Eric Hobsbawm, el insigne historiador inglés, afirma que en los tiempos de las grandes guerras fueron los artistas, más que los historiadores, los que supieron ver con mayor claridad las posibilidades del mal que se aproximaba con la subida del nacionalsocialismo. Aristóteles, en su Arte Poética llegó a mencionar que el arte es más creíble y verdadero que la historia, porque el artista sabe plasmar las posibilidades a las que se puede dirigir una tendencia de acontecimientos. Podríamos decir, siguiendo esta línea de pensamiento, que el día de hoy el cine, como séptimo arte, no sólo muestra sino que nos hace vivir en carne propia las posibilidades morales verdaderas de nuestra existencia. Y es que en los últimos dos meses estos pensamientos no me han dejado tranquilo cuando, por un lado, he visto la película protagonizada por George Clooney Up in the Air (Amor sin escalas) y por otro, leyendo las noticias sobre la quiebra-forzada y defraudada dicen algunos- de Mexicana de Aviación.
¿Ironía? Tal vez. ¿Revelación? Tal vez. Pero lo cierto es que como en la película más del 50% de los trabajadores de la aerolínea Mexicana -entre pilotos, sobrecargos, empleados de confianza y trabajadores de apoyo- fueron despedidos y véase que no hablamos de cualquier chamba sino de varias que requieren una educación suficientemente especializada y orientada a la atención y servicio al cliente- se han quedado, literalmente “volando”.
Las cifras de la llamada opción más viable, para no dejar morir por completo a una empresa con valor estratégico para México y de 85 años de existencia, son tan horrendas, frías y pestilentes como la tumba de un cementerio: reducir 60% de personal: 900 sobrecargos, 600 pilotos, 900 empleados de confianza y 1,500 trabajadores de apoyo, ya sea por liquidación en efectivo, retiro temporal sin goce de sueldo, o liquidación con acciones de la compañía, sí; pero al fin y al cabo sin trabajo.
Las cifras, como las lápidas, no nos dicen nada sobre el drama humano que ellas indican, son sólo eso: “indicadores” de que alguna vez hubo una vida llena de sentido. Pero ¿por qué esa vida se acabó, cuál es la historia detrás de las lápidas? Eso es lo que los medios de comunicación no nos han comunicado. Pero la película de Amor sin escalas, como si fuera el espíritu de Scrooge, nos toma de la mano y encarnados e identificados con el ropaje del carismático Clooney-quien hace de mensajero de la muerte- vamos sintiendo en carne propia el significado de perder el trabajo, del despido sin razón o la “sin razón” financiera, de la tragedia humana y la “vergüenza de haber nacido” - como dice el Tango Argentino, de aquellos que hoy en Mexicana de Aviación se enfilan irremediablemente a perder su trabajo. Mexicana de Aviación y el filme del director Jason Reitman son sólo un signo de nuestros tiempos, una pequeña muestra de lo que un sistema financiero sin corazón, sin piedad y principalmente desmoralizado o desquiciado como diría Ortega y Gasset, en manos de ambiciones humanas sin virtud, pueden ocasionar; la ética está ausente y los inversionistas están presentes.
Todo esto me hace reflexionar sobre el valor humano del trabajo y el significado de su pérdida, pero más sobre el tipo de seres humanos que aquéllos, como el personaje de Clooney en el filme, tienen la única ambición de aumentar sus millas de vuelo, o el valor de sus acciones, sin ninguna otra finalidad o punto de llegada. ¿Cuál es este drama, cuál es el valor del trabajo? ¿Qué nos presenta la película que nos habla de lo humano detrás de las tumbas que han sembrado en Mexicana? ¿Hay alguna esperanza de ver renacer flores detrás de esas piedras? Sigamos al personaje de Amor sin escalas interpretado por Clooney y veamos el valor del trabajo –es digno de hacerse notar que todos los desempleados que aparecen en la película no son actores sino resultado de la crisis financiera del 2008 en los Estados Unidos.
Ryan Bingham (George Clooney) es el mensajero de la muerte, pues su trabajo consiste en viajar más de 300 días al año alrededor del mundo para decirle a miles de empleados de diversas compañías en Estados Unidos que han sido despedidos y ofrecerles un paquete de retiro, como el que se ofrece en estos días a los trabajadores de Mexicana. Parece un excelente trabajo para estos tiempos, pues como vemos en la propia realidad de nuestro país, los despidos masivos están a la vuelta de la esquina, y así está persona puede viajar por el mundo entero y con la única ambición de lograr un millón de millas de viajero frecuente.
