Los diseñadores Michael Kors y Marc Jacobs pusieron este miércoles un broche final de tinte patriótico a Semana de la Moda de Nueva York, cuya última jornada coincidió con el aniversario del 11-S, mostrando dos colecciones "made in USA" pero muy diferentes, una clásica y la otra extravagante.
"Yo soy nativo neoyorquino y quería que en este espectáculo destacara la fuerza, el optimismo y esa actitud 'yo puedo' de nuestra ciudad", explicó Kors en su cuenta de Twitter antes del desfile, en el que recreó un parque con árboles dentro de una nave industrial de Brooklyn.
Clásico y elegante, este abanderado de la moda estadounidense vistió la primavera-verano 2020 de colores azul marino, beis, blanco y negro, con pinceladas de color en verde y amarillo, y propuso discretos estampados de puntos, rombos, cuadros de Vichy, flores y leopardo.
Kors hizo varios guiños a su país a través de un coro que cantó la canción de "American Pie"; vestidos o suéters estampados con limones o cerezas, típicos de los pasteles; las rayas y las estrellas, y un suéter de clara referencia a la actualidad política en el que la palabra HATE (odio) estaba tachada con una línea.
Hubo una mezcla de estilo "preppy", militar y náutico, con piezas entalladas propias de los años cuarenta, todo reflejado en vaqueros ligeramente anchos, faldas y vestidos con volantes, jerséis y suéters con lentejuelas o tachuelas, y chaquetas "blazer" o trencas.
Kors contó con las maniquíes más solicitadas, como Bella Hadid, que lució un minivestido tipo chaqueta americana, y Kaia Gerber, con traje de chaqueta y falda de cuadros sobre camisa de flores, pero también se vieron modelos de talla grande.
El plantel de celebridades fue de primera categoría, y en primera fila se sentaron actrices desde Nicole Kidman hasta Yalitza Aparicio, la "socialité" Olivia Palermo o la icónica editora de Vogue, Anna Wintour.
Por su parte, Marc Jacobs se mantuvo fiel a su estilo teatral en pasarela y presentó un desfile que sobresalió por su libertad artística, en el que hizo sonar "Dream a Little Dream of Me", en referencia al sueño americano, y dio rienda suelta a la imaginación en conjuntos llevables y otros más propios de una fantasía.
En otra nave industrial, esta vez con suelo de parqué que parecía un estudio de danza, decenas de modelos avanzaron caminando en grupo, cada una a su ritmo, hacia los asistentes que estaban sentados de forma dispersa, pasaron entre ellos y después desfilaron sonriendo y saludando.
Jacobs tuvo muchas ideas para modernizar el traje de chaqueta y pantalón: completamente cubierto de lentejuelas púrpura; o en acabado brocado y flores bordadas; o masculino y estampado con cuadros; o de tonos pastel bajo brillo iridescente, que lució la maniquí Coco Rocha.
También se vieron muchos vestidos diferentes: con estilo casa de la pradera; simple, a rayas y con tejido de suéter; fluido y con lentejuelas doradas, como una estatuilla de Oscar; o muy corto, de color liso y ajustado, que llevó una Gigi Hadid descalza y de puntillas.
Destacaron un minivestido de puntos que lució una modelo de talla grande y otro en formato túnica que llevó una embarazada, pero sin duda los que más se recordarán serán los extravagantes: varios de ellos muy cortos, con forma redonda, y otros largos, uno cubierto de plumas hasta la capucha y otro estilo dama victoriana.
Tras su espectáculo de aire setentero, marcado por los pantalones de campana y el maquillaje tipo Twiggy, Jacobs apareció dando saltos en torno al público, que le aplaudió mientras recorría la sala ataviado con unos botines rojos de tacón y gran plataforma.
En esta última jornada de la NYFW más corta de lo habitual desfilaron también Badgley Mischka, con una elegante y femenina colección llena de flores y brillo, y Libertine, que apostó por mezclar estampados muy recargados, con dibujos de animales y o del motivo más utilizado para esta primavera, las flores.