Mucho se ha dicho y escrito, que somos el producto del choque de dos culturas, el encuentro de dos maneras distintas de ver el mundo, dos formas diferentes de entender las grandes preguntas del cómo y el por qué de nuestra existencia. Pero una de esas culturas, no la estudiamos, se hace a un lado, sabemos poco o casi nada de ella, incluso y agregaría desgraciadamente, para algunas personas el anahuaca que llevamos dentro, tanto genética como culturalmente, ha desaparecido y el legado ha quedado irreconocible. Para otros, afortunadamente ese anahuaca pugna por salir y muestra sus destellos en cada uno de los aspectos de nuestra vida, en nuestras relaciones ciales, en nuestra alimentación, en nuestra manera de convivir, en nuestra forma de amar, de llorar, de recibir una nueva vida y de despedir a nuestros muertos. amar, de llorar, de recibir una nueva vida y de despedir a nuestros muertos.sociales, en nuestra alimentación, en nuestra manera de convivir, en nuestra forma de amar, de llorar, de recibir una nueva vida y de despedir a nuestros muertos.
Lo anahuaca es lo que nos define como mexicanos, de no ser así todos los pueblos hispanohablantes seríamos exactamente iguales y difícilmente podríamos diferenciar a un sudamericano de un español y un mexicano, pero las diferencias saltan a la vista y nuestra identidad es innegable. Pero a pesar de esto gran parte de nuestra historia y ciencia permanecen ocultas, ignoramos quienes somos y de dónde venimos, ignoramos nuestra lengua madre, nuestra filosofía (Toltecayotl), nuestra medicina, nuestra poesía, nuestro arte, nuestra ciencia, nuestra historia.
Nuestros viejos abuelos muy sabiamente encontraron la manera de ocultar para preservar todos estos aspectos que fueron la base de la civilización del Anahuac. Ocultaron la danza y la hicieron conchera, ocultaron la religión transformando lo católico en guadalupano, adoptaron el español y lo llenaron de nahuatlismos y de doble sentido, convirtieron los ritos funerarios católicos en nueve días de rezos acompañados de la levantada de la cruz, y así un largo etcétera. Pero lo ocultaron tan bien y durante tanto tiempo que ahora nos resulta muy difícil reconocer el sincretismo de nuestras costumbres que muchos ya dan por perdidas y completamente olvidadas.
Como suele recordarnos el Mtro. Guillermo Marin, somos los herederos de una de las 6 culturas madre que sentaron las bases de lo que es el mundo de hoy, nuestra herencia sólo es comparable con la de las antiguas culturas china, hindú, sumeria, inca y egipcia. Tenemos muchas razones para llevar la frente en alto y para ser dignos patriotas de nuestra tierra. ¿Qué es lo que estamos esperando? ¿Por qué no lo tomamos como una de las principales urgencias de nuestra sociedad?
Todo depende de nosotros, no es una labor del presidente ni de alguna institución educativa, es labor de cada uno de nosotros. Es el momento de hacernos responsables de la herencia que nos dejaron nuestros abuelos y que pertenece a nuestros nietos. Lo anahuaca es lo que nos define como mexicanos, de no ser así todos los pueblos hispanohablantes seríamos exactamente iguales y difícilmente podríamos diferenciar a un sudamericano de un español y un mexicano, pero las diferencias saltan a la vista y nuestra identidad es innegable. Pero a pesar de esto gran parte de nuestra historia y ciencia permanecen ocultas, ignoramos quienes somos y de dónde venimos, ignoramos nuestra lengua madre, nuestra filosofía, nuestra medicina, nuestra poesía, nuestra ciencia, nuestra historia, amar, de llorar, de recibir una nueva vida y de despedir a nuestros muertos.
El proceso evolutivo que se dio en el Anahuac fue una continuidad de conocimiento que empezó en los albores de la humanidad. La creación del maíz en el periodo llamado preclásico marcó la pauta para el inicio de la civilización.
Se suele atribuir el privilegio de ser la raíz del conocimiento del Anahuac a un pueblo al que se bautizó como Olmeca, nombre que se le asignó hace poco menos de un siglo y que nunca fue el nombre de tribu alguna. Sin embargo es en la zona denominada olmeca donde se han encontrado los primeros vestigios de civilización, y de donde parte la influencia cultural hacia lo largo y ancho del Anahuac.
Se suele distanciar a una cultura de otra, creando la ilusión de que eran pueblos separados, alejados y sin relación alguna entre si, pero la situación de estas regiones no puede ser juzgada con la óptica actual de lo que son los territorios, las fronteras y naciones.
