DEMOCRACIA JOVEN
Los recientes acontecimientos internacionales y nacionales nos hacen reflexionar sobre lo que significa la Democracia, concepto surgido en la antigua Grecia que significa gobierno del pueblo, que dio origen a la filosofía política de occidente y a diversas formas de democracia. En nuestro país la instauración de un Estado democrático ha tenido una larga historia y es hasta la promulgación de la Constitución de 1917 cuando se logra cierto orden institucional y estabilidad política que da pie a un orden democrático cuyo sustento es el sufragio universal y un sistema electoral que permita a la ciudadanía elegir libremente a sus representantes. Hasta hace pocos años el voto ciudadano era adulterado, pero en la actualidad está demostrado que el voto cuenta y con él es posible expresar la opinión ciudadana.
Sin embargo, a pesar de que la democracia se ha convertido en la forma de gobierno dominante, las democracias reales existentes suelen padecer de defectos que las limitan e incluso anulan en la práctica, como la plutocracia (poder de los ricos), la oligarquía (poder de determinados grupos minoritarios) y la aristocracia (existencia de determinados grupos con privilegios o ventajas sobre el resto de la población).
LAS MAYORÍAS
En México, según los expertos, vivimos en una democracia joven en proceso de perfeccionamiento, donde la legalidad y el orden institucional deben ser respetados por todos, es por ello que se pueden presentar fenómenos que alteren nuestro proceso democrático, la negociación para cumplir la ley, es uno de ellos; la violencia que afecta los derechos de otros, la demagogia que trata de persuadir con falsas promesas a los ciudadanos sobre la solución de sus problemas cotidianos.
Por ello, se afirma que en México, el Estado de Derecho es débil, el respeto a la ley dudoso, y el acceso a la justicia, desigual. Aunque teóricamente tanto Estado como sociedad están sujetos a la ley, en la práctica existen recursos que permiten evadirla. Muchos mexicanos tienen la percepción de que una ley que consideren injusta puede ser legítimamente desobedecida, siempre que sea posible eludir una sanción. Por eso la sociedad debe estar consciente que ésta es una responsabilidad colectiva.
Si bien, las mayorías en todos los países democráticos deben ser las que deciden, también lo es que no siempre pueden hacerlo correctamente. La demagogia y el populismo pueden influir y provocar equívocos históricos, en aras de la democracia.
BREXIT, RIESGOS INESPERADOS
Un ejemplo contundente y reciente de los riesgos concretos de la democracia directa, del referéndum en este caso, se registró en Gran Bretaña cuyos ciudadanos votaron mayoritariamente por dejar la Unión Europea.
En el referéndum se planteó a los electores británicos la siguiente pregunta: ¿Debe Reino Unido seguir siendo parte o no de la Unión Europea? Más del 70 por ciento de los ciudadanos participaron y ganó el Brexit con una ventaja cercana a un millón de votos. Por cierto, Brexit es una palabra compuesta por Britain y por exit. Entre irse o permanecer ganó la primera opción y hoy todo está de cabeza. La primera víctima política fue el Primer Ministro David Cameron, del Partido Laborista, que pocas horas después de conocerse el resultado presentó su renuncia, aunque no se irá tan rápido pues permanecerá en el cargo hasta octubre. Entre los promotores de la salida estaba el Partido Conservador y destacó un personaje mediático: Nigel Farage, una suerte de Donald Trump inglés que se dio vuelo hablando del país de las maravillas en el que se convertiría en Gran Bretaña si se sale del sistema europeo. También destacó Boris Johnson, ex alcalde de Londres y muy popular por aquellas tierras.
Los políticos populistas contrarios a la Unión Europea manejaron dos ideas centrales: muchos de los problemas que tenemos se deben a la asociación con Europa y se resolverán mágicamente si nos salimos. La aceptación de migrantes es una disposición de la Unión Europea, cuyas políticas de movilidad de las personas supone un riesgo para que se cuelen terroristas al territorio inglés.
