Pesadillas o sueños
En semanas recientes el Instituto Politécnico Nacional ha estado en las primeras planas de la prensa nacional. Comparte espacios con la tragedia de la escuela normal de Guerrero, planteando ante el país un contrapunto interesante entre el México en plena descomposición, cuya imagen tutelar es una fosa clandestina que oculta apenas cuerpos quemados y el país que podemos llegar a ser si las nuevas generaciones, los jóvenes que hoy están en las escuelas superiores, terminan su preparación con niveles de excelencia y se suman al esfuerzo por desarrollar al país. El país de las pesadillas y el de los sueños, ¿cuál predominará?
PRESTIGIO INSTITUCIONAL
La gastada imagen de las dos caras de la misma moneda. Los jóvenes normalistas atrapados en una espiral de violencia, viendo en el amago de la insurrección una oportunidad para eludir la pobreza y los jóvenes del Instituto Politécnico Nacional que están ante la oportunidad de adquirir conocimientos técnicos depurados para ponerlos al servicio de la patria y de su propia causa personal. Detonó confianza la imagen del secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, en mangas de camisa, subido a un templete colocado sobre la calle Bucareli, afuera del Palacio de Covián, hablando ante miles de estudiantes del Politécnico para procesar ahí mismo sus demandas y evitar un conflicto largo, empantanado en los jaloneos políticos, que afecte el prestigio de la institución y por lo tanto las oportunidades de empleo de sus egresados. Varios diarios destacaron algo inusitado: estudiantes recogiendo basura antes de regresar a sus escuelas o sus casas.
CREACION DEL IPN
Hace algún tiempo, en ocasión del 75 aniversario del IPN, apareció un texto que explicaba que el Instituto Politécnico Nacional es una de las obras torales del proyecto educativo de la Revolución mexicana. Entre sus creadores estuvieron combatientes revolucionarios que empuñaron las armas y que tiempo después, cuando las hostilidades cesaron, alcanzaron los cargos más altos del poder político para impulsar, desde ahí, la educación popular en el país.
Entre estos personajes destaca la figura del general
Lázaro Cárdenas del Río que tomó durante su mandato decisiones en materia educativa que dieron forma a las aspiraciones del pueblo expresadas durante el movimiento armado, como la creación de las escuelas rurales normales, cuyo caso se comentó hace poco en esta columna Mapa Político. Se trató de decisiones de Estado sustentadas en una ideología nacionalista, incluso con perfiles socialistas, que respondían a un proyecto de nación. Una de esas decisiones fue la de crear, en 1936, el Instituto Politécnico Nacional.
IDEA VISIONARIA
En ese año, el gobierno del general Cárdenas resolvió unir, bajo un mando académico único y un modelo educativo compartido, las escuelas de educación técnica e industrial que ya operaban en el país, algunas como la Escuela Técnica de Maestros Constructores, nada menos que la actual ESIA, se creó durante el régimen del general sonorense Álvaro Obregón, que moriría poco después en el Parque de la Bombilla, en San Ángel. El objetivo fue formar, con estudiantes surgidos de las clases populares urbanas, en contraste con los campesinos de las normales rurales, los cuadros que el país necesitaría en su incipiente pero ambicioso proyecto de desarrollo. Fue, ahora lo sabemos, una idea visionaria.
PRIMER DIRECTOR
Eran otros tiempos y otro tipo de hombres, que no veían límites a los anhelos populares. Tipos convencidos de que México estaba destinado a la grandeza, convicción que más nos vale refrendar hoy día. No extraña encontrar en los anales históricos del IPN nombres como el del mexiquense Narciso Bassols o el del ingeniero Luis Enrique Erro, en cuyo honor se bautizó el planetario allá por el norte de la ciudad. Menciono un nombre más, el del sinaloense Juan de Dios Bátiz Paredes, que también participó en la Revolución, al lado del general Francisco Villa, para que se den una idea de lo que hablamos, y que fue el primer director general de este instituto. En la década de los años 70, el Senado de la República otorgó al ingeniero Bátiz la medalla Belisario Domínguez como reconocimiento a su destacada aportación educativa a un país que sería diferente sin esos colosos.
HOMBRES DESTACADOS
Técnicos, maestros, intelectuales y profesionistas que han destacado a nivel nacional e incluso internacional han egresado del Politécnico, dándole lustre a la institución y en muchas ocasiones aportando soluciones de vanguardia en la ciencia y la tecnología; como muestra señalaremos al ingeniero Guillermo González Camarena quien en 1940 inventa el “El equipo cromoscópico adaptado para la televisión”, antecesor del sistema de transmisión del color a la televisión, que perfecciona y patenta en 1960. Aportando a la industria de las telecomunicaciones un novedoso elemento que permitió la modernización de las trasmisiones televisivas. El ingeniero Alejo Peralta que fuera director general del IPN de 1956 a 1958 y que durante su activa administración se construyera la Unidad Profesional Zacatenco y el inicio del proyecto de creación del Canal 11 de televisión, del IPN. En lo profesional fue creador de empresas y reconocido promotor deportivo. Muchos otros que siguen siendo orgullo nacional se han forjado en las filas del Politécnico.
