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Berrinchudos y simpáticos, los niños actores más famosos del cine mexicano


Hay quienes opinan que la autenticidad que nos caracteriza de niños es un tesoro que se pierde al llegar a la adultez, es por eso que algunos directores de cine han aprovechado su naturalidad y carisma para enriquecer sus historias desde los primeros años del cine con casos excepcionales como The kid, de Charles Chaplin o el fenómeno que fue Shirley Temple. En México también hay una lista de figuras infantiles que compartieron créditos con las grandes leyendas del cine mexicano como Pedro Infante, Pedro Armendáriz, María Félix, Jorge Negrete, Germán Valdés Tin Tan, Sara García, Emilio El lndio Fernández, entre otros.

Uno de los casos más representativos fue el de la actriz Evita Muñoz (1936.2016), fallecida el pasado 23 de agosto, conocida principalmente por su personaje de Chachita en casi una decena de filmes de la Época de Oro, en lo que fue el inicio de una fructífera carrera. Debutó en el cine con tres años de edad en El secreto del sacerdote (1940), con un modesto rol llamado Martita, pero fue Chachita el que la inmortalizó en el cine con nueve películas más, sobre todo por su participación junto a Pedro Infante en la trilogía Nosotros los pobres (1948), Ustedes los ricos (1948) y Pepe El Toro (1952), que inició un nuevo ciclo dentro del cine nacional.

“Con que te llamas Chachita, eh”, le preguntó Salvador Pérez Gómez, el personaje de Jorge Negrete en ¡Ay Jalisco, no te rajes! (1941), a una simpática niña de cabello corto, sobrina de Carmela (Gloria Marín), su enamorada. “No, me llamo Ana María del Pilar López de la Cadena pero como mi nombre es muy largo me dicen Chachita”, le contestó la pequeña que después se convertiría en cupido de la relación entre su tía y Chava. Ella tenía cuatro años y así nació uno de los personajes más populares de la Época de Oro del cine mexicano.

Sin embargo, no fue la primera gran estrella infantil del cine en México. En la transición del cine mudo al sonoro en México apareció en la pantalla Narciso Busquets (1931-1989), hijo del reconocido actor Joaquín Busquets. Ambos aparecieron en la cinta La gran cruz (1937), de Raphael J. Sevilla, en la cual su papá hacía de un militar secuestrado que al regresar tiene un hijo, interpretado por Narciso. El trauma de secuestro lo orilla a querer quitarse la vida pero la presencia del encantador niño le quita el propósito.

El pequeño Narciso también actuó para René Cardona, en Allá en el Rancho Chico (1937) y El cobarde (1938) y en la película de aventuras El látigo (José Bohr, 1938), película de aventuras, interpreta a un mocoso rico y malcriado que desprecia a los internos de un hospicio. En algunas fuentes se enlista erróneamente a Pepito del Río como intérprete de este papel. Otros papeles importantes fueron en Ay, Jalisco, no te rajes (1941) dirigida por Joselito Rodríguez (quien descubrió a Chachita) y al año siguiente interpretó el papel de Manuel niño (interpretado como adulto por Jorge Negrete) en Historia de un gran amor, dirigida por Julio Bracho.

“Mi paso por el cine duró tanto como mi niñez. Crecí y ya no me contrataron”, dijo en una entrevista Ismael López Arce (1941), nombre real del personaje de Poncianito, que vivió en historias protagonizadas por María Félix y Jorge Negrete, sobre todo en Río escondido (1947), de Emilio El Indio Fernández, donde nació el personaje y con quien también trabajó en otros filmes como Maclovia (1948), Víctimas del pecado (1951) y Pueblerina (1948).

Se convirtió en uno de los rostros infantiles que con más frecuencia aparecieron en las cintas de la época de oro del cine mexicano, a la par de sus trabajos con Fernández participó en otras cintas importantes como Soy charro de levita (1949) y El rey del barrio (1950), con Tin Tan; Inmaculada (1950) de Julio Bracho; El papelerito (1951), La bestia magnífica (1953) con Miroslava y Orquídeas para mi esposa (1954) con Marga López y Jorge Mistral, entre otras.

