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Indígenas. Una deuda social que se tiene que pagar



Marginación y pobreza

La conmemoración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas es ocasión para reflexionar sobre la situación en la que se encuentran los nuestros en el país. Hay, según cifras oficiales, 68 pueblos, 59 idiomas, que utilizan cerca de 15 millones de personas, que comparten una desalentadora característica: son muy poco visibles. Habitan casi todos en lugares apartados, a donde fueron empujados contra su voluntad, en diversos momentos de la historia, para sobrevivir, ante el embate primero de españoles, después de criollos y de los propios mexicanos. La marginación es el concepto rector de la vida cotidiana de las poblaciones indígenas del país.

Se concentran principalmente en: Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Puebla, Guerrero, parte del Estado de México, Hidalgo y Tlaxcala. En la península de Yucatán y recorren Michoacán y algunas regiones de Nayarit, Durango, Chihuahua y Sonora.

Los problemas sociales y de salud que sufren la mayoría de los pueblos indígenas son múltiples, persiste una educación racial, muchas de las comunidades siguen siendo víctimas de abusos e invasión de sus propiedades por otros mexicanos. Debido a la discriminación de la que son objeto y al despojo de sus tierras, la extrema pobreza y la alta marginalidad permanecen como signos estructurales de su vida. A ello habría que agregar un racismo semioculto local, regional y nacional. En la mayoría de las zonas donde habitan los pueblos indígenas, se resiente la descapitalización del campo, la falta de inversión productiva, la baja productividad, y las escasas posibilidades de agregar valor a sus productos.

Los pueblos indios mexicanos siguen practicando formas propias de autogobierno y rigiéndose por sus sistemas normativos, que han evolucionado desde los tiempos pre-coloniales conocidos como “usos y costumbres”. La clave de su persistencia es una decisión consciente de defender su identidad distinta.

Migración

Por otra parte, miles de indígenas forman parte de los migrantes hacia los Estados Unidos y Canadá, donde desarrollan trabajos relacionados con actividades agrícolas, pesqueras o ganaderas, conservando su cosmovisión de vinculación con la tierra y la naturaleza. Actualmente el envío de sus ingresos a sus familiares, forma parte de uno de los rubros más importantes de divisas en la economía mexicana.

Muchos de ellos regresan a México en fechas importantes y después vuelven a cruzar hacia los Estados Unidos. Algunos sufren burlas y rechazo de sus propios paisanos mexicanos que no son indígenas y en la mayoría de los casos no logran integrarse a la forma de vida estadunidense o chicana. La pérdida de la lengua materna entre los niños y jóvenes es aceptada para evitar el rechazo y cuidar su integridad.

La población indígena en México, permanece como referente estadístico de la marginación, la pobreza y la migración, a pesar de que la historia los define como los originarios, su desarrollo es casi invisible y en general aislado.

Derecho a la identidad

De hecho, el objetivo central de la política indigenista del actual gobierno federal, se dijo en la ceremonia oficial, es volverlos visibles y agentes efectivos del desarrollo del país. Los pueblos indígenas casi no aparecen en los medios, casi nunca son motivo de atención, son parte del paisaje en zonas agrestes, excepto cuando hay un brote de violencia o con motivo de alguna hazaña singular, como la del niños triquis que juegan basquetbol.

Son comunidades que luchan por derechos que para otros sectores de la población son naturales, como por ejemplo el derecho a la identidad plena, que se logra con una documentación mínima indispensable, como el Acta de Nacimiento, que aunque parezca difícil de creer, muchos indígenas no tienen. La identificación plena es una herramienta poderosa para contrarrestar la marginación, pues permite el acceso a los servicios básicos, al menú de apoyos gubernamentales y, claro, a la educación, que es fundamental para atenuar la exclusión.

Hay un dato revelador: en los últimos tres años, se han entregado 8 mil actas de nacimiento a niños indígenas que no habían sido registrados, o sea que no existían para el Estado. La exclusión se expresa de múltiples formas, como la falta de vías de acceso a las comunidades indígenas, de donde es difícil entrar o salir y muchas veces es una condena de aislamiento. Sus antepasados no se establecieron en esos lugares apartados por gusto, sino por miedo.

