Así decidi llamar esta pequeña intromisión en el mundo del escritor y filósofo alemán Rüdiger Safranski. Conocido en el ámbito de habla hispana como el autor del escrito “El mal o el drama de la libertad”, así como el autor de varias biografías sobre Schopenhauer, Schiller, Goethe, Heidegger, Nietzsche, etc., Safranski me llama la atención, en especial, por la elección de sus temas. Más que dedicar su investigación a conceptos o a crear un pensamiento filosófico, como estaríamos acostumbrados, elige escribir sobre hombres que entregaron sus vidas al aprendizaje, a la búsqueda y a la escritura. Por lo mismo, en este interés de comprender la vida de estas personalidades plasmadas en sus escritos, veo reflejado el intento de hacer de todos estos hombres, que marcaron sus tiempos, nuestros contemporáneos. De repente, al leer sus biografías, Schiller ya no es tan extraño, Goethe se vuelve un poeta de nuestro tiempo y Heidegger, por ejemplo, nuestro “maestro”.
Caracterizado, por los que han tenido la suerte de entrevistarse con él, como el famoso biógrafo de Alemania, Safranski es una de las figuras más conocidas dentro del ámbito cultural de su país. Actualmente vive retirado de la vida académica, junto a su esposa, en un pequeño lugar, llamado Badenweile, al sur de Alemania en la Selva Negra. Dedica su tiempo a la escritura y sólo esporádicamente sale a la vida pública. En una de estas “salidas”, con la ocasión de una entrevista, cuestionado ¿por qué dedica su tiempo a la escritura de biografías? -tomando en cuenta que en el ámbito filosófico éstas siempre son vistas con sospechas o como “literatura”- Safranski contesta de manera ejemplar: “Hacer filosofía significa, ante todo, modelar la propia vida. La filosofía se vuelve realmente emocionante cuando se vuelve existencial. La filosofía se ocupa usualmente de las grandes preguntas, reflexiona sobre Dios y sobre el mundo, pero a fin de cuentas se trata de la relación entre el individuo con su mundo y con su propia vida. Cuando los filósofos reflexionan sobre eso, tienen lugar ciertos dramas. Esos dramas son justamente lo que a mí me interesa”. A esto se podía añadir lo que Hannah Arendt afirmaba en relación a la idea de biografía: “Quién es o era una persona es algo que sólo podemos llegar a saber cuando escuchamos la historia cuyo héroe ha sido esta persona misma, es decir, su biografía”.
Hace tiempo, Hans-Georg Gadamer, paisano de Safranski y el gran filósofo de la hermenéutica, interpelado por un discípulo suyo para escribir una biografía, consideraba que si no se trata de una bibliografía intelectual, no hay nada que decir sobre la vida de un filósofo o escritor, es decir, que la vida privada no es importante para la historia contemporánea. Pero Safranski piensa diferente y encuentra en cada vida una fuente de inspiración para nosotros, los lectores de hoy; un drama que puede ser nuestro “drama de la libertad”. Porque sino no ¿para qué escribiría Safranski? A mi modo de entender, él escribe no sólo para comprender su propio pasado, escribe para que nosotros comprendamos, mediante el pasado, nuestro presente y futuro; para tener las herramientas de enfrentar el mal de nuestro tiempo.
Cuando en 1997 escribía su libro “El mal, o el drama de la libertad”, Safranski empezaba su Prólogo afirmando que “no hace falta recurrir al diablo para entender el mal. El mal pertenece al drama de la libertad (…). La conciencia hace que el hombre se precipite en el tiempo: en un pasado opresivo, en un presente huidizo; en un futuro que puede convertirse en bastidor amenazante y capaz de despertar la preocupación”. Con esta idea, nos deja entender que el mal está en nuestra incapacidad de vivir desde la libertad, de saber trazar límites, de saber elegir, de luchar contra el engaño de sí mismo o contra el peligro de traicionarnos a nosotros mismos.
Por eso creo que Safranski enfoca su investigación que es, desde mi punto de vista, sumamente valiosa, hacia hombres que marcaron sus tiempos y que podrían enseñarnos cómo sobrevivir ante el mal, cómo enfrentar los tiempos de las tinieblas, cómo y cuándo deberíamos poner limites para no engañarnos. ¿Qué aprender hoy de Schiller? Como afirma Safranski, Friedrich Schiller es el creador de una nueva mentalidad en su época y sus ideas sobre libertad son universales. Schiller nos puede enseñar sobre el sentido de la libertad que es la “educación estética del hombre”. ¿Qué aprender de Goethe hoy? Aprender cómo podemos hacer de nuestra vida una obra de arte. Goethe es un genio universal y su genialidad viene de la capacidad de haber entendió que toda la vida es un aprendizaje. En palabras de Safranski: “en la época de Goethe -que era muy diferente, a pesar de que ya había comenzado la modernidad- podemos ver que es absolutamente necesario desarrollar la individualidad si se quiere llegar a ser un individuo. Y eso significa, a su vez, conocer muy bien la propia sensibilidad para determinar qué es lo que nos favorece, qué nos impulsa, y qué es aquello que nos paraliza, nos daña y nos aleja de nuestro propio centro. Goethe sabía perfectamente cómo abrir el horizonte y, al mismo tiempo, elegir lo que incluía dentro de él. Para decirlo puntualmente: Goethe era un ignorante genial”. Tras estos ejemplos, Safranski nos ofrece la vía de comprender que ante la amenaza permanente del mal el pasado puede ser una fuente de inspiración para el presente y una posibilidad abierta para el futuro. Si no, ¿para qué recordar a Schiller, a Goethe, a Schopenhauer, a Nietzsche o a Heidegger?