LA TÉCNICA AL SERVICIO DE LA PATRIA
Ante el desaliento que se apodera del ánimo nacional, sobre todo de los más jóvenes, resultado de noticias que estremecen porque suponen el triunfo del mal, es oportuno rescatar que somos un pueblo capaz de grandes sacrificios, pero también de concretar proezas, como la de crear una institución del calibre del Instituto Politécnico Nacional, que hoy atiende a miles de jóvenes. Lo que necesitamos es la convicción, que sí tuvieron otras generaciones, por ejemplo la del general Cárdenas, de que estamos destinados, como país e individualmente, para cosas grandes.
Lograr que un puñado de escuelas técnicas se transformara en un instituto que atiende a cientos de miles de alumnos y cuyo modelo educativo es replicado, por su éxito, en otras latitudes. El IPN fue un proyecto que respondió a la aspiración de progreso y solidaridad social. La técnica para construir una sociedad más justa y equitativa, como dice su lema “La técnica al servicio de la patria”.
INCENTIVAR LA VIDA ACADEMICA
Las cosas han cambiado, algunas para bien. En su momento se celebró que una mujer, la doctora Yoloxóchitl Bustamante Díez, haya sido designada como directora general del IPN, pues ilustró avances significativos que se han registrado al interior de la sociedad mexicana y que permitieron que una profesionista distinguida y líder de su comunidad pudiera acceder a puestos que por décadas ocuparon solamente varones. Los retos son otros; acaso el principal para una escuela como el Politécnico sea evitar, a toda costa, que México quede fuera de la revolución del conocimiento que se registra a nivel planetario en nuestros días. Para lograrlo es necesario establecer un diálogo cotidiano, permanente, que no obstaculice, sino que incentive, la vida académica.
ESTABILIDAD Y CERTEZA SOCIAL
No es necesario repetir aquí la importancia de la educación superior para el país. Una tarea compartida es brindar a los jóvenes la oportunidad de estudiar, de no rechazarlos, ya no digamos de los planteles, sino de las oportunidades de tener una vida más digna. Hay que sustraerlos de la tentación de la delincuencia y la desesperanza. Atravesamos, es cierto, por una etapa de inestabilidad y desasosiego, instituciones como el Politécnico, que nació con una vocación social indiscutible, proporcionan las dosis de estabilidad y certeza que la sociedad requiere para que no se multipliquen las acciones disolventes. Hay a lo largo y ancho del país cerca de un millón de egresados del IPN que contribuyen, con su trabajo diario, a hacer realidad los mejores ideales de la Revolución Mexicana, de la que el instituto es uno de los mejores frutos.
EVITAR INJERENCIAS
Que los estudiantes del instituto no asistan a clases no ayuda a nadie. En la historia reciente, hemos tenido ejemplos que la gente del IPN, debe tener presente, como el caso del conflicto en la UNAM que terminó afectando a los propios egresados. Imposible olvidar que en los anuncios para contratar personal, las empresas comenzaron a añadir la leyenda: “egresados de la UNAM abstenerse”. Seguramente fue una equivocación, pero está documentado. Está bien que los estudiantes se quieren comprometer con los planes de estudio y el rumbo general de su escuela, pero la demanda es que lo hagan sin dejar de asistir a clases. La normalidad de la vida académica opera a su favor. La búsqueda de un triunfo político para los líderes partidarios o no puede echar por la borda años de esfuerzo colectivo.
DOS GRANDES PROYECTOS
¿Qué diría el general Cárdenas de las escuelas normales rurales y del Instituto Politécnico Nacional? De seguro estaría encantando en verificar, con datos duros, que el IPN logró poner la técnica al servicio de la patria y que su participación explica avances notables del país en materia de infraestructura. De las Escuelas Normales Rurales lamentaría las insanas costumbres impuestas por líderes de cuarta categoría como obligar a los jóvenes a “botear” o a secuestrar autobuses. Si los normalistas pasaran más tiempos en sus aulas tal vez otro gallo les cantara. No se justifica la barbarie, esa habla de la descomposición del país, de la complicidad e ineficiencia de la clase política, nos referimos a la suerte dispareja, desigual, de dos grandes proyectos creados por los regímenes revolucionarios. ¿Cómo restituir la certeza de que estamos diseñados para grandes cosas?...