Nuestras ciudades están en constante transformación y movimiento, por lo que es cada vez más importante dotarlas de los elementos necesarios de innovación e infraestructuras para hacerlas más competitivas y sustentables, devolviendo al ciudadano el protagonismo que alguna vez tuvo.
En ese aspecto, se han desarrollado en todo el mundo varios tipos de proyectos de regeneracion urbana que tienen como elemento principal la cultura y su difución, los cuales finalmente terminan transformando esos espacios perdidos y olvidados en museos o plazas para los ciudadanos.
Uno de los ejemplos más trascendentes en de las últimas décadas ha sido El Museo Guggenheim Bilbao, quién no sólo se ha convertido en un museo reconocido a nivel mundial, tanto por su singular forma como por su ubicación e innovación, sino que ha sido capaz de ser el generador de un cambio de cara de una ciudad. Bilbao, aunque ya contaba con varios edificios importantes, de una buena traza urbana y de un potente centro histórico, seguía inmersa en esa nube “gris” de carácter industrial que la caracterizaba. Actualmente Bilbao es una ciudad cada vez más visitada por turistas de todo tipo, que no sólo disfrutan de su nueva arquitectura, sino también de sus revitalizados espacios públicos; al grado que los proyectos innovadores y los arquitectos de vanguardia son algo de todos los días, en una ciudad que ha apostado por la cultura como otro nuevo detonador social y empresarial.
Valencia, como en el caso de Bilbao, contaba ya con edificios emblematicos realizados durante la historia de la propia ciudad, además de ser una ciudad mundialmente conocida gracias a sus fiestas (las fallas). Igualmente contaba ya con una clara apuesta urbana, además de tener una importante intervención realizada en el antiguo cauce del rio Turia, el cual le regaló a la ciudad con un nuevo parque lineal ampliamente visitado por sus ciudadanos. Sin embargo, hasta la aparición de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, es cuando la ciudad se ha convertido en reclamo turístico a nivel mundial, y se ha transformado en el motor de regeneración urbana más importante de la ciudad.
México cuenta con una importante riqueza cultural, la cual poco a poco ha empezado a tomar más fuerza en los circulos políticos y sobre todo empresariales, los cuales han empezado a apostar por varios tipos de proyectos basados en la cultura.
Como ejemplo de esto, podemos nombrar al Museo Soumaya, el cual forma parte de un importante complejo comercial y empresarial, así como el recién inagurado Museo Jumex, ambos ubicados en lo que actualmente se conoce como Nuevo Polanco en la Ciudad de México. Estos dos museos, a pesar de su gran diferencia formal, han logrado dotar a la ciudad de un nuevo espacio para el ciudadano, el cual nos solo se acerca a los museos, sino que también aprovecha la “plaza” o espacio creado entre ellos para el ocio y esparcimento.
Otro ejemplo de regeneración urbana en la Ciudad de Mexico es la realizada en el Monumento a la Revolución, donde a pesar de las críticas al proyecto, es notorio como la plaza exterior, con el juego de sus fuentes de agua y el baile de sus peatones, forma parte viva de lo que sucede en el interior del monumento y su museo.
Como caso excepcional, la ciudad de México, es una de las ciudades con más museos y galerías del mundo. Sin embargo y aunque la tendencia va cambiando tal y como lo he ejemplificado, aun no hemos sido capaces de aprovechar del todo este factor cultural existente, para convertir esos espacios en generadores reales de cambio y riqueza al exterior de los propios límites de los museos.
Fuera de la Ciudad de México también se han realizado buenos ejemplos de regeneración urbana basado en la cultura, como la realizada en el parque Fundidora en Monterrey. Se aprovecharon los terrenos que ocupó la compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey para dotar a la ciudad de un espacio lúdico y multifuncional, el cual es considerado actualmente un Museo de Sitio de Arqueología Industrial, donde las familias de Nuevo León no solo pueden descansar y hacer deporte, o ver cine en su filmoteca, sino que también se ha convertido en lugar de fomento cultural, de encuentros empresariales y pasarelas comerciales.
Estas actuaciones son sólo unos ejemplos que nos dan algo de esperanza para que la cultura pueda ser uno de los detonantes de regeneración urbana y social que tanto necesitan nuestras ciudades y sobre todo que tanto necesitamos los ciudadanos que en ellas vivimos, para así recuperar nuestra ciudad y sus espacios.