El mismo autor contesta en una entrevista: “Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía” (1988). En ese caso, en una fase muy temprana sentí: ¡yo conozco a este hombre! Por eso pude escribir el libro muy rápidamente. Schopenhauer se presta fantásticamente para contar una historia. Y eso que no tuvo una vida especialmente interesante. Pero el hecho de que alguien salga a la escena filosófica con un sistema de pensamiento que expone todo lo contrario a lo que sucedía en su tiempo –el idealismo clásico alemán de Fichte o Hegel–, le da a la escritura una base dramática. Este elemento dramático, el hecho de que Schopenhauer fuera ignorado durante años y solo al final de su vida pudiese triunfar, todo esto es en sí una historia muy bella que tenía que ser contada”.
Una vez terminada la frase, entiendo: ¡Safranski busca lo inédito, lo atrevido, lo original! Por eso escribe sobre Heidegger, porque la historia de la vida y del pensamiento de Heidegger se vuelve como la historia de Fausto mismo; un filósofo que “como ningún otro mantuvo abierto el horizonte para una experiencia religiosa en una época no religiosa”; por eso escribe sobre Goethe, este último representado la nueva era de la historia de la poesía ya que, como dice Safranski, “hablar de Goethe es como hablar de una entera época”. Por eso Schiller o Nietzsche, y todas las personalidades sobre las cuales tiene interés, porque cada una tiene una historia peculiar en la cual se refleja la vida del espíritu y, por lo mismo, son vidas creativas. La historia de estas vidas no pueden quedar enterradas en el pasado para Safranski, sino que deben ser recreadas precisamente para que sean la guía de nuestro presente, para que mediante estas vidas nosotros podamos mantener viva la cultura. Por eso, a mi modo de entender, mediante estas vidas, Safranski narra la historia misma de la cultura alemana y europea a la vez que, en un determinado momento histórico, representó el sustento de toda una generación entregada a lo que se llamó el ideal de la Bildung y traducido en la idea la formación permanete del carácter de tal manera que la vida de un hombre sea una vida vivida con sentido dado por la búsqueda. Por lo mismo nos recuerda del Romanticismo como la “Odisea del espíritu alemán” y de Herder como el Ulises moderno, porque Herder decide viajar, salir al mar, sin saber exactamente la finalidad de su viaje; viaja para “conocer el mundo de Dios”, como afirma para encontrar su Ítaca. Lo que llama la atención es la pasión de Herder por el viaje, sin importar el peligo, sin importar el dónde ir. Una idea alocada hasta lo incomprensible, pero, a la vez, apasionada.
Sin embargo, el mensaje es que la pasión es aquello que una cultura necesita para mantenerse viva: una Odisea; pasión por búsqueda, por el peligro y por el pensamiento, esto entiendo del mensaje de Rüdiger Safranski. Todas las personalidades que le llaman la atención encarnan esta pasión. Todos sus “personajes” -si pensamos en los filósofos y escritores que investiga como personajes de la misma obra- reflejan esta la búsqueda para alcanzar la “nobleza del espíritu”. Hombres que entregaron sus vidas a la búsqueda de un ideal, hombres que supieron enfrentar el mal de sus tiempos mediante la verdad, la libertad y la creación.
Entiendo de inmediato que este es el mensaje de Safranski para nuestros tiempos cuando afirma, en su reciente biografía sobre Goethe, que “cada generación tiene la oportunidad de verse reflejada en el espejo de Goethe y comprenderse mejor a sí misma y a su propio tiempo”.
Cuando abrimos su escrito sobre “Goethe y Schiller. Historia de una amistad” comprendemos qué es aquello que nos quiere decir. Al vivir amenazados por el solipsismo y por la egolatria, todavía existe la esperanza de recuperar algo de aquello que Safranski llama “amistad real”, una amistad a pesar de las diferencias. Goethe y Schiller eran muy diferentes y tuvieron varios desacuerdos; sin embargo, animados por la misma pasión y por la misma búsqueda, lograron una amistad de formación recíproca, “una conversación en tono de controversia” hasta el final, cuando Schiller, derrumbado por la enfermedad, muere en 1805.