En la época en que la mayoría de los pueblos eran nómadas recolectores, el asentamiento de una civilización en un territorio creaba zonas de influencia cultural, no países. Al igual que el antiguo Egipto no tenía fronteras, no había una marca territorial que denominara lo que era Egipto y lo que no, salvo su zona de influencia, lo mismo ocurre con las primeras civilizaciones de aquí. No hay manera de acotar sin temor a equivocarse de dónde a dónde es el territorio olmeca, salvo ahí a donde llega su influencia cultural. Nunca hubo un olmeca que marcara los límites de su territorio, todos aquellos pueblos que adoptaron los conocimientos provenientes de siglos de observación de la naturaleza son los denominados olmecas.
Como en todo proceso evolutivo, la influencia se crea en el tiempo y el espacio, o sea con el pasar de los años y con la expansión cultural. Pero esta influencia va evolucionando, se va enriqueciendo y transformando, generando "nuevas culturas". Los mayas no partieron de no tener conocimiento alguno a ser los genios que crearon un calendario exacto y una sociedad perfectamente organizada, los mayas son la respuesta evolutiva al conocimiento olmeca. Lo mismo ocurre con los zapotecas, teotihuacanos, mexicas y demás pueblos que a su manera siguieron evolucionando el conocimiento de milenios.
Todos parten de una misma raíz, todos están influenciados por un mismo pasado, todos tienen la misma concepción filosófico-religiosa. ¿Por qué verlos como pueblos distanciados o culturas diferentes? A pesar de tener los mismo símbolos matemáticos, mismas creencias, misma alimentación, misma organización social y compartir una misma raíz nos empeñamos en ver a los pueblos de ayer como un racimo de pueblos diferentes que apenas se relacionaban entre si, cometiendo el error de pensar que fueron los invasores de Europa los que dieron unidad y cohesión a estos pueblos.
Somos hijos de nuestra época, difícilmente podemos ponernos en los huaraches de nuestros antepasados para concebir los pueblos de ayer con la óptica que ellos tenían. Siempre de una u otra manera vamos a intentar entender el ayer con los conceptos y aspectos de hoy, pero haciendo un esfuerzo podemos entender los complicados procesos que llevan a sociedades recolectoras a ser maestros de ciencia y filosofía, y darnos cuenta del complejo proceso que llevó al hombre primitivo que pobló este continente a concebir algo tan elevado como lo es Quetzalcoatl, y sobre todo las circunstancias que se dieron para lograr llegar a serloLo anahuaca es lo que nos define como mexicanos, de no ser así todos los pueblos hispanohablantes seríamos exactamente iguales y difícilmente podríamos diferenciar a un sudamericano de un español y un mexicano, pero las diferencias saltan a la vista y nuestra identidad es innegable. Pero a pesar de esto gran parte de nuestra historia y ciencia permanecen ocultas, ignoramos quienes somos y de dónde venimos, ignoramos nuestra lengua madre, nuestra filosofía, nuestra medicina, nuestra poesía, nuestra ciencia, nuestra historia.
Lo anahuaca es lo que nos define como mexicanos, de no ser así todos los pueblos hispanohablantes seríamos exactamente iguales y difícilmente podríamos diferenciar a un sudamericano de un español y un mexicano, pero las diferencias saltan a la vista y nuestra identidad es innegable. Pero a pesar de esto gran parte de nuestra historia y ciencia permanecen ocultas, ignoramos quienes somos y de dónde venimos, ignoramos nuestra lengua madre, nuestra filosofía, nuestra medicina, nuestra poesía, nuestra ciencia, nuestra historia.
Nuestros abuelos muy sabiamente encontraron la manera de ocultar para preservar todos estos aspectos que fueron la base de la civilización del Anahuac. Ocultaron la danza y la hicieron conchera, ocultaron la religión transformando lo católico en guadalupano, adoptaron el español y lo llenaron de nahuatlismos y de doble sentido, convirtieron los ritos funerarios católicos en nueve días de rezos acompañados de la levantada de la cruz, y así un largo etcétera. Pero lo ocultaron tan bien y durante tanto tiempo que ahora nos resulta muy difícil reconocer el sincretismo de nuestras costumbres que muchos ya dan por perdidas y completamente olvidadas.