¿Remordimientos? ¿Vergüenza? ¿Sufrimiento? ¿Dolor? ¿Compasión? No, ninguno de estos sentimientos morales son conocidos por Bingham, ¿Culpa? Mucho menos, pues uno de sus pasatiempos favoritos es dictar conferencias de superación personal en cada uno de esos sitios en los que anda de paso, ¿qué aconseja? Deshacerse de la mochila de culpas, y todo tipo de arraigo y apego al mundo o a los otros, al pasado o al futuro inclusive al presente, y vivir libre, casi como viajar sin equipaje, viajar ligero aconsejan las líneas aéreas actualmente, aligeremos las empresas dicen los inversionistas. Bingham vive con tanta ligereza en su vida que prácticamente no tiene un hogar, sino un pequeño cuarto sin decorar, sin lugares de intimidad, como un hotel de paso; viste tan ligero, que no tiene un gran ropero, sino los tres trajes esenciales para viajar y los servicios sanitarios que ha obtenido de cada uno de los hoteles en los que se ha hospedado; sus relaciones personales son tan ligeras, que sus hermanas ni siquiera saben que existe, sus relaciones personales son tan efímeras como el tiempo que le lleva dormir en un hotel.
¿Amor? Tampoco. Para Bingham el amor es una de tantas opciones como se tienen en la vida, no es esencial ni lo más importante, ni el fin último de la humanidad, es una preferencia más como la que podría ser el color de los zapatos para la junta del mediodía. Al fin y al cabo Bingham no es la causa del despido de los empleados a los que visita, solo es el mensajero, los verdaderos culpables nunca dan la cara y el sistema legal en el que vivimos no les exige hacerse responsables, sino que se ha vuelto su alcahuete.
¿Podríamos pensar que Bingham es un hombre triste y deprimido? ¡Que va a ser! Si se parece a muchos ejecutivos, inversionistas y a uno que otro estudiante de administración o de negocios en donde todo lo que suene ajeno a acumular millas de viaje, aumentar el valor de las acciones, a vanagloriar su ego o acumular su fortuna personal o al menos su bolsillo, se siente como una carga innecesaria y molesta que los priva de sus propios intereses; como Bingham la moral de los negocios actuales y como en el caso de los dueños de Mexicana, aligeremos la vida, deshagámonos de las culpas, ocultemos el rostro porque el valor de mis acciones o de mis millas de vuelo justifica que tiremos por la borda esos sentimientos morales que en otros tiempos nos hacían humanos. ¿Por qué nos sorprendemos el día de hoy de que un buen día un joven se levante de la cama y decida acribillar a sus compañeros de escuela y darse un tiro? Simplemente está siendo consistente con el tipo de vida que los “Bingham” de nuestro mundo real, como en el caso de Mexicana, le están enseñando. Claro, dirán algunos de ustedes, pero como Bingham puedo viajar por todo el mundo, sí, es verdad, pero no establece ninguna conexión con esos lugares, ninguna intimidad, como muchos ejecutivos del día de hoy que viajan por todo el mundo pero no conocen el mundo, como en el filme, solo se quedan con la imagen que pueden ver desde los 3,000 pies de altura, siempre distantes, ligeros pero distantes.
Pero afortunadamente, los Bingham siguen siendo seres humanos y como decía Soren Kierkegaard, la conciencia moral, nuestro espíritu es el único acreedor que nunca deja de cobrarse la deuda de haberla dejado a un lado, de quererla silenciar, tarde que temprano como los fantasmas de Scrooge está será el espejo de nuestra verdad y no podremos evadirnos más en la ligereza de nuestro mundo y nuestras leyes, y nos conoceremos como realmente somos, y gracias a esto hay esperanza detrás de las lápidas, todavía no nos hemos convertido en máquinas por más que lo deseamos.
Bingham, tiene dos momentos en los que su espíritu se las cobra, y ese espejo de su verdadera realidad como ser humano, es lo que nos hace reflexionar sobre el valor del trabajo y la tragedia que representan los despidos masivos a la ligera. El primero, cuando ve amenazado el dejar de viajar por el mundo entero, porque una joven ambiciosa propone una nueva forma de dar el mensaje de los despidos: usando la tecnología de las telecomunicaciones a distancia, una especie de despido por chat. Y el segundo, cuando regresa al lugar donde nació por la boda de su hermana y recuerda quién era antes de hacerse ligero.
En el primer momento, se indigna por la propuesta de esta joven psicóloga, porque nos dice: “Lo que hacemos es algo brutal, pero yo lo hago con dignidad.” Vaya, parece que Bingham no era tan inhumano, pues efectivamente lo que hace es algo brutal, lo que se ha hecho con Mexicana de Aviación y otras miles de empresas en el mundo es algo brutal. ¿Por qué? Por que el trabajo no es solo el empleo o el medio por el que recibimos un ingreso para subsistir y satisfacer nuestras necesidades. El trabajo es una actividad inherente y necesaria para desarrollar nuestras capacidades de conocimiento, de relación, de decisión.
