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Para tener buenos políticos, se necesitan mejores ciudadanos



CIUDADANÍA INTEGRAL
En la tercera semana de actividad electoral hemos considerado conveniente  reflexionar sobre la participación ciudadana y su importancia en la vida pública y el desarrollo político del país. Nuestra  democracia, aun imperfecta,  está en constante evolución, de ahí que se presente una continua redefinición de las necesidades y demandas de los ciudadanos. Entre más exigente sea la ciudadanía, más amplias serán las expectativas y demandas respecto de la democracia. Si antes sólo exigía que su voto contara, ahora demanda mayor bienestar social e influencia en la definición de las políticas públicas.

Debemos aspirar a contar con una ciudadanía integral, lo cual implica que los ciudadanos puedan ejercer sin límites sus derechos civiles, sociales y políticos. Un régimen que asegure no sólo una democracia electoral, sino una  democracia de auténtica participación  ciudadanía en las decisiones fundamentales.

POLÍTICOS RAPACES
Enaltecer el quehacer político, sobre todo en época de elecciones, es una de las tareas del Instituto Nacional  Electoral más complejas. Es así porque la actividad  atraviesa por un periodo de sombras. Menospreciar  a los políticos y sus obras es costumbre nacional con  profundas raíces. No es, claro está, un desprecio espontáneo que surge de la nada. Tiene fundamento  en años, décadas de abusos, muchos de ellos, no todos, documentados por la prensa nacional que describe una clase política rapaz, preocupada por sacarle provecho personal a los  recursos  que son de  todos y que les tocó custodiar y lo único que hacen es salir de pobres, construir fortunas alucinantes, y hablar en público de honestidad y rectitud con un aplomo que abochorna.

MÁS PARTICIPACIÓN
Lo que se dice menos, casi nunca, es que la única  fórmula conocida para que un país tenga mejores  políticas  es que esté conformado por mejores ciudadanos. Si no hay una participación más comprometida e informada de los ciudadanos en la cuestión  pública, en los asuntos que competen a la comunidad,  los políticos aprovecharán el aislamiento para hacer  de las suyas, entre ellos. Por eso fue interesante que el Instituto Nacional Electoral dentro del Foro de  Análisis de las Plataformas Electorales 2015, organizara una mesa denominada “Participación Ciudadana y Fortalecimiento de la  Democracia” que contó con la presencia de José Woldenberg, que fue  presidente del Instituto Federal Electoral es su momento de despegue.

DÉFICIT CIUDADANO
Vale la pena rescatar en plena campaña electoral  2015, algunos de los conceptos vertidos por Woldenberg, quien señaló que el tema de la participación  ciudadana es central, no sólo porque supone que los  ciudadanos son el sujeto de la democracia, sino por  algo que mencionamos antes: el malestar creciente con la política, los actores políticos, los partidos, los  congresos y los gobiernos. Y ya sabemos, o deberíamos saber, asegura  Woldenbrg, que sin partidos  no hay democracia posible. Son protagonistas los partidos, pero sólo en  función de  su  relación con los  ciudadanos. La fórmula es: a mayor intervención ciudadana una democracia  más  robusta. No obstante, siguiendo siempre la tesis de Woldenberg, el país presenta un déficit de ciudadanía y civilidad, en otras palabras son relativamente pocos los ciudadanos interesados  en participar de manera sistemática en la esfera pública.

INFORMACIÓN CONFIABLE
Un estado democrático requiere, reclama una sociedad  civil fuerte, extendida, robusta, alerta. En un país con las  características de México, tiene un obstáculo formidable para el despliegue de los derechos ciudadanos, y son las profundas desigualdades que son rasgo dominante de la  sociedad, archipiélagos de clases, grupos pandillas que no se reconocen mutuamente, que viven en una tensión  permanente, incubando rencor y resentimiento. Sin embargo, existen avances en la construcción de un modelo de competencia política autentica. Han propiciado transformaciones que pueden ser calibradas por millones de compatriotas que alcanzaron la mayoría de edad en el régimen del partido hegemónico, sin competencia real, y que  hoy votan en un sistema de competencia real, en ocasiones descarnada.

Algo que se logró en poco tiempo. En todos los casos, es necesario hacer hincapié en la importancia de la transparencia, el acceso a la información y la rendición de cuentas, ya que, como muchos autores afirman, la eficiencia de la participación ciudadana depende en gran parte de la información que puedan obtener los ciudadanos. De nada sirve que la población cuente con mecanismos de participación para resolver alguna problemática social, si carece de la información necesaria para tomar una decisión racional acerca de lo que le conviene. Además, los ciudadanos deben contar con instrumentos reales para evaluar el trabajo de sus representantes y lograr comprometer a sus representantes a ser más responsables y eficaces.

