que finalmente ganó Mancera. De seguro hubo lastimaduras, pero el hecho es que hoy es la nueva secretaria de Educación, con lo que se reactivan sus posibilidades de pelear la candidatura para la jefatura de gobierno del D.F. por el PRD y esta vez ganarla. Mercado, García y Barrales son el uno, dos, tres, de Mancera en la sucesión.


Otra mujer involucrada en los cambios, Rosa Icela Rodríguez, salvó el cuello y se quedó en el organigrama como titular de Desarrollo Rural.

 

El gran reto


Una mención especial merece la salida del Metro de Joel Ortega, funcionario de primer nivel pero de temperamento fuerte y en ocasiones inestable. Salió para dejarle su lugar al asambleísta del Panal Jorge Gaviño, que presidió la comisión legislativa que investigó las irregularidades que tienen en paro a buena parte de la línea 12 del Metro. De la buena gestión de Gaviño depende en buena medida el repunte de Mancera en los sondeos de opinión. Manuel Granados, el hombre de Mancera en la ALDF, con sólido perfil académico, será el encargado de la Consejería Jurídica, dependencia de la cual partió José Ramón Amieva, antiguo colaborador de Mancera, que pasa a la Secretaría de Desarrollo Social, la dependencia que suele acaparar el protagonismo en los gobiernos de izquierda, sobre todo de cara a procesos electorales.

 

Morena vs. Serrano


Era del dominio público que Héctor Serrano se jugaba su continuidad en la Secretaría General de Gobierno en los resultados de la elección del 7 junio. Su misión era frenar el embate de Morena y quedó a deber. Lo cierto es que los socios de López Orador pidieron a gritos su cabeza como primera condición para establecer un diálogo con el Jefe de Gobierno. Serrano juntó sus chivas en cajas de cartón y se fue con su música a otra parte: a la Secretaría de Movilidad, donde su pleito con Morena seguirá. Hay un escenario diferente, pero los duelitos son los mismos. Hay organizaciones de taxistas que siguen los lineamientos de Morena con la intención de hacerle la vida difícil al jefe de Gobierno.

 

Efectividad y lealtad


Mancera mostró sus cartas para recomponer su relación con la ciudadanía, resistir el embate de Morena y mantener vivas sus aspiraciones de ser uno de los protagonistas del 2018. Eligió con amplios márgenes de libertad. Quedó claro su afán de crear un frente amplio. Busca efectividad en el cumplimiento de las metas, pero también lealtad a toda prueba.

No quiere en su primer círculo a nadie que se la pase coqueteando con Morena, partido que desde luego criticó los nombramientos. El PRD los celebró, pues sabe que es una movida que revitaliza al partido que ha estado de capa caída. El perredismo local pidió reconocer la sensibilidad y voluntad política del jefe de gobierno para llevar a cabo esta reconfiguración de su gabinete como una respuesta seria y de apertura democrática, que es lo que están esperando todos los habitantes de esta ciudad.

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