Entiendo que Safranki nos enseña mediante el ejemplo; mediante la experiencia de vida ya que la filosofia no es sólo el ámbito de las ideas abstractas sino también es experiencia vivida. Afirma en este sentido: “La filosofía se refiere a las preguntas elementales: ¿Por qué estamos aquí, qué podemos hacer, qué podemos esperar de la vida? Cuando la filosofía es buena no significa que responda aquellas preguntas definitivamente, sino que recorre en el pensamiento un camino que, al recorrerlo, uno puede experimentar una gran sensación de felicidad. El ejemplo más paradójico es de nuevo Schopenhauer: su visión del mundo era muy oscura. Pero Schopenhauer escribe con tanta claridad y tanta belleza que nos proporciona una extraña sensación de libertad. ¡Uno puede exponer enseñanzas muy oscuras, pesimistas, de un modo que de hecho puede hacernos felices! Ese es el secreto de la filosofía. Yo siempre digo: la filosofía hace al mundo más amplio. De repente uno tiene cierta distancia frente al mundo y puede ver cosas que de lo contrario no vería. Hacer filosofía es como tomar aire”.
En relación a todo esto, Safranski es para mí un arqueólogo de la cultura en el sentido de que como los arqueólogos, que excavan la tierra hasta lo más profundo para recuperar el más pequeño pedazo de las huellas de una civilización, ya que para reconstruir la vida del pasado cada detalle importa; así son sus libros biográficos, reflejos de los detalles, porque cada hecho de la vida de un hombre puede tener una importancia inesperada para el lector e implícito para nuestros tiempos, cada detalle puede ser el fundamento de toda una vida, la fuente de inspiración de la misma.
Alguien lo llamaba el biógrafo del pensamiento, yo lo llamaría el biógrafo de la cultura, siendo esta última, reflejada en el modo de vivir de sus “personajes”, la propuesta de Safranski ante el desafio de nuestros tiempos. Como él afirma en una entrevista: “Cuando tantos devoran el último best-seller, da un gusto especial leer, por ejemplo, a Spinoza”.
Pero todo depende de qué es aquello que buscamos, en qué espejo nos queremos reflejar. ¡En Goethe no hay más que arte! afirma Safranski, sin embargo, depende de nosotros si elegimos leer a Goethe o “Las 50 sombras de Grey”, para dar un ejemplo cualquiera.! Qué no me entiendan mal! Es bien leer, leer aquello que nos agrada, pero llega un momento cuando es necesario ser selectivos, inclusive con nuestras lecturas. A fin de cuentas es la libertad la que nos conduce a los abismos y la que también hace posible la elevación extática, como dice el filósofo alemán. Es decir, depende de nosotros qué elegimos para enfrentar aquello que no se puede evitar: el mal.
Ante los desafíos de nuestros tiempos, ante la ignorancia que se apodera cada vez más de nuestras almas, ante los caprichos del implacable ego moral que nos seduce hasta tal grado que somos capaces de vender el alma para vivir un instante la efímera ilusión de que somos alguien, Safranski nos ofrece otra alternativa: importante no es ser alguien, importante no es el instante efímero de una fama creada tras el engaño o tras nuestra incapacidad de trazar límites; lo importante es devenir aquello que somos llamados a ser. Esto es lo que nos enseñan sus biografías; sus “personajes” no buscaban la “fama”, sino buscaron el sentido mismo de la vida, tras la creación y la libertad. Siguiendo sus ejemplos, podemos transformarnos nosotros mismos en arqueólogos de la cultura y buscar pedazo con pedazos las vidas creativas de hombres que dedicaron su tiempo a la “poesía y verdad” o a la “educación estética del hombre” o a escribir “cartas sobre humanismo” o a buscar ”más allá del bien y del mal”
Entiendo que para Safranski la filosofía es buscar eligiendo el camino que uno siente propio y adecuado. En este sentido su elección de escribir e investigar sobre la vida de otros que lo inspiran, significa una ruptura con un esquema clásico de pensar la filosofía, por un lado y, por otro, es un atrevimiento asumido. Con cada vida que nos da a conocer Safranski hace, como el mismo dice una “declaración de amor a la filosofía misma”.
Referencias:
Hernán D. Caro, “Un hombre con amigos muy importantes – Rüdiger Safranski, el gran biógrafo de Alemania”.
Safranski R., El mal o el drama de la libertad, Barcelona: Tusquets, 2000.
Safranski R., Un maestro de Alemania. Martin Heidegger y su tiempo, Barcelona: Tusquets, 1997.
Safranski R., Schiller o la invención del idealismo alemán, Barcelona: Tusquets, 2006.
Safranski R., Romanticismo. Una odisea del espíritu alemán, Barcelona: Tusquets, 2009.
Safranski R., Goethe. La vida como obra de arte, Barcelona: Tusquets, 2015.
Groundin J., Hans-Georg Gadamer. Una biografía, Barcelona: Herder, 2000.
http://www.dw.com/es/una-declaración-de-amor-a-la-literatura/a-17143129