EL ARGUMENTO DEL MIEDO SE IMPONE
El discurso del miedo cayó en terreno fértil. Alguien dijo: el debate fue muy simplista, se trataba de asustar. Entre la gente hay enfado por la desigualdad social y porque las promesas de un futuro promisorio no se realizan. Hay miedo por el movimiento de migrantes entre quienes se pueden colar terroristas. Los partidos de derecha radical, xenófoba, obtienen cada día más votos, gracias a que como cualquier formación populista propone soluciones sencillas, maniqueas, para problemas complejos. Los nacionalismos se exacerban, lo diferente asusta.
Muy pronto quedaron al descubierto que los increíbles beneficios de abandonar la Unión Europea, que incluso comenzarían a sentirse horas después del voto a favor de romper el vínculo, no se cumplirían. Una ola de incertidumbre cayó sobre los líderes políticos de Gran Bretaña que no saben bien a bien cuál es el camino menos malo para salirse del tratado. No se crea que el bando ganador está repleto de sonrisas. Al contrario, impera la preocupación. Uno de ellos dijo que en realidad sus promesas eran posibilidades y que se verá cómo transformarlas en realidad. Se dijo que el dinero que se enviaba a la Unión Europea se destinaría al servicio de salud, o que habría control absoluto sobre el movimiento migratorio. Una verdad del tamaño del Big Ben se les vino encima. Gran Bretaña realiza todavía cerca de la mitad de su comercio con los países integrantes de la UE. No puede exigir que sus derechos se conserven si no cumple sus obligaciones. Por ejemplo, no puede demandar un trato preferencial a sus mercancías y cerrar sus fronteras a los trabajadores de otros países. Muchos subsidios europeos a actividades económicas británicas, como la pesca, se romperán y los ingleses no tienen recursos para sustituirlos.
A las pocas horas de conocerse el resultado, la primera ministra de Escocia, miembro del Reino Unido, Nicola Sturgeon, fijó la postura de su país al decir que ellos quieren quedarse en Europa y comenzar a emprender todas las medidas legales a su alcance para conseguirlo, lo que supone un riesgo enorme de fractura al interior del Reino Unido. En contraparte, el 75 por ciento de los ciudadanos menores de 25 años votaron por permanecer en la Unión Europea. Los europeos, resentidos por el rechazo, no sólo no pidieron a Londres quedarse, sino que por el contrario pidieron que se fuera lo antes posible, bajo la amenaza de que los ingleses no tendrán un mercado común a la carta. Se abrió un periodo de reflexión pues impera un desencanto, como aquí entre nosotros se habla de mal humor- Gibraltar, también exige quedarse. Tienen argumentos, pues el 95 por ciento de los votantes, una mayoría inmensa, casi total lo hizo a favor de permanecer.
EL POPULISMO, RIESGO PARA MÉXICO
El populismo es un riesgo tangible para México. Impera lo que el presidente Enrique Peña Nieto definió como un mal humor generalizado, que no es otra cosa que una frustración compartida porque las cosas no salen de acuerdo a las expectativas. La desigualdad social no sólo persiste sino que se agudiza. Amplios sectores sociales se sienten excluidos de los beneficios del desarrollo y todo se refleja en un descrédito de la democracia cómo herramienta para resolver problemas. El caldo de cultivo es idóneo para aventureros de la política, que lleguen con su conocido cargamento de soluciones fáciles para problemas complejos. Que vengan a dividirnos, entre buenos y malos, que alimenten la confrontación.
En un discurso ante la Asamblea General de la ONU el presidente Peña Nieto recordó que el siglo XX vivió y padeció las consecuencias del populismo llevado a sus últimas consecuencias. Se padeció entonces a individuos carentes de entendimiento, responsabilidad y sentido ético que optaron por dividir a las poblaciones hasta buscar el aniquilamiento del contrario. Son personajes que desafían los sistemas democráticos con tal de satisfacer ambiciones personales. Es verdad que el entorno es desafiante, que hay confusión, pero la división no es la solución. Las sociedades, recordó el mandatario mexicano, deben estar alertas frente a quienes se aprovechan de sus miedos y preocupaciones, ante los que siembran odio y rencor con el único fin de cumplir agendas políticas y satisfacer ambiciones personales. Que el siglo XXI no repita los errores que tanto dolor ocasionaron en el pasado. Los populistas quieren dividir a la sociedad, ponerse a la cabeza de uno de los sectores inconformes y emprender su asalto al poder, este es el reto actual para la consolidación de una democracia real.