Mediante el trabajo ejercemos la creatividad necesaria para vincularnos con significado al mundo y a o los otros, por ello el trabajo humaniza. En el trabajo tenemos la oportunidad de que usando lo que nos ha sido dado a todos –nuestras capacidades, nuestra educación- podamos conocer mejor quienes somos de forma singular, el trabajo es una red de vínculos de sentido y de valor que van constituyendo la propia intimidad de cada persona. El trabajo por ello ofrece a cada persona, sí un medio de subsistencia, pero sobre todo una forma de ser.
El trabajo es la expresión más evidente de que somos seres que necesitamos vivir con otros, compartir con otros, servir a otros, pues todo trabajo tiene su finalidad no en sí mismo sino en el servicio que otorga, sea técnico, intelectual, de servicio, de apoyo o de orientación. ¿Qué sería un profesor sin alumnos, un vendedor sin clientes, un piloto sin destinos y sin pasajeros? El trabajo no es algo ligero, sino que a través del tiempo une nuestro origen con un camino y un destino. Como decía Ernesto Sábato, el hombre es un peregrino y su camino es el trabajo.
Por eso no es lo mismo tener un trabajo que una chamba, un trabajo que un empleo, porque el trabajo no se reduce a la función que se cumple o al empleo en el que se contrata, sino a la finalidad de servicio que se vincula con nuestra forma de ser, con nuestra vocación y eso que nadie puede pagar.
Por otro lado, pensemos el tiempo que le dedicamos a trabajar, y nos daremos cuenta que es el 90% de nuestra existencia, entonces volvamos a preguntarnos ¿por qué dice Bingham que lo que hace es algo brutal? Porque simplemente le da el mensaje a una persona de que ya no tiene vida, que los vínculos de sentido y de valor en los que ha creído, por los cuales ha dedicado 5, 10 o 20 años de su vida, 85 en el caso de Mexicana de aviación, no tienen ninguna importancia, es prácticamente una muerte en vida, y peor aún, no hay razones que justifiquen esa muerte, no hay quien les dé la cara, sino que la muerte a través de Bingham y las decisiones del consejo de accionistas de Mexicana llegan como si fuera un desastre natural, en soledad absoluta, tan absurdas como la roca que Sísifo tenía que subir cada día de su existencia. Y esto se ve en todos los testimonios de los que son despedidos en la película: indignación, frustración, desamor, desesperanza, absurdo, angustia, temor, llanto y lágrimas, no por haber perdido un ser querido, sino por perderse a sí mismos sin razón ni compasión.
Por otro lado, ¿por qué dice Bingham que él lo hace con dignidad? Porque al menos él les da la cara, los escucha, y al menos teatralmente les ayuda a aceptar su destino, pero la propuesta de la joven psicóloga es como lso servicios al cliente de los múltiples servicios bancarios actuales, donde una máquina no nos ayuda a tomar decisiones sino que solo sigue un patrón o un manual, imaginemos, si el despido es brutal, no hay palabras para decir como es cuando es una máquina quien lleva a cabo el mensaje y el proceso. Ojalá que algunos Bingham tomarán estas consideraciones que son la mínima ética que por sentido común debiéramos tener.
El segundo momento, en que Bingham se ve cuestionado por su conciencia, es cuando al recordar en su lugar de origen al persona que era, alguien con sueños, ideales, valores, y ver la sencillez con la que su hermana se casa con honestidad, se da cuenta que como decía Villoro, el hombre no puede vivir sin sentido o como decía Lichtenberg, el hombre no puede vivir solo, al menso necesita de una candela encendida, es decir, todos necesitamos al menos de una conexión íntima, de valor, de significado y de sentido con los seres humanos, y más si estos son los que le han dedicado su vida a hacer exitosa a una empresa como Mexicana, nuestra deuda con ellos no es monetaria sino moral porque nos une el valor y la razón por la que nos dedicamos juntos a la razón de la empresa.
No puedo decirles el final de esta película, solo que Bingham conoce a una mujer en sus lugares de paso, pero la pregunta es si después de que su conciencia le hace ver que su vida no tiene ningún sentido como la lleva a cabo, ¿podrá dejar a un lado su ligereza y cargar con el amor?
En el filme cuando salen los créditos, aparecen los desempleados dando su testimonio, y para todos hay algo común en ellos que los sostiene a pesar de la brutalidad del despido, que tiene alguien a quien amar y de quien recibir amor, pero Bingham, probablemente se quede en al aire, y como parafraseando en este contexto a Sócrates al final de la Aplología de Sócrates, y este es un mensaje de esperanza para los despedidos y uno de advertencia para los Bingham, no de mí, sino de la propia conciencia “los trabajadores serán despedidos y ustedes seguirán volando, pero ¿quien de los dos tendrá una mejor vida?”
Rafael García Pavón