Somos los herederos de una de las 6 culturas madre que sentaron las bases de lo que es el mundo de hoy, nuestra herencia sólo es comparable con la de las antiguas culturas china, hindú, sumeria, inca y egipcia. Tenemos muchas razones para llevar la frente en alto y para ser dignos patriotas de nuestra tierra. ¿Qué es lo que estamos esperando? ¿Por qué no lo tomamos como una de las principales urgencias de nuestra sociedad?
Todo depende de nosotros, no es una labor del presidente ni de alguna institución educativa, es labor de cada uno de nosotros. Es el momento de hacernos responsables de la herencia que nos dejaron nuestros abuelos y que pertenece a nuestros nietos. Esto es Yaoyopa, lucha amar, de llorar, de recibir una nueva vida y de despedir a nuestros muertos.Lo anahuaca es lo que nos define como mexicanos, de no ser así todos los pueblos hispanohablantes seríamos exactamente iguales y difícilmente podríamos diferenciar a un sudamericano de un español y un mexicano, pero las diferencias saltan a la vista y nuestra identidad es innegable. Pero a pesar de esto gran parte de nuestra historia y ciencia permanecen ocultas, ignoramos quienes somos y de dónde venimos, ignoramos nuestra lengua madre, nuestra filosofía, nuestra medicina, nuestra poesía, nuestra ciencia, nuestra historia.
Lo anahuaca es lo que nos define como mexicanos, de no ser así todos los pueblos hispanohablantes seríamos exactamente iguales y difícilmente podríamos diferenciar a un sudamericano de un español y un mexicano, pero las diferencias saltan a la vista y nuestra identidad es innegable. Pero a pesar de esto gran parte de nuestra historia y ciencia permanecen ocultas, ignoramos quienes somos y de dónde venimos, ignoramos nuestra lengua madre, nuestra filosofía, nuestra medicina, nuestra poesía, nuestra ciencia, nuestra historia.. Somos la civilización del Cem Anáhuac y así es como debería llamarsele a nuestro continente. Pero veamos que significa Cem Anáhuac.Lo anahuaca es lo que nos define como mexicanos, de no ser así todos los pueblos hispanohablantes seríamos exactamente iguales y difícilmente podríamos diferenciar a un sudamericano de un español y un mexicano, pero las diferencias saltan a la vista y nuestra identidad es innegable. Pero a pesar de esto gran parte de nuestra historia y ciencia permanecen ocultas, ignoramos quienes somos y de dónde venimos, ignoramos nuestra lengua madre, nuestra filosofía, nuestra medicina, nuestra poesía, nuestra ciencia, nuestra historia.ciales, en nuestra alimentación, en nuestra manera de convivir, en nuestra forma de amar, de llorar, de recibir una nueva vida y de despedir a nuestros muertos.amar, de llorar, de recibir una nueva vida y de despedir a nuestros muertos.
Cem Anahuac:
Lugar totalmente rodeado de agua por sus cuatro lados.
Cem: totalmente, la totalidad.
Atl: agua.
Nahuac: cerca, en sitio próximo, rodeado por sus cuatro lados o junto a. De nahui: cuatro; c: partícula locativa.
Cem Anahuac era la manera de llamarle a la parte del continente que abarcaba desde Nicaragua (Nicananahuac: "hasta aquí el Anahuac") hasta el norte de Canadá.
Ixachilan era el nombre que se le otorgaba al continente entero, "el lugar inmenso", "la inmensidad".
Ixachi: mucho, extremadamente, en gran cantidad.
Lan: lugar.
El nombre América es una adjudicación inmerecida al nombre de nuestro continente. No le describe, no hace referencia a lo que contiene, no es un nombre creado por los pueblos originarios y peor aún, ni siquiera hay un acuerdo sobre el origen del nombre. Oficialmente se dice que el nombre proviene de Amerigo Vespucci (que en realidad se llamaba Alberico), pero actualmente se dice que proviene de la región nicaragüense de Amerrique, que en maya quiché significa "la tierra donde sopla el viento", lugar donde desembarcó en alguna ocasión Amerigo.
Sea cual sea el origen del nombre América este nombre es impuesto, es un apodo, es un mote inmerecido que deja a un lado la tradición de nombrar a los lugares según sus características y propiedades. Llámenle como quieran, el nombre América no deja de ser parte de nuestra historia, pero Ixachilan será siempre el nombre nahuatl de nuestro continente y Cem Anahuac el nombre de nuestra región continental.amar, de llorar, de recibir una nueva vida y de despedir a nuestros muertos.
