La Historia
El aniversario del Instituto Politécnico Nacional merece reconocimiento, no nos limita nuestro acendrado sentimiento universitario para elogiar a una institución que festeja 80 años de vida en nuestra historia educativa. Reconocer sus beneficios y logros merece una reflexión que nos permite ratificar que en México, cuando se unen la voluntad política y las demandas sociales, los resultados son positivos.
El Politécnico ha cumplido con la aspiración de otorgar a las clases menos favorecidas del país, la mayoría, una posibilidad educativa y de trabajo; ha logrado importantes aportaciones al desarrollo de México y ha producido hombres y mujeres destacados en todos los sectores del País. Pero no fue producto de una ocurrencia, como en la época actual se acostumbra, de algún político o grupo dominante, fue resultado de una concepción de Estado para llevar la educación tecnológica y la investigación científica a la mayoría de los jóvenes mexicanos; fue resultado de un estudio inteligente, analizando las necesidades del momento en el País y tomando en cuenta los sistemas de enseñanza más adelantados en esos momento en el mundo; se prepararon y contrataron profesores calificados con la exigencia de enseñar.
Por ello, el proyecto educativo de la Revolución Mexicana cristalizó en el Instituto Politécnico Nacional. Los encendidos discursos sobre la obligación del Estado surgidos del movimiento armado para educar al pueblo; las históricas arengas en la tribuna del Constituyente del 17; la visión de los revolucionarios más lúcidos y vanguardistas no se diluyeron sino que, en el caso del IPN, dieron lugar a una institución que, a 80 años de su creación, puede celebrar con la satisfacción del deber cumplido. Es un caso de éxito. Sus creadores detectaron una necesidad específica del país y se dedicaron a satisfacerla de la mejor manera, creando una institución que nos enorgullece y prestigia a nivel internacional.
LA VOLUNTAD POLÍTICA DE CÁRDENAS
En el año de 1936 se tomó la decisión de crear una sola casa de estudios, con un mando académico único, diversas escuelas de educación técnica que ya venían operando. Una de ellas, la Escuela Técnica de Maestros Constructores,
creada durante el gobierno del general Álvaro Obregón, que con los años se transformó en la prestigiosa ESIA. Cabe subrayar que en los documentos que dieron origen al IPN se insistió en que se trataba de estudiantes surgidos de las clases populares, los jóvenes menos favorecidos, se transformarían en los profesionistas que el país necesitaba para emprender un magno proyecto de industrialización, motor del desarrollo para el país. Hoy día, que el IPN es pilar fundamental del sistema educativo nacional, vale la pena recordar algunos nombres de personajes claves en su creación.
Narciso Bassols, fue un político mexiquense, pues nació en Tenango del Valle; es considerado uno de los principales ideólogos de la Revolución, en el tiempo en que se tenía una concepción socialista de la educación pública. Fue uno de los siete sabios. Siempre cercano al general Plutarco Elías Calles. Ocupó carteras importantes como la Secretaría de Gobernación pero también la de Educación Pública, desde donde fue determinante en la creación del IPN, en la fase de la organización de escuelas técnicas. Tuvo varias encomiendas diplomáticas, representando a México ante la URSS, Francia y España.
Luis Enrique Erro fue hijo de inmigrantes españoles, dio importantes aportaciones a la educación en México. Se dice poco pero en sus años juveniles fue un deportista consumado, destacando, aunque sea difícil de creer, en la lucha libre, lo que no impedía que tuviera una desempeño académico sobresaliente que lo llevó a estudiar en las universidades más prestigiosas de la época. Pasó a la posteridad como un destacado astrónomo, por lo cual el planetario que opera en Zacatenco lleva su nombre. Era amigo cercano a Bassols con quien trabajó de cerca en el proyecto de las escuelas técnicas.
Juan de Dios Bátiz Paredes, fue un general revolucionario oriundo de Sinaloa. Sus hazañas en el campo militar palidecieron ante sus logros en tiempos de paz, cuando era necesario construir, cuando era necesario educar. También cercano al general Lázaro Cárdenas recibió la encomienda de ser el primer director general del Instituto Politécnico Nacional. Su nombre pasó a la posteridad al ser condecorado con la medalla de honor del Senado de la República, Belisario Domínguez, en 1977, un par de años antes de su muerte.
Lázaro Cárdenas del Río fue, con su voluntad política, el personaje que pasó a la historia como fundador del IPN. Lo hizo como parte de un proyecto educativo que asumió la necesidad de dar instrucción de calidad a los grupos populares, como una forma de hacer realidad los postulados de la Revolución en materia educativa.
EL INTERNADO
La historia del Politécnico consigna que, en ese afán de apoyar a los hijos de los trabajadores y los campesinos, mediante un reglamento provisional, se crea en enero de 1944 el Internado, con capacidad para 300 estudiantes. Para entonces había 256 jóvenes alojados en dormitorios provisionales, que se habían acondicionado debajo de las tribunas del estadio Salvador Camino Díaz y en el anexo del gimnasio. El edificio definitivo del internado fue abierto en 1952, ante la presencia de Miguel Alemán Valdés, presidente de la República, en el Casco de Santo Tomás, ahí se alojaron los estudiantes de provincia; quienes conocieron las instalaciones aseguran que era un edificio no lujoso, pero con todas las comodidades necesarias. Al frente de la fachada, el edificio tiene un mural de David Alfaro Siqueiros.
