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A propósito de los 20 años de La Crónica de Hoy



Periodismo en México
El nacimiento del periodismo en nuestro país se remonta a la época colonial, cuando los llamados pregoneros gritaban, en plazas públicas y sitios de gran concurrencia, las noticias de actualidad.
La llegada de la imprenta a México ocurre en 1539, posteriormente se fueron instalando algunos talleres de impresión, con lo que inicia la circulación de hojas volantes. La primera de ellas fue el Mercurio Volante, editada en 1693 por el intelectual Carlos de Sigüenza y Góngora, con noticias de carácter histórico y científico.
El 20 diciembre de 1810, se funda El Despertador Americano auspiciado por el cura Miguel Hidalgo, dando pie a otros periódicos que sirvieron como bandera de lucha ideológica para grupos que buscaban un México independiente.
Con la Constitución de 1824 se instauró el régimen de libertad de imprenta y con ello se amplió el marco jurídico para el desarrollo de la actividad periodística en todo el país, que creció en proporciones geométricas.
Fueron los periódicos El Ateneo Mexicano y Siglo XIX (1840) y El Monitor Republicano (1844) el conducto para difundir las ideas liberales de Francisco Zarco, Guillermo Prieto y Andrés Quintana Roo, que tuvieron efecto en la comunidad, pese al analfabetismo y aislamiento de los centros poblacionales ya que su contenido era noticia y era transmitida oralmente.

Juárez y Díaz
Durante el período presidencial de Benito Juárez (1858-1872) mejoran las condiciones de la libertad de expresión, Incluso algunos autores coinciden en que se abusó; por lo que se centraron en la confrontación entre liberales y conservadores.
Al asumir la presidencia en 1876, el general Porfirio Díaz decidió dar un nuevo trato a la prensa estableciendo, en su segundo período de gobierno (1884), cantidades fijas de dinero para los periódicos y tratar de evitar así las críticas.
Destacaron durante esta larga etapa de censura: El Hijo del Ahuizote, el Diario del Hogar, El Anti Reeleccionista donde colaboró José Vasconcelos y el caricaturista José Guadalupe Posada. El periodismo antireeleccionista fue fortalecido en 1909 por Francisco I. Madero con El Demócrata Coahuilense y Aquiles Serdán publicó en Puebla La No Reelección.
El Imparcial, fundado en 1896 fue considerado el periódico más moderno de México, contó con las primeras rotativas del país, así como los primeros linotipos, desapareció en 1914
Después del cierre de El Imparcial, el primero de octubre de 1916 el constitucionalista Félix F. Palavicini funda El Universal y el 18 de marzo de 1917 Rafael Alducín hace lo propio con Excélsior, periódicos que subsisten en la actualidad.

El periodismo moderno
En la actualidad en México contamos con una libertad absoluta, incluso con amplia tolerancia a la crítica, con múltiples escuelas de periodismo, con opinadores doctos y responsables y muchos otros que aprovechando el ambiente de libertad lo hacen sin fundamento y con ignorancia, lo que ha propiciado en muchas ocasiones distorsiones de la verdad o lo que es más grave percepciones públicas de irritación.
Por ello, es importante recordar que un elemento fundamental de la labor periodística es la ética, que está indisolublemente ligada a la naturaleza de la profesión, es decir, a su fundamento de ser un servicio social. El periodista comparte la responsabilidad de la información transmitida y es responsable de mantener valores fundamentales de su actividad: objetividad, veracidad y responsabilidad, la información en periodismo se entiende como bien social y no como un producto.
Por otra parte, el desarrollo de las nuevas tecnologías ha favorecido la rapidez de difusión de los mensajes, a la vez han mejorado las posibilidades de actualización de sus contenidos. Ha cobrado importancia el mercado audiovisual de modo que los diarios importantes cuentan con su portal de internet.
Como nuevo fenómeno han aparecido las redes sociales que trasmiten información que se multiplica con gran velocidad, en su mayoría los mensajes son anónimos o con sobrenombres, lo que permite que no solo sean críticos, sino desmedidamente agresivos y en ocasiones falsos y denigrantes, pero a pesar de todo son poderosas herramientas de manipulación y propaganda.
Quienes ejercen el periodismo y los medios de comunicación social son importantes agentes socializadores. Tienen influencia en la formación de valores, creencias, hábitos, opinión, percepciones y conductas de los distintos estamentos de la sociedad.

México, la autoflagelación
Quizá por ello, se ha ido formando una percepción equivocada del País y en muchos casos del gobierno, la afición por denostarnos se extiende, está a punto de ser un deporte nacional. Se multiplican las voces que sostienen, casi como axioma, que todo está mal. Que somos, como país, buenos para nada. Parecemos empeñados en mostrarle al mundo lo malos que somos y los problemas que tenemos.
Llegó el momento de atajar el auto flagelación. No sirve de nada, no nos hace mejores. Por el contrario lacera el ánimo y pone las cosas cada vez más difíciles. Tenemos que ver con mayor claridad la transformación del país. No se trata de caer en el país de las maravillas, sino vernos al espejo, pero del lado correcto, para ver la imagen de lo realmente somos, y no solazarnos en un espejo negro que sólo refleja la parte mala de una historia.
Vale recordar la reciente comida de trabajo que el Comité Editorial de Crónica realizó con el secretario de Salud del gobierno federal, el doctor José Narro, quien sostuvo que hablar sólo de lo malo del país no sirve para nada. No sirve para corregir las insuficiencias, no sirve para comprender dónde estábamos parados y en cambio sí sirve, y mucho, para contagiar el desaliento y el mal humor. Lo cierto es que el país ha crecido, se ha transformado de manera insólita ante nuestros ojos. Las personas de mi generación podemos dar testimonio porque lo hemos vivido.