De la Época de Oro no podemos olvidarnos de otros actores importantes como Jaime Jiménez Pons (1936), quien también debutó en Río escondido, a la edad de 9 años. Fue varias veces distinguido por sus actuaciones, incluyendo ganar en 1949 el Ariel de Plata al Mejor Actor Joven por esa película y dos años más tarde por protagonizar El papelerito, un filme que además mostró también al niño Jaime Calpe, quien salió también en El Rey del Barrio y en Los que no deben nacer (1953).

En esos tiempos también aparecieron dos hermanos representativos, hijos del cineasta Joselito Rodríguez: la niña María Cristina Rodríguez Maz (1942), mejor conocida como Titina Romay, quien arrancó su carrera con apenas dos años de edad con un papel en la cinta La pequeña madrecita (1942), y posteriormente ofrecería otros personajes entrañables en Angelitos negros (1948), películas de luchadores principalmente en las de El Huracán Ramírez y más grande en Animas Trujano (1962).

Por su parte, su hermano, José Antonio Rodríguez Maz (1948-2013), más conocido como Pepito Romay, incursionó en el cine también de la mano de su padre. Nominado a su primer Ariel a los tres años por su papel en Píntame angelitos blancos (1954) y posteriormente triunfador en 1956 por la cinta Después de la tormenta (Isla de Lobos) (1955) de Roberto Gavaldón. Otros filmes destacados de los 20 en los que participó fueron La pequeña enemiga (1956), Dos diablitos en apuros (1957), Pepito, as del volante (1957), Pepito y el monstruo (1957) y El misterio de Huracán Ramírez (1962).

También con personajes simpáticos está la inolvidable Tucita, personaje encarnado por María Eugenia Llamas Andresco (1944-2014), que causó sensación en la cinta Los tres huastecos (1948), de Ismael Rodríguez. Posteriormente también llevaría su personaje a Dicen que soy mujeriego (1949) y El seminarista (1950) y luego tuvo otro personaje llamado Teresita que formó parte de Las dos huerfanitas (1950) y Los hijos de la calle (1951).

Otras actrices que empezaron a muy temprana edad fueron Angélica María (1944) y Diana Bracho (1944). La primera debutó a los seis años en Una mujer decente (1950) y tuvo pequeñas apariciones en otros ocho filmes hasta que tuvo un papel de mayor peso en Los Gavilanes (1956), en la que actuó Pedro Infante; la segunda hizo el papel de niña de la protagonista en Inmaculada (1950).

Pasando los años dorados del cine mexicano también hubo otros simpáticos actores como Cesareo Quezadas (1950), quien comenzó en el cine con Pulgarcito (1957), de René Cardona, un personaje que lo marcaría el resto de su vida. Con este mismo director participó en El sordo (1959), Santa Claus (1959) y El globero (1960), así como en Ha llegado un ángel (1961), de Luis Lucía.

Después de él tocó el turno de Juliancito Bravo, protagonista de Las aventuras de Juliancito (1969), La vida de Pedro Infante (1966), Cri-Cri, El grillito cantor (1963), Tierna Infancia (1965), Primera comunión (1969) y El niño y el muro (1965); Al que se unieron después las pequeñas actrices Lucy Buj (El libro de piedra, 1968) y María Gracia (La caperucita roja, 1960), entre otros.

Ya no tan niños, pero también muy recordado los casos de los cantantes Luis Miguel (1970) y Lucero (1969), protagonistas de Fiebre de amor (1984), así como Pedro Fernández (1969), que protagonizó una serie de películas, entre ellas, La niña de la mochila azul (1979).

En las últimas dos décadas tenemos los casos de los personajes de Juan (Brandón López), Sara (Karen Noemí Martínez Pineda) y Samuel (Carlos Chajon), en el multipremiado filme La jaula de oro (2013), de Diego Quemada-Diez y Paulina Gaitán (1992), que actuó para Luis Mandoki en Voces inocentes (2002).