La visión de los vencidos

Somos un pueblo mestizo que le ha dado la espalda a uno de sus troncos originarios, el indígena. No es casual que uno de los libros definitivos sobre el tema indígena se llame La Visión de los Vencidos, obra cumbre del historiador Miguel León Portilla, Premio Crónica, en la que se narran de manera por demás estrujante cómo vieron los pueblos originarios la llegada de los españoles y el fin de su mundo como lo conocían. Miguel León Portilla ha hecho algo concreto, efectivo, ejemplar, para contribuir a que el legado de las culturas indígenas sea algo vivo entre nosotros: cuidar sus lenguas, como el Náhuatl. En alguna ocasión el historiador advirtió que cuando muere una lengua se cierra una ventana que jamás se vuelve a abrir, porque ya no oyen una serie de sonidos irrepetibles. Cada lengua, para él, es portadora de un mundo maravilloso, un tesoro de la humanidad.

Desde luego hay esfuerzos de incorporación al desarrollo. En el evento del Día Internacional, se dio a conocer que se han llevado a cabo más de 5 mil 900 obras dentro del Programa de Infraestructura Indígena que busca atender rezagos de comunidades apartadas a las que se dota de drenaje, electricidad, agua potable, vivienda. Hay programas para prevenir la violencia de género y contrarrestar el embarazo adolescente entre las mujeres indígenas, que son elementos que acentúan la exclusión.

Comisión Nacional

En México, la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, organismo antes denominado Instituto Nacional Indigenista, es el encargado, dentro de la estructura del gobierno federal, de diseñar e instrumentar una política con respecto a las comunidades indígenas. Promueve y defiende los derechos de los indígenas y facilita su participación social organizada. Lo debe hacer reconociendo la naturaleza pluricultural del país que es uno de los rasgos distintivos de la nación mexicana. La Comisión Nacional es dirigida por la política hidalguense, Nuvia Mayorga.

En la Declaración de las Naciones sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas se establecen los derechos individuales y colectivos de la población indígena, en particular, su derecho a la cultura, la identidad, el idioma, el empleo, la salud y la educación. Se subraya el derecho de los pueblos indígenas a mantener y reforzar sus instituciones, culturas y tradiciones y promover su desarrollo de acuerdo con sus aspiraciones y necesidades. También se prohíbe discriminarlos. Se promueve su participación plena y efectiva en relación con los asuntos que les conciernan, incluido su derecho al desarrollo con identidad, es decir de acuerdo a su cosmovisión, que es diferente a la nuestra.

Literatura mexicana y los indígenas

Varios especialistas antropólogos e intelectuales mexicanos, incluidos escritores del más alto nivel, se han volcado a escribir sobre el mundo indígena en el país. Destacan entre ellos Juan Rulfo, Rosario Castellanos y Fernando Benítez. Desde luego hay otros muchos, pero ellos alcanzaron altos niveles de perfección, en los primeros dos casos, y de rigor periodístico en el caso de Fernando Benítez, que merecen una mención especial.

El narrador jalisciense, Rulfo, borda sobre el mundo indígena en su recopilación de cuentos El llano en llamas, uno de los textos claves del siglo XX en el país. La escritora chiapaneca Rosario Castellanos tiene en su obra una trilogía indigenista que ha recibido el beneplácito de la crítica y de la comunidad lectora: Balún Canán, Oficio de Tinieblas y los cuentos de Ciudad Real, en los que adquieren protagonismo central las comunidades indígenas de Chiapas, sobre todo de la región de los altos. Fernando Benítez, baluarte del periodismo cultural en el país, escribió dentro del ámbito periodístico una obra sin par: Los indios en México, un libro monumental, en el sentido más amplio de término, dedicado a analizar la situación imperante entre las etnias que habitan el territorio nacional. Hay una declaración de Benítez que me interesa destacar: “Mi trabajo con los indios es una experiencia espiritual que ha enriquecido notablemente mi vida. Yo no les he enseñado nada, son ellos los que me han enseñado a mí”.

Responsabilidad colectiva

El Estado mexicano reconoce a los pueblos indígenas al definirse en su Constitución Política como una nación multicultural fundada en sus pueblos indígenas, pero a pesar de los esfuerzos oficiales creando instituciones y programas de apoyo para los grupos y pueblos indígenas, éstos continúan viviendo con desigualdades y marginación. Sus problemas sólo pueden ser enfrentados mediante el concurso comprometido de las diversas instancias de Gobierno, mediante políticas incluyentes que permitan poner en marcha una práctica publica de pluriculturalidad, respetando la tradición y conciliándola con la modernidad, tendiendo puentes entre el mundo indígena y el global. Especial participación deberá tener toda la sociedad mexicana en su conjunto, reconociendo el valor de nuestras raíces y las enseñanzas de estos pueblos que deberían llenarnos de orgullo y de los cuales, como decía Fernando Benítez, tenemos mucho que aprender.

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