La construcción del país
El propio doctor Narro recuperó un dato que es un buen punto de partida. A mediados de la década de los años 40 del siglo pasado éramos 25 millones de mexicanos. Más de la mitad de ellos todavía vivían en el campo. Para atender las necesidades de ese país cinco veces más pequeño que el actual comenzaron a crearse instituciones como el IMSS y el ISSSTE, de las que ya hemos hablado en este espacio. Esos 25 millones de mexicanos tenían una esperanza de vida promedio de 60 años. Hoy somos 120 millones de personas, con una esperanza de vida de 75 años, y casi el 80 por ciento vive en las ciudades. El dato supone que hemos hecho muchas cosas bien, por ejemplo reducir de manera drástica la mortalidad infantil y la de las madres al momento de dar a luz o la vacunación universal, a lo largo de varias décadas, lo que debería darnos confianza en nosotros mismos, en nuestra capacidad de desarrollo.
O tomemos el ejemplo del sistema educativo, ya que en la década de los 60 había en el sistema siete millones de personas y hoy son más de 35 millones. Es un cambio colosal que supone el trabajo comprometido pero también eficaz de varias generaciones de mexicanos. A mediados del siglo pasado había, en todo el país, 30 mil estudiantes de licenciatura y posgrado. Hoy hay más de 3.5 millones, el contraste es enorme. Si pudimos con los retos del pasado, es seguro que podremos con los retos de hoy, comenzando por el de la desigualdad social, que es inadmisible porque, además del grave deterioro de la convivencia, que millones de compatriotas y grandes zonas del país estén en condiciones de pobreza, impide el desarrollo del país y el despliegue de sus potencialidades.

Evolución política
La exclusión es peligrosa porque genera condiciones propicias para acciones disolventes, genera incertidumbre e inseguridad y por lo tanto hay que contener su expansión que pone grandes obstáculos en nuestro camino. La evolución del país hacia estadios superiores de desarrollo es evidente también en el quehacer político. La elección del pasado domingo 5 de junio hubiera sido imposible, impensable a mediados del siglo pasado. Hasta la década de los años 80 sólo un partido ganaba siempre las elecciones para gobernador. Las cosas han cambiado. Se registraron alternancias en varios estados de la República, algunos como Veracruz, Durango o Tamaulipas que nunca han sido gobernados por un político emanado de un partido diferente al PRI. Hay alianzas, algunas incluso entre partidos de izquierda y derecha, hay candidatos independientes. La gente tiene una credencial para votar con fotografía y hay un Instituto Nacional Electoral altamente especializado para organizar los comicios. En suma, hay democracia, incipiente si se quiere pero real. Los ciudadanos con sus votos forman gobiernos, apoyan o castigan, reconocen o reprueban.

Los medios son otros
Otro ejemplo a la mano es de los propios medios de comunicación inmersos en una transición de gran calado en aspectos técnicos pero también políticos. Se goza hoy de márgenes muy anchos de libertad de expresión que muchos confunden con libertinaje. Durante décadas el gobierno era el único emisor institucional y controlaba con mano de hierro la suerte de los periódicos, De hecho, aunque hoy suene inverosímil, el gobierno controlaba la única empresa en el país con permisos para comerciar con papel periódico. Si el gobierno no te vendía el papel periódico nadie más lo hacía. La censura y la autocensura eran prácticas cotidianas para periodistas, que tenían que tratar con pinzas todo lo relacionado a la lucha por el poder en el país. Hoy estamos en el otro extremo no sólo porque es imposible tener control sobre las nuevas tecnologías sino porque el juego democrático permite ya un ejercicio en plena libertad del periodismo. En algunas plazas hay problemas serios para ejercer el oficio, pero no por presiones de la autoridad, sino por lo amagos del crimen organizado. De modo que, sin dejar de señalar errores e insuficiencias, por supuesto que no, no debemos concentrarnos sólo en las malas noticias, sino también hacer notar que somos un gran país con mexicanos destacados en todos los ámbitos y que desde luego somos más grandes que los problemas que nos toca afrontar. Lo primero es confiar en nuestra capacidad. Hemos sorteado desde siempre situaciones adversas. Lo volveremos a hacer.
Por eso en este 20 aniversario de Crónica nos sumamos con convicción a la divisa que ha establecido nuestro director general Jorge Kahwagi Gastine, de redoblar esfuerzos en nuestra responsabilidad de informar con objetividad y profesionalismo, de seguir creyendo en México defendiendo sus valores y virtudes.

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