PARTICIPACIÓN CIUDADANA
Los primeros antecedentes en nuestro país de participación de la ciudadanía sobre decisiones de gobierno se remontan al plebiscito realizado en marzo de 1824, que dio como resultado la incorporación de Chiapas a la Federación, y la Convocatoria del 14 de agosto de1867, en la cual Benito Juárez propuso que el Poder Legislativo se dividiera en dos Cámaras.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 puede considerarse otro avance en materia de participación ciudadana, estableció por primera vez el concepto de derechos políticos, esto es, hizo referencia por primera vez al derecho de los ciudadanos a votar y ser votados. De igual forma, estableció que “la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo; que todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste.”

La Ley para Elecciones de Poderes Federales del 2 de julio de 1918 introdujo la “no reelección, sufragio efectivo, elección directa y libertad de participación política con la universalidad del sufragio”.

En 1954 se reformó la Ley Electoral Federal, para introducir en toda forma el derecho de la mujer a votar y ser votada.

APERTURA DEMOCRÁTICA
Como consecuencia de los movimientos estudiantiles del año 1968 en diversas partes del mundo, se crearon las conocidas organizaciones de la sociedad civil que en su mayoría, escapan a los postulados ideológicos de un partido.

En México a partir de entonces, se han desarrollado y reproducido organizaciones para la defensa de intereses  grupales o particulares., quienes se han involucrado en asuntos públicos y de interés nacional.

En 1969, se enmendó la Constitución  Política de los Estados Unidos Mexicanos para atender algunas de las demandas en materia de participación ciudadana se redujo la edad mínima para poder sufragar y obtener la ciudadanía de los 21 a los 18 años. Asimismo, en 1972 se dio otra reforma a la Constitución esta vez para bajar los requisitos de edad mínima para ser votado, el diputado pasó de 25 a 21 años y para ser senador de 35 a 30 años. Una reforma constitucional más en 1999 de nuevo disminuyó la edad para ser senador de 30 a 25 años, tal como se establece en la actualidad.

En 1973 se creó una nueva Ley Federal Electoral, en la que finalmente se enumeran las características del voto, estableciendo que el voto es “un derecho y una obligación para el ciudadano”

CANDIDATO ÚNICO
Es momento de recordar que en la campaña presidencial de  1976, al final del sexenio de Luis Echeverría,  se presentó un solo candidato en la contienda por la presidencia de la República: José López Portillo. Se dio el fenómeno bochornoso de que pudo haber ganado esa elección con un solo voto, el suyo por  él mismo. Ya en la Presidencia, y comprendiendo que el modelo estaba por demás  agotado, que no daba más, López Portillo encargó a Jesús Reyes Heroles la instrumentación de la madre de todas las reformas  políticas, la de 1977, que sentó las bases que lo que  vendría  después, un cuarto de siglo de después, la alternancia en el poder presidencial.

POLÍTICOS OPULENTOS
En ese lapso de tiempo relativamente corto, se pasó del partido casi único a un sistema partidista que incluso agobia. Es un sistema de formación de gobiernos democrático  que sin embargo no ha podido evitar el desencanto de la gente por la política. ¿A qué se debe? A decir de Woldenberg hay cuatro afluentes que alimentan el malestar con la política: el estancamiento económico, las desigualdades abismales, la corrupción y la violencia. La expectativa de que los hijos vivan peor y no mejor que sus padres inyecta entre la población mayoritaria altas dosis de malestar en contra de los funcionarios públicos. La corrupción, estigma del quehacer político mexicano, hoy es mucho menos tolerada por la gente que ya está harta  de que los políticos exhiban su vida de opulencia, desde relojes con precios exorbitantes, hasta casas, yates, y otros despilfarros. Y a esto  hay que añadir, como motivo de molestia, el hecho de que en lugar de ser castigados por no resolver los problemas de la gente, son mantenidos con millonarios recursos públicos,  ya que la Constitución considera a los partidos políticos   entidades de interés público y por lo tanto con capacidad  para acceder, año con año, a dinero público para su operación.

PARTICIPACIÓN NO VANDALISMO
Hay una prohibición explícita de que los partidos reciban  dinero de la gente particular, entre ellos empresarios. El financiamiento público dominante, tuvo en su origen la  sensación de riesgo que suponía que los partidos trabajaran con dinero privado originado en transacciones ilegales. Que la mafia no fuera el principal financiador y claro una vez en el gobierno el candidato que recibió los saludos de la mafia trabajara en favor de las bandas que se cooperó para sacar adelante su carrera.

La participación ciudadana, finalmente es indispensable, pero exige la aceptación de las reglas del juego democrático y el respeto al estado de derecho y la libertad de los individuos.

Así pues, aunque con mucha frecuencia se les confunda como formas de participación, conviene tener claro que ni la rebelión ni la movilización vandálica cumplen esos dos requisitos.

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