La parte que viene de Europa, específicamente de la Europa latina, es la que nos identifica actualmente como país occidentalizado y con una parte cultural proveniente del otro lado del Atlántico. Nos hermana culturalmente con un mismo idioma desde el sur de los Estados Unidos hasta la Patagonia, dejando a un lado a los países colonizados por la Europa anglosajona (Canadá, Belice, Guyanas, Bahamas, Jamaica, Haití...). Además del idioma compartimos una religión, ciertas costumbres y parte de código genético.
La parte de la cultura que recibió el embiste europeo es la cultura del Anahuac-Tawantinsuyo, la parte que nos hermana con todos y cada uno de los pueblos del continente sin dejar ninguno aparte, estamos hermanados por profundos aspectos culturales, todos poseemos idiomas originales que han sido relegados pero que aún permanecen en el habla de los pueblos más arraigados (nahuatl, guaraní, quechua, maya, navajo...) y que han impregnado al idioma español actual. Compartimos similares costumbres familiares, una alimentación basada en el maíz y una espiritualidad distinta a la europea que gente como Jodorowsky han llamado "mágica"o Breton “surrealista”
La parte histórico-cultural que proviene de Europa es enseñada en las escuelas oficiales de nuestro país, como si fuera ese el único origen de nuestra historia. Para mucha gente nuestro origen inicia con el "descubrimiento" de América, obviando o dejando a un lado todo aquello que proviene de nuestra auténtica madre patria, el Anahuac-Tawantinsuyo. Enseñan el proceso de civilización con origen en la Roma antigua, desacreditando la civilización auténtica de la tierra que nos vio nacer, como si esta civilización jamás hubiera existido.
No hay que negar ni pelearnos con aquella parte de nuestra historia que proviene de Europa, el choque cultural entre las civilizaciones de aquí y de allá nos ha dejado las cicatrices que nos definen como un pueblo mestizo. No hay nada que sea malo ni bueno, de eso no trata el estudio de la historia, simplemente son hechos sin juicio moral. Pero hay que conocerlos todos para conocer realmente nuestro origen. Nos enseñan la historia de "papá", pero nos falta saber la de "mamá" para conocer nuestro auténtico árbol genealógico.
Desafortunadamente en la instrucción actual que imparten instituciones como la SEP la historia de los pueblos originarios se queda en los libros como simples anécdotas, y eso es un crimen cultural.
Con la difusión de la toltecayotl no se pretende dividir a la nación sino todo lo contrario, darnos un "rostro y un corazón auténticos". Como era el ideal de la educación náhuatl de la que tanto nos han hablado León Portilla y López Austin. Tampoco se trata de hacer un juicio sobre buenos y malos en la historia, lo que se pretende es difundir, conservar e informar sobre aquella parte de nuestra historia que se ha quedado en el anecdotario histórico. La responsabilidad de rescatar estos aspectos de nuestra cultura ha sido olvidada por las instituciones educativas, pero esperar que el gobierno haga todo por nosotros es algo indigno del pueblo de la voluntad, que somos nosotros. Por eso actualmente hay tanta gente que estamos en la labor de investigar, aprender y difundir este conocimiento que para gran parte de los mexicanos aún está oculta y permanece ignorada. No vamos a esperar a que alguien haga algo por nosotros, nosotros mismos lo estamos haciendo pues esa es una de las bases de la toltequidad, el hacer lo que nuestro corazón nos dicta apoyándonos de nuestra voluntad y expandiendo la fuerza de nuestro "intento".
Porque como bien suele recordar Guillermo Marín y en esta columna a menudo lo mencionamos: “ sólo quien sabe de dónde viene sabe a dónde va, sólo quien sabe quién es sabe qué quiere, sólo quien conoce su origen conoce su destino”.
Y al analizar las fuentes históricas comparando los niveles culturales de los pueblos del México Antiguo se entrevé la mala intención de los historiadores hispanos para denigrar por medio de la mentira a nuestros abuelos minimizando así sus avances en las ciencias, en la educación y sobre todo en la moral que se fundamentaba dentro del marco de la filosofía del respeto hacia todo lo que existe.
Esa herencia debe ser la que norme la vida del mexicano moderno reavivando todo lo positivo que podamos retomar del pasado pues un pueblo sin valores es como un árbol sin raíces o como un hijo sin padres.
La base de nuestros ideales se sustenta en el principio de nuestra herencia cultural.
Respeta a tu abuelo, respeta a tu abuela, respetarlos a tu padre, a tu madre y a todos los animales y a todas las cosas, así vivirás junto (en armonía) con la vida, solian decir nuestros viejos abuelos anahuacas.