Es importante comentar que el Internado además de otorgar alojamiento y alimentación, se convirtió en un espacio de organización y discusión abierta y donde se le dio alojamiento también a otros estudiantes llamados “gaviotas”, que no eran del internado pero que dormían en espacios cercanos al inmueble y comían lo que compartían los internos.
En 1956, durante la Presidencia de Adolfo Ruiz Cortines, esta instalación fue cerrada y ocupada por el Ejército para dar fin a una huelga de los estudiantes que reclamaban mejores condiciones y que se contaminó en el momento con otros grupos progresistas, lo que fue aprovechado para crear el Comité depurador del IPN, el Frente Anticomunista, entre otros, por lo que se acusó al gobierno de abandonar el proyecto original del IPN.
LOS SÍMBOLOS
Es oportuno apuntar aquí que el emblema del IPN es un burro blanco, aunque no se sabe bien a bien cuál fue su origen. Dicen los que lo recuerdan que en los terrenos de la hacienda de Santo Tomás, terrenos en los que se edificaron las instalaciones centrales del instituto, quedó encerrada una burra blanca que fue descubierta por un grupo de integrantes del equipo de futbol americano, quienes de inmediato la adoptaron de mascota para las actividades deportivas. También los jugadores de futbol americano fueron los que seleccionaron los colores guinda y blanco, que según se cuenta los usaba lo que terminó siendo la Escuela Superior de Comercio y Administración, que estaba en la década de los años 30 en La Ciudadela. Esta escuela donó los colores y desde entonces son los que identifican a la casa de estudios
HOMENAJE EN SAN LÁZARO
La semana pasada la Cámara de Diputados le rindió homenaje al IPN. Legisladores de todos los partidos tuvieron palabras de reconocimiento a sus logros. Recibió los reconocimientos su actual director general, el doctor Enrique Fernández Fassnacht, por cierto galardonado con el Premio Crónica. Fernández Fassnacht estudió la carrea de Ingeniera Química y fue rector de la Universidad Autónoma Metropolitana, por lo que sus credenciales como conductor de instituciones educativas son realmente impecables. Su mandato no ha sido sencillo, ninguno lo es, pero su mano firme, buen trato y compromiso con el país, le han permitido entregar buenas cuentas.
El Poli, como se le llama coloquialmente, ha sido factor determinante en la modernización del país. Su lema, “La técnica al servicio de la patria” condensa no sólo una aspiración didáctica, una misión educativa, sino un proyecto de nación que conjugaba un acendrado nacionalismo con una vocación de modernidad que fue dominante a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado. El instituto ha contribuido al desarrollo económico y social de México. Sus egresados han tenido impacto real en el mejoramiento de la calidad de vida de la población. En sus aulas hay 180 mil estudiantes, más otra cantidad que acuden a los múltiples cursos de idiomas y a los de educación continua que dan un total de un cuarto de millón de personas aprendiendo y más de 17 mil profesores enseñando. Una institución colosal que requiere toda la atención y cuidado que sea posible tanto del gobierno, en su conducción, como de los legisladores en la atención a sus necesidades presupuestales.
INSTITUCIÓN EJEMPLAR
En este afán de apoyar la investigación tecnológica y científica, el presidente Adolfo López Mateos crea en abril de 1961 el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, dedicado a la difusión, enseñanza y desarrollo de investigaciones científicas. Inicialmente planificado como departamento de posgrados, adquirió autonomía jurídica, administrativa y presupuestaria por decreto del entonces presidente José López Portillo.
Es un organismo que recibe un financiamiento anual asignado directamente por el Congreso de la Unión y las colegiaturas, pagos y regalías por los servicios prestados a otras entidades como empresas privadas, organismos descentralizados, instituciones extranjeras, la industria y los donantes privados.
Cuenta con 33 departamentos, separados por áreas, así como 10 centros de investigación; tres están en la Ciudad de México y siete distribuidos en el resto del país.
Su primer director, el Dr. Arturo Rosenblueth, afirmó: “Los profesores deberán trabajar a tiempo completo y exclusivo y deberán contar con el grado de doctor. Ningún nombramiento será vitalicio; los contratos serán de uno a cuatro años, para evitar la ocupación estéril de un puesto por pasividad o pereza”. Para conocer las dimensiones de trabajo de esta importante institución, el Dr. Adolfo Martínez Palomo escribió recientemente en La Crónica de Hoy, “Rosenblueth logró además, mediante decreto presidencial, que el Centro de Documentación Científica y Técnica de México instituido por la UNESCO pasara al Cinvestav con todo su personal y todo lo que de hecho y por derecho le corresponde. Gracias a ello, el Centro contó desde su inició con una espléndida hemeroteca científica que a lo largo de varias décadas ha llegado a ser una de las mejores de América Latina” y agregó:
“El día de la inauguración del Cinvestav, Rosenblueth dijo: Creemos que el organismo es sano y está exento de vicios congénitos. Esperamos por lo tanto que su crecimiento y desarrollo sean exuberantes. Tampoco se equivocó entonces: los sólidos cimientos originales han mantenido inalterados los principios académicos establecidos por su fundador”… FELICIDADES.